Antes de saber qué eran las amonitas exactamente, se creía que eran serpientes enroscadas que se habían convertido en piedra, lo que les valió el apodo de "piedras de serpiente". Sin embargo, no eran reptiles, eran moluscos que habitaban en el océano, específicamente cefalópodos.
Zoë Hughes, responsable de fósiles de invertebrados en el Museo de Historia Natural de Londres, explica: “Las amonitas son cefalópodos con caparazones extintos que usaban para flotar”.
Las amonitas nacían con pequeñas conchas y, a medida que crecían, construían nuevas cámaras sobre ellas
Las amonitas nacían con pequeñas conchas y, a medida que crecían, construían nuevas cámaras sobre ellas. Movían todo su cuerpo a la nueva y sellaban las antiguas, que eran ya viviendas demasiado pequeñas.
Estas conchas en crecimiento se formaban en una espiral plana, conocida como planispiral, aunque una variedad de formas evolucionó con el tiempo. Las conchas pueden ser una espiral suelta o bien enrolladas con verticilos tocándose. Pueden ser planas o helicoidales.

Asimismo, algunas especies comenzaron a hacer crecer su caparazón en una espiral cerrada, pero la enderezaban a través de fases de crecimiento posteriores. También hubo algunas formas más inusuales: la especie Nipponites mirabilis, que se encuentra en Japón, es excepcionalmente rara y se parece un poco a un nudo.
Si bien las conchas de amonita son abundantes en el registro fósil, solo recientemente los científicos han encontrado en uno las partes blandas de ésta. Sin embargo, aún no se ha hallado evidencia fosilizada de sus brazos.
Extinción de las amonitas
La mayoría de los amonitas se extinguieron al mismo tiempo que los dinosaurios no aviares, al final del Período Cretácico, hace 66 millones de años.
Un invierno de impacto persistente detuvo la fotosíntesis en la Tierra y en los océanos, lo que tuvo un gran impacto en la disponibilidad de alimentos y fue devastador para las amonitas
Y es que el asteroide que chocó con lnuestro planeta en este período provocó una extinción masiva global. Un invierno de impacto persistente detuvo la fotosíntesis en la Tierra y en los océanos, lo que tuvo un gran impacto en la disponibilidad de alimentos y fue devastador para las amonitas.

Cuántas especies de amonitas había
Los científicos diferencias las especies de amonitas a través de varios atributos que incluyen la forma de la concha, el tamaño, la edad, la ubicación, características como el número y el espacio de las costillas, las espinas defensivas o la ornamentación que fortalece la concha.
Pero, averiguar exactamente cuántas especies se han encontrado hasta ahora es un poco complicado.
Al igual que los cefalópodos modernos, las amonitas mostraban dimorfismo sexual, que es la notable diferencia de apariencia entre sexos
Al igual que los cefalópodos modernos, las amonitas mostraban dimorfismo sexual, que es la notable diferencia de apariencia entre sexos. No obstante, cuando se encontraron fósiles de éstas que parecían únicos en el pasado, tendieron a registrarse como nuevas especies en lugar de microconcha (macho) o macroconcha (hembra) de una especie existente, ya que esta diferencia entre los sexos aún no se conocía.
Sin embargo, se estima que se han descubierto más de 10.000 especies de amonitas, posiblemente existan incluso más de 20.000.
Al respecto, Zoë declara: "Eran muy diversas y evolucionaron rápidamente, por lo que, si se toma muestras estratigráficas de las rocas, se puede ver la evolución y los cambios a través de ellas".

Qué tamaño tenían las amonitas
Los amonitas venían en una variedad de tamaños, desde unos pocos milímetros hasta enormes más comunes desde el Jurásico Superior en adelante.
La más grande conocida es Parapuzosia seppenradensis, del Cretácico Superior. Tiene 1,8 metros de diámetro, pero está incompleta
La más grande conocida es Parapuzosia seppenradensis, del Cretácico Superior. Tiene 1,8 metros de diámetro, pero está incompleta. Si lo estuviera, podría haber sido de 2,5 a 3,5 metros.

¿Por qué son importantes para la ciencia?
Las amonitas pueden ser una herramienta útil para los científicos. Debido a que son tan comunes y evolucionaron tan rápidamente, son excelentes para ayudar a determinar la edad de las rocas en las que se fosilizaron. Otro uso potencial podría ser informar sobre cómo respondieron los animales al cambio climático en el pasado.
"Los animales marinos con caparazón pueden ayudarnos a mirar hacia el pasado y ver lo que estaba sucediendo en términos de cambio climático después de los eventos de extinción"
Sobre ello, Zoë explica: "Los animales marinos con caparazón pueden ayudarnos a mirar hacia el pasado y ver lo que estaba sucediendo en términos de cambio climático después de los eventos de extinción". Si conocemos períodos de calentamiento o enfriamiento, podemos inferir eso en la ciencia climática moderna.
“Observar el cambio de tamaño te dirá muchas cosas. Muy a menudo, después de un evento de extinción, muchos animales con caparazón se encogen, porque no tienen los recursos que necesitan para crecer”, apunta.
Fuente: Museo de Historia Natural de Londres.