BMW Compact 325 ti

Para la realización de esta entrega del Compact se nota que BMW ha puesto mucha carne en el asador. Con la nueva estética se rejuvenece el modelo hasta ponerlo a niveles de modernidad más que actuales, mientras que ya el tren trasero de dobles brazos hace justicia a un modelo de corte deportivo y el motor de 192 CV supone todo un desafío en prestaciones sobre la carretera. Por fin, este modelo deja de ser sólo el primer escalón de acceso a una marca de prestigio para convertirse en una opción con personalidad y talante propios.

BMW Compact 325 ti
BMW Compact 325 ti

El motor es el otro gran componente de este vehículo. Si la cifra de potencia del Compact 316 no impresiona, la del 325 ti es para alardear. Los caballos de más entregados en nuestro banco de potencia –196,9 frente a 192 oficiales– no hacen sino confirmar lo que se espera de este propulsor, que embelesa por su tirón, embriaga por la constancia en la entrega de potencia y deleita por la facilidad para acelerar con un grado de refinamiento óptimo. Es uno de los pocos modelos en los que se espera la respuesta del motor a través de su capacidad para subir de vueltas acompañado de un sonido muy acompasado y sin que la aguja de la gasolina baje imparablemente. Eso sí, sigue siendo frustrante mirar la ya típica aguja del consumo momentáneo de los BMW instalada en el cuadro, debajo del velocímetro, porque, a poco que se practique una conducción rápida, se posiciona más cerca de un consumo alto que bajo. Por el contrario, la cifra arrojada al final (es difícil pasar de los 13 litros cada 100 km en ciudad y de los 9 en ciclo mixto) es bastante buena y refleja precisamente gran parte del refinamiento de este motor.

El interior es ahora mucho mejor en todos los sentidos, especialmente en ergonomía y funcionamiento de las palancas y demás botonería. El salpicadero es de mejor factura y los controles están más a mano. Sólo los botones para controlar las funciones de la radio y del control de velocidad situados en el volante, y que se accionan con el pulgar, se nos antojan un poco distanciados de la base del dedo para un total control cuando se tiene agarrado el volante por los radios y el aro. La posición al volante no plantea más problema que regular correctamente el asiento, de múltiples reglajes a través de tres palancas que inciden sobre la altura, desplazamiento longitudinal e inclinación (además puede extenderse un poco la banqueta). A partir de ahí, el coche se siente plenamente desde todos sus puntos y el equipamiento (que con las opciones puede encarecerse de un modo que ya no sorprende en BMW) aclara las cosas de ante qué coche se está y de qué marca es. Sólo la pantalla del navegador (sistema de posicionamiento con GPS y que es opción) es pequeña, porque se aprovecha la misma del ordenador de a bordo.