Audi A2 1.4 TDI

Con sus formas distintas y originales y sus aires de “pero qué guapo soy", el A2 convierte a su dueño en centro de la atención popular allá por donde pasa. Para eso tiene 4 aros bien puestos en la parrilla, carrocería y chasis de aluminio y un precio exclusivo que lo coloca en lo que el Márketing llama “un nicho de mercado". La versión TDI añade a todo eso un consumo muy reducido y unas prestaciones nada desdeñables para sus 75 CV de potencia nominal.

¡Y que miren!
¡Y que miren!

Desde que el primer A2 fue puesto a la venta, hace ahora un año, la sentencia de los expertos ha sido casi unánime: está muy bien, pero ¡vaya precio!. Una verdad como un templo, aunque a Audi nunca ha parecido importarle lo que se podría interpretar como una crítica. La justificación de los 3.558.000 millones de pesetas que cuesta este modelo (ya incluida la pintura metalizada) se encuentra, según fuentes oficiales, en la incorporación del aluminio a la carrocería y al chasis, en la excelencia de la terminación, en la inclusión a la serie de innumerables elementos de seguridad y confort que en otras marcas sólo son opcionales… En otros ámbitos se oye que Audi, con el A2, ha querido entrar en el exclusivo nicho de mercado inaugurado por el Mercedes Clase A y que eso tiene sus servidumbres. ¿O acaso lo exclusivo puede ser asequible a la mayoría? Vamos, que es un coche que se compra con el corazón, no con la calculadora. Sea porque aún hay pocas unidades circulando por nuestras calles (según datos de Audi, hasta el 30 de junio pasado se han vendido 2.018 A2), sea por su belleza y originalidad, lo cierto es que la primera impresión, nada más sentarse al volante y empezar a deslizarse entre el tráfico, es que el A2 levanta suspiros de admiración y eso –la carne es débil- gusta cuando al volante estás tú.