BMW con su X3 desde 2003 y Jeep con su Cherokee desde 1974 —a nuestro mercado el primer Jeep Cherokee en llegar fue el de segunda generación—, son dos de las marcas que tradicionalmente mejor han entendido y atendido a la moda SUV especializando mucho sus coches. El BMW X3 siempre como referencia deportiva en asfalto, aunque desde su segunda edición (2010) otorgándole mayor importancia al confort, y el Jeep Cherokee en campo, aunque ahora en su quinta entrega con versiones más o menos preparadas, al poder elegir entre montar reductora o no, y mejores dotes en carretera.
Ya no hay tantas diferencias en cuanto a imagen. Con una carrocería en el caso del Jeep Cherokee ha suavizado muchísimo sus formas y que es ligeramente más pequeña que la de su rival; con 4 cm menos de longitud, 2 de anchura y unos importantes 9 de batalla, aunque su altura suba 4 cm por encima.
Estas dimensiones definen en parte el espacio que nos vamos a encontrar en su interior. El Jeep Cherokee es el que menos habitabilidad ofrece en su segmento por altura y anchura, aunque cuenta con un buen espacio para las piernas en las plazas traseras; que es la cota más relevante, para igualar al X3. El BMW X3 ofrece mayor anchura trasera, pero las formas de su asiento, con una plaza central más estrecha y de mullido más firme, logran que tres ocupantes atrás viajen menos cómodos que en el americano. Pero lo definitivo es la modularidad del Jeep Cherokee, con una banqueta que se desplaza longitudinalmente en dos secciones asimétricas en un rango de 13 cm, para conseguir más espacio para las piernas o para el maletero, así como unos respaldos reclinables. La única funcionalidad del BMW X3 es el siempre práctico respaldo dividido en tres secciones 40:20:40 que, como casi todo en este coche, hay que pagar como opción (237 €).
BMW X3, como en un turismo. Jeep Cherokee, en una posición más alta
Delante en ambos encontramos espacio de sobra y buena ergonomía a sus mandos. La posición del BMW X3 está más próxima a la de un turismo, con la posibilidad de situar las posición de la banqueta en un plano mucho más bajo y de llevar las piernas más estiradas. Justo lo contario del Jeep Cherokee, que se va más sentado que tumbado, en una posición más alta; incluso el asiento del conductor, debido a su mecanismo eléctrico, se posiciona ligeramente más arriba que el del acompañante. Sólo distorsiona el panorama un reposabrazos central en un plano excesivamente elevado. En ambos los asientos ofrecen un buen confort, pero poca sujeción. En el BMW X3 además se echa en falta la regulación lumbar eléctrica de serie (331 €), pero en opción se pueden escoger unos fantásticos asientos deportivos (651 €).
BMW X3 y Jeep Cherokee, con prestaciones sorprendentes
El BMW X3 con un 2.0 de 190 CV y el Jeep Cherokee con un 2.2 de origen Fiat con 200 CV cuentan con dos de los motores más poderosos de su categoría en su nivel de potencia. Son la referencia por prestaciones, donde sólo el Audi Q5 2.0 TDI quattro S-tronic de 190 CV les gana en aceleración por muy pocas décimas. Convencen plenamente por su respuesta, pero les falta refinamiento tanto por ruidos como por las vibraciones que transmiten, si bien en el BMW X3 se siente algo menos al estar mejor aislado su habitáculo. No en vano, en el rango de 50 a 100 km/h, es el que menor nivel de decibelios marca de todos sus rivales. También cumplen por consumos, con las cifras más bajas en carretera de su categoría y registros razonables en ciudad. Incluso con sus mecánicas al límite, en la conducción de circuito en las que extraemos las prestaciones, escriben la misma cifra, con un irreal registro en uso cotidiano de 15,5 l/100 km.
El cambio automático es otro de los puntos sobresalientes de estos modelos. Ambos recurren al fabricante alemán ZF, con cajas por convertidor de par, en el caso del BMW X3 la de 8 velocidades, referencia ya desde hace unos años por su total suavidad y rapidez, mientras que el Jeep Cherokee opta por la novedosa de 9 relaciones, también muy eficaz, pero a la postre no tan agradable.
El BMW X3 apuesta por la deportividad y el Jeep Cherokee por el confort
Con prestaciones tan igualadas, donde se diferencian más es por comportamiento. El BMW X3 se siente prácticamente como un turismo, con una carrocería que balancea menos en las curvas, producto tanto de una amortiguación más firme como de una superior rigidez del conjunto; que aporta un aplomo encomiable. El Jeep Cherokee apuesta claramente por el confort, pero con una gran facilidad de conducción y una respuesta muy noble. Lógicamente, en conducción deportiva, por zonas muy viradas, le cuesta seguir el ritmo del BMW X3. Que además tiene una dirección más directa y rápida. La del Jeep Cherokee también se muestra precisa, pero su respuesta es algo más lenta. A cambio, equipa un sistema de frenos que consigue mejores cifras de detención.
Gran parte del secreto del BMW X3 lo encontramos en su eficaz sistema de tracción total permanente inteligente xDrive, que detecta cuando se conduce en curva para enviar más par al eje trasero. Algo que no sólo aumenta su dinamismo, sino también su motricidad sobre firmes con poca adherencia. El sistema Active Drive I del Jeep Cherokee desconecta automáticamente el tren trasero con plena adherencia, lo que le hace reaccionar no tan fugazmente ante los imprevistos cambios de adherencia, con lo que es posible experimentar pequeñas pérdidas de motricidad durante cortos lapsos de tiempos. No obstante, sus posibilidades por campo son mayores, sobre todo si recurrimos a la versión Active Drive II (3.988 €) que suma reductora, carrocería sobreelevada y mayores posibilidades de regulación en el mando de los modos de uso (auto., nieve, Sport, arena/barro y rocas) y que en el BMW X3 está más enfocado a la carretera (Normal, Sport o Sport ).
Y ya que hablamos de precios, aquí el Jeep Cherokee enjuaga la diferencia que el BMW X3 le ha sacado en el apartado de comportamiento. Es cierto que en su versión tope de gama «Limited» vale 1.199 euros más, pero para igualar su dotación de serie el BMW X3 ha de superar los 10.000 euros más en opciones, una diferencia que para muchos será injustificable si lo que pretende es tener una unidad muy bien equipada, a la que podríamos sumar otros 5.000 euros tranquilamente sin por ello agotar la casi interminable lista de opcionales.
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