En el siglo XIX. el novelista Mark Twain escribió en su obra “A Connecticut Yankee in King's Arthur Court” (1889) que llevar una armadura medieval era algo realmente incómodo y engorroso. A esta idea se unió la imagen de la grúa que iza a los caballeros en la silla de montar, que se difundió ampliamente a lo largo del tiempo, por ejemplo, en la película Enrique V (1944). Este aparato aún persiste hoy en los parques de atracciones medievales donde se pueden ver "grullas medievales".
Un grupo de investigadores del medioevo se ha ocupado de derribar la creencia social del caballero con armadura que se mueve como si estuviera enyesado, con un vídeo y numerosa información recopilada acerca de los diferentes tipos de trajes, su peso y la energía requerida por el cuerpo para realizar cada acción.
Los investigadores abordaron la situación y demostraron el rango de movimiento permitido cuando se usa este elemento
En el vídeo, elaborado para una exposición celebrada en Suiza, los investigadores abordaron la situación y demostraron el rango de movimiento permitido cuando se usa este elemento.

En concreto, el estudio recoge que la armadura medieval permitía al usuario un rango de movimiento casi completo para el que podríamos llamar natural (como caminar, sentarse o pararse) o para el de combate.
La carga adicional, que impresiona tanto, es comparable a la impuesta a los soldados modernos con chaleco antibalas y equipo completo, o a la impuesta al bombero con sus botellas de oxígeno, aseguran los investigadores.
El estudio indica que los soldados de la Edad Media se las arreglaban bien para moverse, pelear y hasta dormir vestidos en metal
De esta forma, el estudio indica que los soldados de la Edad Media se las arreglaban bien para moverse, pelear y hasta dormir vestidos en metal. ¿La clave para ello? El entrenamiento de un cuerpo que estaba cubierto por piezas que podían llegar a los 50 kilos de peso.

Como anécdota, la web explica que, a comienzos del siglo XVI, unos armeros crearon una armadura para que Enrique VIII lo la usara en el combate contra su rival Francisco I. Ésta encapsulaba todo el cuerpo con láminas de acero sin dejar ninguna parte al descubierto. Esta increíble armadura, un exoesqueleto de alta tecnología, se tomó como modelo para el diseño de los primeros trajes espaciales en la década de 1960.
Armaduras medievales pesadas
Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Leed realizaron un estudio donde evaluaron cuánta energía habría usado alguien con armadura con la ayuda de una cinta de correr.
El resultado concluyó que las armaduras medievales eran tan agotadoras de usar que podrían haber afectado los resultados de batallas famosas
El resultado concluyó que las armaduras medievales eran tan agotadoras de usar que podrían haber afectado los resultados de batallas famosas.
El investigador principal, Graham Askew, explicó: "Si miras estas armaduras, pesan entre 30 y 50 kilos, por lo que es una gran fracción del peso corporal del usuario".
Voluminosos trajes de batalla
En el siglo XV, a medida que avanzaba la carrera armamentista con el desarrollo de armas nuevas y poderosas, como el arco largo y la ballesta, la armadura también evolucionó.

En la Europa medieval tardía, estos voluminosos trajes de batalla se construían principalmente con placas de acero entrelazadas, que cubrían al soldado de la cabeza a los pies.
Pero, con la protección adicional, vino un mayor peso e incomodidad, que nadie hasta ese momento había cuantificado.
El equipo descubrió que caminar y correr con la armadura consumía el doble de energía que hacer lo mismo sin ninguna armadura
Así, los investigadores pidieron a cuatro participantes, que se pusieran unas réplicas exactas de armaduras del siglo XV y se subieran a una cinta a correr.
Al registrar la cantidad de oxígeno que ingirieron y el dióxido de carbono que produjeron, el equipo pudo calcular cuánta energía estaban usando. Las cámaras de alta velocidad también ayudaron a los investigadores a estudiar cómo los voluntarios usaban sus extremidades.
El equipo descubrió que caminar y correr con la armadura consumía el doble de energía que hacer lo mismo sin ninguna armadura.
El pecho y las placas traseras de la armadura medieval también afectaban la respiración: en lugar de poder tomar respiraciones largas y profundas mientras sudaban, los voluntarios se vieron obligados a tomar respiraciones superficiales y frecuentes, y esto también consumió más energía.