El veneno de un caracol marino, gran potencial para generar medicamentos

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Universidad de Cádiz y la Universidad del Algarve acaban de presentar la secuencia completa de alta calidad para cada uno de los cromosomas del genoma del cono Lautoconus ventricosus, que permite entender cómo se genera y evoluciona la diversidad de los venenos que estos producen, así como impulsar su potencial para el desarrollo de fármacos.

Ejemplar adulto de Lautoconus ventricosus, el caracol marino estudiado. Foto: MNCN.
Ejemplar adulto de Lautoconus ventricosus, el caracol marino estudiado. Foto: MNCN.

Los conos producen venenos que utilizan tanto para paralizar y capturar a sus presas como para defenderse de sus predadores. En las instalaciones del Servicio Central de Investigación en Cultivos Marinos de la Universidad de Cádiz, el equipo ha logrado mantener en cautividad a varios ejemplares de la especie que se han llegado a reproducir, lo que podría facilitar el futuro estudio de su biología.

Lautoconus ventricosus es un cono que aparece por todo el Mar Mediterráneo y la región del Océano Atlántico cercana al estrecho de Gibraltar en la zona entre mareas, en las grietas de las rocas, y junto con los conos Varioconus guanche y Kalloconus canariensis de las Islas Canarias, son las tres especies de conos que se encuentran en España. “Con un tamaño de 15-60 mm y un caparazón reticulado de color marrón verdoso, fue descrito por primera vez por el naturalista alemán Johann Friedrich Gmelin en 1791 y tiene una larga historia taxónomica, por lo que tenemos mucha información de la especie” explica el investigador del MNCN Rafael Zardoya.

Con 3,59 mil millones de pares de bases organizados en 35 cromosomas, el genoma de Lautoconus ventricosus tiene el mismo tamaño que el del ser humano

El equipo de investigación lleva más de una década trabajando con caracoles conos, principalmente de la región de África Occidental (Islas de Cabo Verde y Senegal). “Primero trabajamos en la identificación morfológica de las especies, después estableciendo sus relaciones de parentesco con genomas mitocondriales, más recientemente hemos caracterizado sus venenos y ahora hemos completado la secuenciación de su genoma”, contextualiza el investigador de la Universidad de Cádiz Manuel J. Tenorio.

Esquema del caracol marino estudiado.
Esquema del caracol marino estudiado. Foto. MNCN.

Con 3,59 mil millones de pares de bases organizados en 35 cromosomas, el genoma de Lautoconus ventricosus tiene el mismo tamaño que el del ser humano. Este gran tamaño se debe a que durante la evolución del linaje de estos gasterópodos se produjo una duplicación genómica completa, cuya huella aún se puede descubrir en el genoma actual” aclara José Ramón Pardos-Blas, también del MNCN-CSIC y primer firmante del trabajo.

Estudio de las toxinas

Para poder localizar los genes productores de las conotoxinas, primero se obtuvo el conjunto de ARNs mensajeros que se producen en la glándula del veneno del cono (lo que se denomina un transcriptoma) y luego se identificaron 289 ARNs mensajeros que podían asignarse a conotoxinas, los péptidos que forman el veneno. “Al mapear estas secuencias en la del genoma hemos comprobado que hay numerosos genes del veneno y que no están agrupados en un único cromosoma, sino distribuidos a lo largo de todo el genoma”, comenta Zardoya.

Éste es el segundo genoma de cono que se publica en el mundo (el primero correspondiente a un cono chino se publicó tan solo hace solo dos meses)

Dada la complicada composición de los venenos que producen estas especies, con el objeto de comprender cómo funcionan y cómo han evolucionado, se necesitan herramientas como la genómica, transcriptómica y proteómica para descifrar su contenido. Tener un genoma de referencia a escala cromosómica, como el que acaban de publicar, es un elemento crucial para futuros estudios. Éste es el segundo genoma de cono que se publica en el mundo (el primero correspondiente a un cono chino se publicó tan solo hace solo dos meses) y muestra que las características genómicas parecen estar conservadas entre todas las especies de conos.

Fuente: MNCN.