Renault Avantime 2.2 dCi

Impactante y diferente por su estética de monovolumen tres puertas de gran tamaño, esta variante del Avantime amplía la gama con una mecánica turbodiesel tomada del Laguna y Vel Satis. Lo hace más apetecible mientras mantiene sus virtudes de confort y limitaciones ergonómicas.

Renault Avantime 2.2 dCi
Renault Avantime 2.2 dCi

Con una media de consumo ponderado de 8,7 kilómetros, el motor 2.2 dCi del Avantime se muestra ligeramente más eficiente y menos sediento que la versión con 130 CV que equipa el Grand Espace y, si bien se queda por arriba de las cifras que se consiguen con las motorizaciones turbodiesel 2.2 de algunas berlinas, puede decirse que su consumo es bastante moderado y, mejor aún, la gran capacidad de su depósito de combustible le otorga una autonomía superior a 900 kilómetros, lo que resulta excepcional para un vehículo de sus características.

La caja de cambios no es nueva ya que se utiliza, desarrollos incluidos, en el Vel Satis 2.2 dCi y en nuestra prueba se mostró precisa a pesar de cierta elasticidad parásita en el varillaje. No obstante este punto, la selección de marchas se hace con corrección y, sobre todo, con suavidad, detalle que seguramente es el más apreciado por los usuarios de este tipo de vehículo. También es cierto que, a tenor del carácter del modelo, podrían haberse empleado algunos desarrollos más cortos, en cuarta y quinta, con lo que se hubiera ganado en reacciones. Lo positivo de un desarrollo largo en sexta es que la velocidad máxima, obtenida en esta marcha, se consigue girando a 500 rpm por debajo del régimen de potencia máxima, lo que favorece, sin dudas, una vida más larga del propulsor.

El noble comportamiento dinámico propio del Espace se ha trasladado, mejorado, al Avantime, que sorprende por sus buenos modales y tacto de berlina, aun bajo una conducción enérgica sobre pavimentos en muy mal estado. Los muelles blandos y amortiguadores suaves, pero no indebidamente blandos a la extensión, favorecen su capacidad de absorción de baches. La puesta a punto elegida era la que debía ser: el chasis desliza de morro, mucho en las horquillas y medianamente en las curvas rápidas aunque conserva una aceptable agilidad. La gran carrocería tiene inercias pero admite una conducción enérgica y un cierto nivel de excesos que son corregidos, sin demasiada intromisión, por el control de estabilidad desconectable.

De los detalles funcionales y el equipamiento dimos buena cuenta en la prueba de la versión V6 aunque, quizás, vale la pena recordar algunos de ellos: muy cómodos y agradable la sensación que transmiten los asientos delanteros. La altura de los mismos se ajusta eléctricamente así como el apoyo lumbar en esta versión equipada con todas las opciones, pero se echa de menos el ajuste del volante en altura. No renovaremos las críticas a las puertas ni a una cierta falta de rigidez en el habitáculo, que se nota en los crujidos ocasionados al pasar baches. Por lo demás, los acabados son de muy buena factura en general. El particular diseño de la carrocería ha introducido compromisos que no deberían haber sido tales, como un acceso complicado a las plazas traseras a pesar de que los asientos delanteros deslizan y se abaten. Es que la altura en esa zona, prácticamente la de una berlina normal, obliga a montar y a agacharse bastante al mismo tiempo.

De una carrocería semejante serían de esperar virtudes ergonómicas más completas. Al menos, la plataforma del Espace ha permitido disponer de un maletero realmente muy generoso, lastrado con una rueda de repuesto de emergencia que no va alojada dentro del mismo sino colgada del piso de la estructura. La particular estética del modelo se ha privilegiado sobre los aspectos ergonómicos aunque papeletas como la de las puertas y el acceso a las plazas traseras podrían haberse resuelto de otra manera, quizá con puertas delanteras más cortas y unas traseras pequeñas, subsidiarias de las primeras, tal como en algunos pick-up estadounidenses con cabina doble o aquéllas del nuevo Mazda RX8.

De todas maneras, la singularidad, el equipamiento y el confort que ofrece el Avantime 2.2 dCi pueden ser argumentos más que suficientes para quienes busquen algo diferente a una berlina o coupé convencional.