Quiere serlo… y también parecerlo. Su trasera y su perfil ya recuerdan mucho al superventas de Nissan. Y no hay duda de que en su libro de estilo se ha tenido muy en cuenta al primer Qashqai. Es incluso un poco más bajito para acercarse un poco más a la filosofía de compacto, y casi tan amplio. Pero, mejor, empecemos por el principio. Olvídate, de momento, de llamarlo Suzuki SX4… por más que leas las siglas grabadas en su portón o en las alfombrillas. Primero, porque mientras conviva con el actual SX4 (algo que nos confirman ocurrirá mínimo un año) Suzuki propone en nuestro mercado su segundo apellido S-Cross. Y segundo… porque en realidad nada tiene que ver con ese otro SX4 que ya conocemos. Pero nada. Si aquel reinventó la categoría de los SUV pequeños mucho antes de que naciera el Nissan Juke, el nuevo Suzuki S-Cross da un gran paso hacia arriba para asaltar ya el segmento medio. O sea, al nuevo Nissan Qashqai.
La plataforma del nuevo Suzuki S-Cross, de hecho, es totalmente nueva, y esta vez ni surge de la colaboración con Fiat, ni derivará como antes en el SX4 hacia un hermano gemelo italiano. Sí la compartirá a cambio la próxima generación del Suzuki Grand Vitara, confirmando también el nuevo el salto de escalón. Claro que con un planteamiento casi opuesto. Y es que, si la tradición campera de Suzuki se mantendrá firme en ese más rudo Grand Vitara (incluso con reductora en la gama), el nuevo S-Cross se confirma como la apuesta 4x4 más civilizada, no sólo ya de la marca, sino incluso de toda la categoría.
Cierto que el nuevo Suzuki S-Cross puede montar un avanzado y eficaz sistema de tracción total evolucionado desde el utilitario Swift, pero incluso pierde altura libre y hasta 3 centímetros de recorrido de amortiguación ante al actual pequeño SX4. Es más, en su segmento, el Suzuki S-Cross es ya el que menos distancia levanta al suelo junto al Mitsubishi ASX (cortos 170 milímetros de altura libre), y también el que menos flexibilidad de suspensión ofrece. Incluso su bastidor me sorprende pronto en carretera con una puesta a punto firme, casi de SUV GTi, garantizando buena sujeción de carrocería y un gran tacto de conducción, pero sin comprometer mucho un confort general alto. Así que si creerías encontrar en este Suzuki S-Cross el espíritu off road de Suzuki (y que se remonta a hace 45 años con el primer Jimny/Samurai), cambia el chip. Hoy manda el mercado.
¿SUV medio o medio SUV?
Puede que ya suene por tanto demasiado reiterativo hablar de anti-Qashqai cada vez que llega otro SUV medio; pero esta vez, sí. El Suzuki S-Cross es el coche que más se acerca al concepto implantado por Nissan. Incluso radicalizándolo aún más, porque si siempre costó clasificar al Qashqai entre compacto y SUV, Suzuki ahora dobla apuesta. Con 4,30 metros ya de largo (hasta 15 cm más que el actual SX4), el S-Cross rebaja casi 2 cm la altura de un Qashqai… que ya era el más bajo de todo el segmento. No llega a un compacto familiar, al que levanta medio palmo, pero sí sientes al volante del S-Cross estar más cerca de un turismo, por más que sus formas, las barras de techo o los protectores de bajos sugieran una imagen muy SUV. Y por más que, subido al elevador, transmisión, chasis o anclajes transmitan también esa solidez y robustez típica de Suzuki.
Una vez dentro, el Suzuki S-Cross ofrece muy buen ambiente… y máxima corrección. Puede que no deslumbre, pero sí aprecias esa garantía de ejecución japonesa, la de, por ejemplo, los buenos Toyota. Siempre, eso sí, sin salirse del guión. Hay poco plástico mullido, pero de gran calidad y ajustes. Tiene muchos huecos, pero nada de cajones o dobles guanteras para más guiño familiar. Y muestra un buen espacio de compacto en las dos filas de asientos (salvo por una más limitada altura trasera), pero lejos de la modularidad que le aproxime, como algún rival, al segmento monovolumen. ¿Defectos? Pocos. Quizás el incómodo interruptor en la instrumentación para el ordenador de viaje (cuando en cambio cuento hasta 14 botones en el volante), y también que el piso del habitáculo esté muy por debajo del marco de las puertas a la hora de entrar/salir. Porque postura, ergonomía, asientos o maletero son de nota, éste incluso de los mayores del segmento y con piso variable en altura: 470 litros, que pueden aumentarse a 830 abatiendo la fila trasera.
