Un extraordinario empuje y una capacidad campera atípica, por su alta capacidad, para la categoría en la que se desenvuelve definen al Jeep Renegade 4xe Trailhawk, junto con un precio no prohibitivo para un PHEV.
Nadie puede acusar al Jeep Renegade de falta de personalidad. Ni su estilo típicamente Jeep, ni su conducción con aceleraciones de deportivo y ADN de todoterreno resultan habituales incluso en su poblado entorno.
Porque si bien sus dimensiones le sitúan en la categoría más modesta, lo que se ve en una habitabilidad sólo justa para cuatro personas, sus 240 CV de potencia máxima conjunta permiten al Renegade mirar por encima del hombro a la mayoría de alternativas de una categoría superior, la de los Ford Kuga, el Mitsubishi Outlander o las interpretaciones de PSA de tracción delantera, situadas todas en el entorno de los 225 CV.
Jeep Renegade PHEV, ¡qué poderío!
La primera duda que asalta al sentarte tras un PHEV queda solucionada en pocos kilómetros, los que tardas en verificar cómo la bajada de autonomía eléctrica se corresponde al aumento del odómetro, hasta el punto de permitir alcanzar los 50 km oficiales a poco finos que seamos con el acelerador y el aprovechamiento de las inercias, condiciones en que en modo híbrido veremos cómo podemos hacer mucha distancia en eléctrico.
Cuestión diferente es si necesitamos velocidad. Porque «nuestro» Renegade 4xe ofrece una respuesta contundente, que puede confundirse con cierta brusquedad, con alguna falta de armonía entre ambos ejes cuando hundimos a fondo el pedal derecho, apreciable en la salida de las curvas. Pero es rápido. Mucho. Con una motricidad imponente, apreciable en arrancadas o firmes deslizantes, donde los neumáticos M+S también ayudan a marcar diferencias. Sin embargo, no condicionan demasiado un equipo de freno capaz de conseguir unas distancias de parada medias incluso desde alta velocidad.
Añade a este potencial dinámico una capacidad fuera del asfalto fuera de lo común en la categoría, con buenos ángulos off road, unos modos de conducción bien definidos —el modo rocas es exclusivo de las versiones Trailhawk— y los valiosos aliados que suponen el bloqueo del reparto de par y la simulación de la reductora, que impediría el paso a una marcha superior a segunda.
Estos modos regulan no sólo la entrega de potencia y alternancia de los motores térmico y eléctrico, sino que establecen diferentes umbrales de actuación de los controles de tracción y freno, que los convierten en importantes aliados al abandonar el asfalto. Sorprende en esos momentos la facilidad con la que puede evolucionar por lugares complicados con barro, pendientes o cruces de puentes, que prácticamente se superan sin ayuda del conductor que previamente, por los mismos obstáculos, ha tenido que poner toda su pericia… para no poder superarlos con la misma suavidad.
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Cierto es que su consumo de combustible no es frugal, lógico para un automóvil que se acerca a las 2 toneladas, pero no es menos cierto que ofrece un buen equipamiento de serie tanto en áreas de confort como de ayudas a la conducción, y que resulta más que agradable gracias a una concepción muy personal que manifiesta con total honestidad.
Jeep Renegade PHEV: nuestras mediciones
CONSUMO CARRETERA | 7,3 l/100 km |
CONSUMO CIUDAD | 6,2 l/100 km |
ACELERACIÓN 0-50 km/h | 2,3 s |
ACELERACIÓN 0-100 km/h | 6,3 s |
ADELANTAMIENTO 80-120 km/h en D | 4,2 s |
FRENADA 100 km/h a 0 | 38,8 m |
Jeep Renegade PHEV, mi conclusión
Esperaba que este Renegade 4xe fuese un híbrido enchufable más, esta vez con formato de SUV, pero me he encontrado un coche de personalidad abrumadora, con capacidad real para salirte del asfalto, un potencial de aceleración enorme y unas reacciones que te hacen reencontrarte con la conducción incluso a pesar de algunas faltas de armonía entre los motores en momentos de alta exigencia. Entre sus contras, una habitabilidad sólo discreta y un consumo de gasolina no bajo.