Sí, es cierto. El coche actual de Cristiano Ronaldo, el flamante ganador y mejor jugador de la Champions League 2017, es a día de hoy un Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse. Sin embargo, al crack portugués ya se le ha visto probar en vídeo el nuevo Chiron que Bugatti comienza a entregar a sus clientes más exclusivos… y todas las informaciones apuntan a que será su futura adquisición. Mientras tanto, gracias a nuestros colegas alemanes de Auto Motor und Sport, nosotros hemos podido ya también probar el nuevo Bugatti Chiron por el que suspirarán todas las súper estrellas.
Antes de subirnos al Bugatti Chiron tal vez deberíamos plantearnos la prueba como una misión espacial. No a la luna, porque ya la alcanzamos con el Bugatti Veyron, sino más lejos… todavía. Este superdeportivo se encuentra en otra dimensión. Por lo tanto, debemos explicar primero lo que le hace tan único; es decir, todo.
El coche de producción más potente del mundo
Todavía hay debate acerca de si el Bugatti Chiron vale lo que cuesta: es decir, 2,85 millones de euros. A nosotros nos ha quedado claro y lo vamos a analizar para explicarlo. Algunos detalles demuestran el inmenso esfuerzo técnico que ha realizado la marca en un espacio de 9,22 metros cuadrados para construir el coche de producción más potente del mundo. Vamos a empezar con el motor: el Chiron ahora ofrece 1.500 CV de potencia (50 por ciento más que el Bugatti Veyron y un 25 por ciento más que la versión Super Sport).
Para ello, el Bugatti Chiron ha recibido un turbocompresor más grande, dos alimentando cada uno de los dos bloques de ocho cilindros que en conjunto forman el W16 de ocho litros de cilindrada. Así, la capacidad de la sobrealimentación es un 69 por ciento superior a bajas revoluciones estando ahora cada uno de los turbo de cada bancada conectados en serie. La presión de cada turbo funciona a un máximo de 1,85 bar. En el momento que rinden a su máxima capacidad, el motor es capaz de alcanzar sus cifras máximas de 1.500 CV y un par máximo de 1.600 Nm (163,3 mkg). El segundo gestor se encarga de mantener el nivel de potencia y par motor máximos. Desde 2.000 rpm abre la válvula en cada lado, de modo que los otros dos turbos entran en funcionamiento. A 3.800 rpm pasan a funcionar todos a su máxima capacidad. Sí, sí, con toda su capacidad.
Los números no son sólo números. Es un momento único cuando el motor del Bugatti Chiron trabaja a plena carga. Se produce el pico más alto de presión con 160 bar, equivalente a una fuerza de 336 g, es decir 336 veces la aceleración de la gravedad. La bomba de aceite está bombeando 120 litros por minuto para lubricar el motor, contando con un cárter seco. Y la bomba de combustible suministra 14,7 litros por minuto de gasolina desde el tanque de 100 litros. Y el motor aspira cada segundo 1.000 litros de aire. Esto supone una salida de calor residual de hasta 3.000 CV. De manera que el motor bombea cada minuto 880 litros a través del sistema de refrigeración, lo que equivaldría a seis bañeras llenas. Ahora, hacemos un símil con un estadio deportivo. Para controlar los gases de escape dispone de seis catalizadores. Si colocamos todo el material, fuera, al lado de los catalizadores, se extendería 230.266 metros cuadrados, equivalente a 30 campos de fútbol.
Bugatti Chiron: de copiloto
Nos colocamos el cinturón del Bugatti Chiron W16. Estos son momentos de silencio y emoción disimulada. Realmente no hay mucho que explicar sobre este momento desde el coche, del que hay que recalcar que, a pesar de su declaración de poder, vistas las cifras, hay que destacar que puede funcionar como un "coche normal". Nos ajustamos como copilotos en nuestro confortable asiento de configuración deportiva. Botón de arranque. El motor toma vida y ruge en vacío. Sí, el ruido que puede. El Chiron se pone en marcha suavemente sobre un camino de grava hasta la carretera. La pantalla saltará desde los 12 CV para mostrar enseguida cómo aumenta la potencia.