El SUV que menos gasta
Tampoco esperes en el Suzuki S-Cross un equipamiento de vanguardia. Muy completo, sí, pero sin sofisticaciones más allá del techo panorámico (el primero del mundo con dos paneles de cristal deslizantes) o la cámara trasera. Sí cuenta en cambio con un motor Diesel muy avanzado, la única alternativa al gasolina VVT, también de 1,6 litros y 120 CV. De origen Fiat (el conocido JTD Multijet), este 1.6 DDiS cuenta con nueva inyección, electrónica y periféricos, y es mucho mejor que antes. Bueno sin llegar ya siquiera a las 1.500 rpm, puede que no estire luego demasiado, ni convenga pasar casi de 3.000 vueltas; pero tampoco lo necesita: es el más rápido del segmento en los adelantamientos.
Con desarrollos bien ajustados (por cierto, qué buen tacto de cambio) y mucho par desde abajo, resulta tan suficientemente rápido como, sobre todo, muy económico. Y es que, junto a la buena aerodinámica y a otro gran valor añadido (su bajísimo peso), el Suzuki S-Cross es el que menos consume del segmento, con gastos en carretera que no llegan ni a los 5 l/100 km, y bastante contenidos en ciudad donde pueden mejorarse más montando un Stop/Start que, incomprensiblemente, Suzuki cobra a 400 €. Y es que, apunta, con su nueva plataforma, este Suzuki S-Cross recorta casi 250 kg al Nissan Qashqai y 200 a un más pequeño Opel Mokka. Sorprendente, ya que de media recorta entre 100 y 200 kg a todos sus rivales. Además, respecto al aclamado 1.6 dCi de origen Renault del propio Qashqai, su 1.6 DDiS muestra mejor respuesta en frío y más bajo régimen, aunque también algo más de sonoridad, en cualquier caso nunca demasiado molesta.
Con estos mimbres, la respuesta en carretera del Suzuki S-Cross sólo podía ser tan buena como su motor. Ligereza extrema, poca altura para reducir las inercias y el habitual balanceo de todo SUV en apoyos, la comentada rigidez de chasis… casi parece un buen compacto, muy asentado en la pisada y rápido en su paso por curva. Sólo la dirección desentona del gran tacto general, mostrándose bastante lenta y sin informar demasiado de las trayectorias. Y tampoco sus distancias de frenado son las mejores de la categoría. A revisar para próximas evoluciones.
Llegados a este punto, ¿casa pues la tracción total con este concepto S-Cross? Pues puede que acapare menos de un 20 por ciento de ventas, pero para mí sí. Su All Grip 4WD (compuesto por un embrague multidisco en baño de aceite) funciona realmente bien. Si te ves en un apuro en campo, mete los modos Nieve o Lock para circular siempre en tracción integral permanente y adaptar también el ESP; pero más partido deberías sacar por seguridad al circular en mojado o nieve con un modo Auto que funciona habitualmente como 4x2 hasta que sus ruedas patinan y conecta las traseras. E, incluso, sientes que ganas bastante agilidad en un nuevo modo Sport, que abre no sólo una reacción más directa de acelerador, sino también más envío de par al eje trasero, induciendo mejor los giros. Tendrás así un Suzuki S-Cross, por tanto, con más nervio todavía para atacar un segmento SUV medio donde, también, competirá por precio. Aunque menos equipado y quizá menos coches, el Suzuki S-Cross es hoy más barato que la 2ª generación del Nissan Qashqai. E, incluso, rebaja el precio del segundo más vendido (el Hyundai ix35) en la mayoría de sus versiones. Estamos así ante un coche muy completo.