Mitsubishi L200 2016: primeras impresiones

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Por Manuel Fernández

 

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Teniendo en cuenta que en relación a su predecesora conserva la oferta mecánica e incluso la distancia entre ejes, se habrían esperado unas impresiones de manejo no muy distintas, pero al ser esta L200 un cambio generacional según Mitsubishi, también se hizo evidente una evolución.

 

Sus acabados lucen un poco más robustos y vistosos en cuanto al grosor de ciertos remates o decoraciones en negro brillante que restan parquedad, piezas como el volante las comparte con el Mirage y la Outlander.

 

 

Lo importante está en las variaciones en términos de suspensión y dirección. En el primer apartado percibimos a la L200 considerablemente menos saltarina que su predecesora al circular descargada, mientras la dirección ya presenta una desmultiplicación que la hace más inmediata en su respuesta, debido a que la anterior era muy lenta, con más de cuatro vueltas entre topes. Eso ya no ocurre en este nuevo modelo.

 

 

Como bien se comentó, en cuanto a motor no cambia. Tuvimos entre manos la vertiente con un Diesel de 2.5 litros con 136 caballos y 314 Nm de par, cuyo desempeño óptimo en la práctica se da en un rango entre unas 2,000 y 3,000 rpm y, en efecto, entre ese régimen lo tienden a mantener las relaciones de la caja manual de cinco velocidades, en la que una sexta no habría estado de más ya sea para acortar la caída de tercera a cuarta o como desahogo a ritmos de autopista.

 

Próximamente tendremos la renovada L200 para una valoración completa.