Realizamos unos pocos kilómetros hasta la ciudad. La caja de cambios de doble embrague dispone de 7 velocidades desde su régimen al ralentí en "P". Portugal es consciente de la presencia de Chiron. Por ello encontramos carreteras libres, lo cual es una buena cosa, porqué intentar exprimir un coche con sus prestaciones y capacidad de aceleración son palabras mayores. Pero sigamos con el fútbol.
El país se expande ante nosotros, nos dirigimos hacia la montaña por una estrecha carretera bajo un cielo con nubes finas. El piloto oficial de Bugatti, Andy Wallace, presiona el pedal del acelerador. Lo que sigue debe ser como sentarse en una pelota de fútbol. Últimos minutos de la final del Mundial, todos los jugadores intentan la victoria. Sí, con la tracción a las cuatro ruedas, el Bugatti enfila a toda marcha hacia adelante haciendo chirriar los neumáticos, sin el sistema de tracción electrónico. Las llantas de 21 pulgadas castigan el asfalto mientras el Chiron avanza hacia adelante: 2,5 segundos invierte en alcanzar los 100 km/h, 30,6 segundos en llegar a 300 km/h. Las montañas se acercan rápidamente hacia nosotros.
Pocos minutos, algunas aceleraciones y muchos kilómetros más tarde, el Bugatti Chiron se detiene en un aparcamiento. Cambio de piloto. Andy se baja. Es mi turno. Qué nervios…
Bugatti Chiron: de piloto
Entramos en el coche, nos colocamos el cinturón de seguridad, regulamos asiento, volante y espejos. Una mirada hacia la derecha buscando en Andy esa mirada de un hombre que le gustaría parecer confiado, optimista y relajado, pero que ha sido demasiado a menudo decepcionado. Colocamos el mando, a la izquierda, en el volante en modo EB, la programación más suave para la amortiguación, la dirección y la regulación electrónica. Presionamos el botón azul, bajo el volante, a la derecha. El motor ruge. Seleccionamos la posición D en el cambio, levanto el pie del pedal del freno y nos ponemos en marcha.
Poco después un pueblo, cuyo nombre no quiero recordar, nos marca la dirección a seguir. En el retrovisor compruebo cómo se va quedando atrás con rapidez cuando aceleramos con decisión superados los 70 km/h. Insertamos la cuarta marcha o incluso la quinta. Seguimos acelerando, pero no hay kick-down. Tampoco hay ninguna razón de momento para cambiar de marcha. Resoplan los primeros dos turbos: una tormenta. El Bugatti Chiron barre hacia delante como una pelota golpeada por una raqueta, aunque de dos toneladas de peso. Todavía quedan por entrar otros dos turbos, que lo hacen unas pocas décimas de segundo más tarde desplegando un huracán.
No hay tiempo para mirar el velocímetro, porque parece como si la carretera fuera barrida bajo el Bugatti Chiron. Continuamos. ¿Quieres saber cómo se comporta el Chiron al límite? Su comportamiento es totalmente neutro, abordando las curvas con absoluta precisión, con una dirección de respuesta inmediata a las órdenes del volante. La tracción integral se hace notar en el comportamiento, sin pérdidas de tracción aunque aceleremos con decisión. Realmente no existe ningún coche con su capacidad.
El motor levanta su furia. La fuerza me hunde en el asiento… y me hunde y hunde y continúa haciéndolo. Una rápida mirada hacia el velocímetro, donde la aguja está “a las doce”, correspondiente a la mitad de la escala que llega a los 500 km/h (¡quinientos!). La estabilidad es sensacional, y las irregularidades de la carretera apenas se notan, habiendo cambiado a “modo autopista”. La dirección es precisa, sostiene al Chiron sin esfuerzos.
Cada vez más rápido y más rápido. Podemos seguir fácilmente, sin aflojar, acompañados de esa música que a través de los oídos llega al cerebro. Llegamos a la próxima salida en nuestro camino. Frenamos, ayudados por la aerodinámica. Respiramos. Echamos una ojeada a la instrumentación en la consola central, que nos muestra la potencia máxima alcanzada: 1.466 CV. Hora: 15.15 PM. Hemos estado tres horas en la carretera, lo suficiente como para cambiar nuestras percepciones de lo que es un superdeportivo. Cristiano pronto lo sabrá…
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