En los últimos tiempos, hemos sido testigos de inundaciones y tormentas devastadoras, tanto en Europa como en el continente asiático; olas de calor históricas, como las sufridas en Estados Unidos, Canadá y España; y grandes incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos en todo el mundo. Todo ello consecuencia del cambio climático.
A pesar de estas señales tan claras que envía nuestro planeta y las advertencias de los expertos, aún no se han tomado medidas eficaces frente a la crisis climática, tal y como asegura un estudio de un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Oregón (OSU), publicado en la revista BioScience.
“Los eventos climáticos extremos que hemos presenciado durante los últimos años ponen de manifiesto la urgencia con la que debemos abordar la crisis climática”
Los autores observaron un aumento sin precedentes de las catástrofes climáticas desde 2019. “Los fenómenos meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático”, indicó a SINC William Ripple, investigador de la OSU y coautor del trabajo.
“Los eventos climáticos extremos que hemos presenciado durante los últimos años ponen de manifiesto la urgencia con la que debemos abordar la crisis climática”, destaca Philip Duffy, coautor del estudio y director ejecutivo del Centro de Investigación Climática Woodwell.

Según datos de la investigación, los gases de efecto invernadero más perjudiciales para el planeta, entre ellos el dióxido de carbono, establecieron récords de concentración atmosférica en 2020, y de nuevo en 2021, a pesar de que el uso de combustibles fósiles disminuyó como consecuencia de la pandemia. En abril de 2021, la concentración de dióxido de carbono alcanzó las 416 partes por millón, la mayor concentración media mensual mundial jamás registrada.
El mundo todavía está en camino de un aumento catastrófico de la temperatura superior a los 3 grados, lo que tendrá devastadoras consecuencias sobre el planeta
Sin embargo, la Humanidad lleva la tendencia contraria: el mundo todavía está en camino de un aumento catastrófico de la temperatura superior a los 3 grados, lo que tendrá devastadoras consecuencias sobre el planeta.
El dióxido de carbono
Como hemos apuntado ya, la influencia del dióxido de carbono en el cambio climático es enorme, ya que es uno de los gases más contaminantes a nivel medioambiental que existen.
Actualmente, una gran parte de las actividades humanas emiten elevadas cantidades de dióxido de carbono y con el cada vez mayor desarrollo económico y social, está cifra irá en aumento. Por eso, es necesario tomar medidas globales para luchar contra estas emisiones.
Según Ecología Verde, el dióxido de carbono (CO2) procede de dos tipos de fuentes, las naturales y las antropogénicas. Entre las fuentes naturales de emisión de CO2 están la respiración animal, procesos de fosilización, incendios forestales o erupciones volcánicas. Entre las fuentes antropogénicas de emisión de CO2 se encuentran los procesos industriales, quemas de residuos o desechos, quema de combustibles fósiles para obtención de energías, medios de transporte y otras actividades humanas.

Éstas últimas son las que no han parado de crecer en las últimas décadas. Desde fines del siglo XIX, el ritmo de aumento en las emisiones de dióxido de carbono ha crecido y, sobre todo, a partir de finales del siglo XX, que se pasó de una emisión de unos 0,5 ppm al año en 1960 a una media de 2 ppm en 2000. Y la tendencia sigue al alza.
Se prevé que las emisiones de dióxido de carbono aumenten hasta un 130% desde el periodo actual hasta 2050
Y esto sucede fundamentalmente en los países más desarrollados, ya que los menos desarrollados, a pesar de tener el 80% de la población global, solo aportaron un 20% de las emisiones desde 1751 hasta el año 2007.
Se prevé que las emisiones de dióxido de carbono aumenten hasta un 130% desde el periodo actual hasta 2050, según las cifras que aporta la Agencia Internacional de Energía, y que harían falta uno 45.000 millones de dólares para acometer las medidas necesarias para reducir estas emisiones a la mitad.
Impactos medioambientales del dióxido de carbono
El dióxido de carbono es uno de los gases responsables del efecto invernadero. Este efecto es el fenómeno por el cual el calor emitido por el sol es retenido dentro de la atmósfera. Algunos gases, como el dióxido de carbono, incrementan demasiado la retención de calor en la atmósfera y como consecuencia dan lugar a un sobrecalentamiento global, explica Ecología Verde.

Este sobrecalentamiento global tiene consecuencias en el clima mundial y en la vida en todo el planeta. Si bien se sabe que el clima en nuestro planeta es dinámico, en el último siglo el ritmo de estas variaciones climáticas se ha acelerado, dando lugar a un cambio climático a nivel mundial.
La temperatura media global ha aumentado en 0,6 ºC durante el siglo XX y se cree que el aumento será de entre 1 y 5 ºC en el siglo XXI
Una de las causas de este cambio es una excesiva concentración de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, la temperatura media global ha aumentado en 0,6 ºC durante el siglo XX y se cree que el aumento será de entre 1 y 5 ºC en el siglo XXI o aumenta la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos más extremos, como hemos visto más arriba.
Impactos del CO2 sobre la biodiversidad
A nivel del medio marino este sobrecalentamiento global influye en el deshielo del permafrost y los grandes casquetes glaciares. Se calcula que, durante el siglo XXI, el nivel del mar aumentará entre 9 y 88 cm, dependiendo de la localización. Además, se incrementarán los fenómenos de erosión y salinización en áreas costeras. Muchos arrecifes de coral perderán su coloración y morirán, afectando a especies que los usan en su alimentación.

Muchas especies se desplazarán hacia latitudes más frías, buscando aquellos climas para los que están mejor adaptados. Por otro lado, las que tienen menos capacidad para desplazarse, que no sean capaces de adaptarse, morirán o se extinguirán. Además, los fenómenos de deshielo también influirán en la muerte y extinción de muchas especies o por la acidificación de las aguas. Otra consecuencia es que muchas especies animales cambiarán sus rutas migratorias, en la búsqueda de alimento o en sus cadenas tróficas.