Dacia Sandero 1.5 dCi y Peugeot 206 1.4 HDi

Precios de derribo y alto potencial en capacidad de ahorro. Son las mejores cualidades del Dacia Sandero 1.5 dCi y el reaparecido Peugeot 206 1.4 HDi, modelos que juegan en la liga de quienes buscan movilidad al menor coste posible, algo en lo que sus motores Diesel también tienen mucho que ver.

Dacia Sandero 1.5 dCi y Peugeot 206+ 1.4 HDi
Dacia Sandero 1.5 dCi y Peugeot 206+ 1.4 HDi

Dacia ha demostrado con su actual gama lo mucho que vale para lo poco que cuesta y Sandero llega a reafirma esa política, pero con un producto más fresco de espíritu y estética. Peugeot ha decidido contrarrestar tan duros momentos que azotan a la industria de la automoción con una estrategia similar, mirando al pasado para afrontar el presente: resucita al «archiamortizado» Peugeot 206 de sus cenizas aplicándole un profundo lavado de cara para sintonizar con la actual imagen de marca de la casa francesa. En realidad la fórmula no es nueva. Fiat o Seat, entre otros, mantuvieron sus Punto e Ibiza II, respectivamente, y Renault sigue ofreciendo el Clio de la era 206 bajo la denominación Campus, modelo sobre el que, casi en su totalidad, está basado el Sandero de carrocería hacia abajo.A la vista queda el principal golpe de efecto del Peugeot 206 1.4 HDi, aunque su atractiva imagen no esconde más sorpresas de puertas adentro que el remozado interior. Todo lo contrario ocurre con el Dacia Sandero 1.5 dCi, modelo cuyo su principal valor añadido está escondido bajo su singular línea.Estamos ante dos «añejas» plataformas con una década a sus espaldas. Lo primero de todo es no negarse a la evidencia: sí, el tiempo no ha pasado en balde y ni el Dacia Sandero ni el Peugeot 206 son el paradigma de la efectividad y el refinamiento. Cumplen sobradamente en hábitat y manos poco exigentes, pero falta tecnología, equipamiento puntero y en su rodar recuerdan viejos tiempos.Como el Dacia Logan, uno de los cambios estructurales del Sandero respecto a su base de partida es la mayor distancia entre ejes: 12 cm más que el Clio Campus, lo que unido a una superior anchura de vías supone que el coche rumano proyecte una sombra de pisada claramente superior al Peugeot 206 . Éste llega con la misma estructura y puesta a punto con la que pasó a mejor vida tras la aparición del 207. Ninguna de las tres versiones que regresan al mercado llevan frenos de disco ni estabilizadora en el eje trasero.Demasiado elevado y con gomas de perfil muy alto para lo que hoy se estila, la primera impresión que proporciona el Dacia Sandero no se corresponde en absoluto con la que nos llevamos nada más echar a rodar. Emplea una amortiguación tirando a firme que, sin embargo, ni llega a resultar seca ni evita que la carrocería incline más de la cuenta, por lo que los cambios de apoyo no son instantáneos. Pese a ello, no es un coche que presente dificultad alguna para atacar curvas con plenas garantías, porque una vez descubierta la fidelidad de trayectoria del eje posterior y que la presumible imprecisión del eje delantero no responde más que a una manifiesta falta de información de la dirección, la confianza va ganando enteros hasta su plenitud. Puede ser difícil de creer, pero no hemos echado en falta el control de estabilidad ni lo hemos visto tan imprescindible como en su rival, aunque desde aquí criticamos duramente su ausencia. También puede resultar chocante afirmar que el Dacia Sandero 1.5 dCi resulta más agradable de conducir en zonas de curvas que en vías rápidas, pero lo es. Tal vez sea por causa de un excesivo protagonismo del muelle sobre el conjunto de la amortiguación lo que impide la total quietud de la carrocería en sentido trasversal cuando se rueda en línea recta. La cosa no va más allá de un continuo efecto péndulo que no interfiere en la trayectoria, pero la conducción deja de resultar tan sorprendentemente gratificante y segura como en otras zonas.Concretamente, es en vías rápidas donde el Peugeot 206 1.4 Hdi manifiesta una clara ventaja frente a su rival, ya que goza de mayor sensación de aplomo y calidad de rodadura, aunque metidos en un trazado exigente con el chasis vuelve a quedar patente el carácter intencionadamente buscado tiempo atrás por Peugeot: a su zaga hay que atarla en corto y no provocarla lo más mínimo para no meterse en consigue avisando con antelación de sus intenciones, aunque su suave amortiguación no colabora a que la transición de masas sea fluida. Aparentemente esta descarada muestra de agilidad debería repercutir en una superior eficacia del conjunto, pero superando ciertos excesos, como es el caso, creemos que resulta contraproducente para cierto tipo de conductores. Por lo poco que cuesta y lo que aporta, el ESP no debería dejarse en la lista de opciones. Con él, creemos justo el empate técnico en el apartado chasis entre estos dos modelos. En ciudad, confort de suspensión, mayor agrado de dirección, superior maniobrabilidad, mejor tacto de cambio y mandos en general y, ahora sí, superior agilidad, son las mejores bazas del Peugeot 206 , aunque el Dacia Sandero no le anda lejos y además aporta un motor menos molesto.

Motores: ¿suavidad o contundencia?