El estudio, publicado el 8 de septiembre en Communications Earth & Environment, sugiere que los bivalvos de cultivo (mariscos como mejillones, almejas y ostras) y los peces pequeños (pelágicos) de superficie capturados en la naturaleza, que incluyen anchoas, caballas y arenques, generan menos emisiones de gases de efecto invernadero y son más ricos en nutrientes que la carne de res, cerdo o pollo.
La investigación tenía como objetivo "hacer un mejor trabajo para comprender los impactos climáticos de los productos del mar, a través de la observación de cualidades nutricionales muy diversas", dice el coautor Peter Tyedmers, economista ecológico de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Canadá.
Los hallazgos se hacen eco de los de estudios anteriores, incluido el de los miembros del grupo de Tyedmers, que se centró en los productos del mar consumidos en Suecia. Esta vez, los investigadores querían incluir una gama global más diversa de pescados y mariscos, señala Tyedmers.
Beneficios de la dieta azul
La producción de alimentos representa aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, principalmente de metano y dióxido de carbono. Más de la mitad de esas emisiones provienen de la ganadería. Las dietas basadas en plantas ofrecen una alternativa de menor impacto al consumo de carne, pero las soluciones tienden a pasar por alto los beneficios de las basadas en mariscos o pescados "azules", dice el estudio.
La mitad de las especies marinas ofrecía un mayor rendimiento nutricional en términos de emisiones
Utilizando 41 especies de mariscos, los investigadores establecieron una puntuación de densidad de nutrientes que representaba los esenciales, como ciertas grasas y vitaminas. Las especies estudiadas incluyeron peces, crustáceos, bivalvos y cefalópodos (el grupo que incluye pulpos y calamares) capturados en la naturaleza y de piscifactoría. Luego, el equipo utilizó los datos de emisiones disponibles para 34 de esas especies para comparar su densidad de nutrientes con las emisiones asociadas con su producción o captura.
La mitad de las especies marinas ofrecía un mayor rendimiento nutricional en términos de emisiones. El salmón rosado (Oncorhynchus gorbuscha), el salmón rojo (Oncorhynchus nerka), los peces pelágicos pequeños capturados en el medio natural y los bivalvos de piscifactoría fueron los que aportaban más proteínas de alta densidad nutricional y los que generaban menos emisiones.
El impacto climático de algunos peces blancos, como el bacalao (Gadus sp.), también era bajo, pero son unos de los alimentos con menos nutrientes por caloría
El impacto climático de algunos peces blancos, como el bacalao (Gadus sp.), también era bajo, pero son unos de los alimentos con menos nutrientes por caloría. Los crustáceos capturados en el medio natural son los que más emisiones producen, con una huella de carbono solo equiparable a la de la carne de vacuno. Los autores señalan que sus datos de emisiones de gases de efecto invernadero no incluyen las “posteriores a la producción”, como las generadas por la refrigeración o el transporte.
El análisis confiere un mayor protagonismo al papel que desempeñan el pescado y el marisco marinos en los sistemas alimentarios, afirma Zach Koehn, científico marino del Centro de Soluciones Oceánicas de Stanford. Añade que un obstáculo para el aumento del consumo de estas especies es su disponibilidad y su precio elevado. Si no se soluciona, es muy posible que muchas personas no se los puedan permitir.
Tyedmers admite que el acceso a una dieta variada es un privilegio. “Cada vez que se sustituye la carne de vacuno por pescado es una pequeña victoria climática. No tiene por qué ser en todas las comidas”, afirma.
Fuente: Nature.









