Volvo y Daimler advierten de consecuencias negativas por políticas de Trump

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Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).

 

Volvo acaba de inaugurar su primera planta en los Estados Unidos, que producirá en exclusiva el sedán S60 para el resto del mundo.

 

Håkan Samuelsson, CEO de Volvo, propiedad del fabricante chino Geely, aprovechó para hablar acerca de la guerra comercial iniciada por Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, quien ha aprovechado una vieja ley de la época de la Guerra Fría para establecer aranceles de manera unilateral sin necesidad de la aprobación del congreso, alegando motivos de “seguridad nacional”.

 

 

Hasta ahora, Volvo importaba la totalidad de los modelos que vende en al norte del Río Bravo, pero el ejecutivo sueco indicó que se espera que la nueva planta en Carolina del Sur cree hasta 4,000 nuevos empleos (ya cuenta con una plantilla de 900 trabajadores) y que la mitad de la producción del S60 sea destinada a exportación, lo que se antoja complicado de existir barreras comerciales de parte de China y Europa, que serían los principales destinos del nuevo sedán.

 

 

Samuelsson considera que las políticas de Trump, las que califica como un “regreso al siglo XIX”, van contra la lógica de las economías modernas, pues terminarían por fabricar los autos de manera local en otro países, lo que requerirá invertir en más plantas y líneas de montaje y al final elevará los precios de los automóviles. Además de la futura XC90, la planta de Charleston podría producir modelos de Lynk & Co, claro, si el proteccionismo no lo impide.

 

 

Daimler, por su parte, ha tenido que reajustar sus planes de crecimiento ante la baja en ventas y la disminución del valor de sus acciones. La Unión Europea ofreció reducir aranceles a productos de origen estadounidense en caso que se dé marcha atrás con la amenaza de cuotas del 25% a los autos extranjeros, aunque ante la falta de voluntad en Washington, ya preparan tarifas análogas en represalia.

 

 

Wilbur Ross, secretario de comercio de los Estados Unidos, dice que el objetivo del aumento de aranceles es propiciar que los demás países reduzcan sus tarifas (¿?), con lo que tendrían un “campo de juego nivelado”. Alegó de nuevo la falta de respeto a la propiedad intelectual y las transferencias de tecnología forzada en China. Además que califica las represalias de otros países en materia de acero y aluminio como “medidas contra el Dumping, siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos”.

 

Lo que tenemos que hacer es crear un entorno donde sea más doloroso para estas partes, que tienen estas enormes barreras comerciales, tanto arancelarias como no arancelarias, para que les resulte más doloroso mantener esas barreras que deshacerse de ellas”. Indicó el burócrata.

 

 

Si bien China ha establecido políticas proteccionistas que obligan a compartir tecnología con empresas locales, pocas marcas se han quejado de ello, pues el costo parece ser adecuado ante el enorme mercado que representa el gigante asiático, al grado que no son pocas las firmas que se han salvado de desaparecer –como Buick o PSA- gracias a las ventas en aquella región. Lo que además parece proporcionar una compensación adecuada tras la explotación de recursos vía colonialismo.

 

 

Por el contrario, el libre comercio en Estados Unidos ha propiciado que los autos y otros productos tecnológicos sean relativamente baratos –la libre fluctuación de precios puede hacer que de hecho lleguen a ser más caros-, sean de producción nacional o foránea, a pesar del alto costo de mano de obra local.

 

 

Sin embargo, como explica Samuelsson, los precios podrían comenzar a elevarse, eso, o se reduce el nivel de ingresos de los trabajadores, algo que podría afectar también a otros ramos de manufactura y a productores agrícolas, además de la industria portuaria, que ha crecido gracias a la importaciones desde México, China y Europa (algo que ya señaló el senador republicano, Lindsey Graham) y a las exportaciones de las automotrices extranjeras en los Estados Unidos, como Mercedes-Benz, Toyota, Honda, Nissan, BMW o la propia Volvo.