Hyundai Coupé 1.6 16v FX GLS

La versión básica del popular coupé surcoreano viene dispuesta a llevarse de la mano a quienes buscan una imagen deportiva por encima de cualquier otro atractivo.

Hyundai Coupé 1.6 16v FX GLS
Hyundai Coupé 1.6 16v FX GLS

Si hay alguna marca que pueda presumir de permitir el acceso del gran público al segmento de los coupés, esta es Hyundai. Con la llegada del último Coupe, y más concretamente con la versión 1.6 16v, la marca surcoreana ha sabido mejorar uno de sus productos de mayor éxito comercial, ofreciendo un coupé no al alcance de todos, pero sí al de muchos. Porque Hyundai ha sabido llegar a ese tipo de clientes que buscan en un coche una imagen diferente, deportiva y algo agresiva, pero sin tener que hacer un desembolso mayor al que harían en la compra de un compacto de similar prestación.

En este caso, la versión protagonista de la prueba es la motorización más básica, con el único nivel de acabado disponible, el GLS. Uno de sus atractivos es que estéticamente no existen diferencias con sus hermanos de gama, predominando las formas estilizadas —fruto de un diseñador formado en Italia—, con menos curvas y más ángulos que en la anterior generación. Para que sirva de referencia, la longitud total es de 4,l4 metros, 12 centímetros más que un Opel Astra Coupe y cinco más que un Toyota Celica. Gustos aparte, la realidad es que el Hyundai Coupe actual es más elegante y discreto que el modelo anterior, muy demandado entre los amantes del tuning. Sin embargo, no por ello ha dejado de ser atractivo, sino más bien todo lo contrario. Tal vez exista un grupo del público que prefiera más la línea actual, y que incluso le recuerde a deportivos de mayor empaque.

Hyundai ha considerado suficiente para el Coupe básico su motor de cuatro cilindros con 1,6 litros y 105 CV a 5.800 rpm. Este motor, con doble árbol de levas y culata de 16v es en apariencia el mismo que el de la anterior generación, pero cuenta con una profunda puesta al día. Se ha cambiado el cigüeñal por uno de ocho contrapesos para mejorar el nivel de ruidos y vibraciones. En el bloque se ha modificado su estructura, pero sin que varíe el cubicaje y se ha aumentando la relación de compresión a 10:1 en lugar de 9,9:1.

Como casi todas las medidas tendentes a refinar y "descontaminar" un motor, el resultado final no se refleja en el aumento de potencia —11 CV menos que la anterior generación—, sino en una mejor respuesta a bajo y medio régimen, ya que ahora el par de 14,6 mkg se alcanza a 4.500 rpm, mientras que el 1.6 anterior ofrecía la misma cifra de par, pero a 4.800 rpm. Si bien el motor ha ganado en suavidad, no se puede decir lo mismo de su rendimiento, ya que obliga a llevarlo constantemente por encima de las 3.500 rpm, desinflándose por completo por debajo de las 3.000 rpm. Se solventa esta falta de alegría con que el manejo del cambio de cinco relaciones sí es más placentero, con unas inserciones precisas y recorridos cortos. Una transmisión ideal cuando es precisamente la falta de bajos del motor lo que obliga a llevarlo alto de vueltas, para exprimir su rendimiento y poder mover con más soltura el conjunto. Por este motivo la rumorosidad mecánica llega a ser demasiado elevada cuando se realiza una conducción deportiva. Sin embargo, aunque el motor no esté a la altura de lo que se espera de un 1,6 litros en este coupé, con el bastidor ocurre todo lo contrario. El comportamiento del coche tiene un talante bien deportivo, con una tendencia natural al sobreviraje poco habitual en los tracción delantera. Ojo, por tanto, a mantener las presiones iguales en las cuatro ruedas como preconiza el manual. Con unas décimas menos en el tren delantero el comportamiento resulta más neutro pero igualmente eficaz, reaccionando con rapidez a las transferencias de masas en apoyo y siendo muy gratificante en cualquier tipo de trazados con curvas. La suspensión, con columnas McPherson en ambos trenes, dota al coche de una gran agilidad, si bien transmite en exceso las irregularidades del asfalto.