MINI Clubman 2016: primeras impresiones

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Por Manuel Fernández (desde Savannah, Georgia)

 

El Clubman solía ser la guayín sobre el tradicional hatchback que tantos éxitos ha cosechado desde que su primera reinterpretación apareciera a comienzos de la década pasada. Para esta ocasión, y tomando la base del para muchos hereje BMW Serie 2 Active Tourer de tracción delantera, MINI replanteó uno de sus modelos más alternativos (entiéndase menos vendidos, por lo menos en nuestra región) y lo hizo crecer a proporciones que mucho se alejan del nombre de la marca en sí mismo.

 

Algunas referencias: un MINI normal mide de largo 3.82 metros, uno de cinco puertas crece hasta 3.98 y este Clubman se estira a 4.25 m. El ancho pasa de 1.72 m de los dos primeros hasta 1.80 y la distancia entre ejes de 2.49 y 2.56 m a 2.67 m. Tantos centímetros hacen que el Clubman migre del segmento B al C y ahí vale la pena poner otros números: un Volkswagen Golf, símbolo genérico de los hatchbacks compactos, mide justo 4.25 metros de longitud, casi 1.80 de ancho y, de hecho, se queda un poco corto ante el Clubman en su distancia entre ejes con 2.63 m. La altura es calcada con 1.44 m.

 

 

Hablamos del MINI menos “MINI” que hay, un compacto con disfraz de guayín, debido a que en sí no es un hatchback pues la compuerta (hatch) son dos portezuelas de apertura dividida, en honor al Clubman original y al anterior, del que perdemos las puertas “suicidas” dándole paso a unas más fáciles que son convencionales y dejan acceder a unas plazas muy amplias.

 

En México se venderá por 550,000 pesos la versión más equipada posible (o casi), con un dos litros turbocargado de 192 caballos y 280 Nm de par (Cooper S) acoplado a una caja automática de ocho velocidades, mismo tren motor que ya conocemos en el Active Tourer y con el que ya nos hemos familiarizado a su excelente desempeño.

 

Y es que más allá del conjunto mecánico, lo que llama la atención es que probablemente vamos en el MINI más refinado de la historia y quien escribe estas líneas lo fundamenta al conocer todas las generaciones del hatchback, el Countryman, el Paceman y demás derivados (que no son pocos). Tal vez sea gracias a la larga distancia entre ejes (roza la de un mediano de hace una década) o al ajuste de suspensión menos firme, o a ambos apartados, pero por primera vez es posible hablar con certeza de un MINI para uso diario, de un MINI que no es rígido o nervioso. Sí, está la necesaria firmeza para la sensación ágil típica de la casa inglesa, pero la calidad de marcha con el paso de los kilómetros era algo desconocido hasta ahorita para un producto de estos, alejándose incluso del muy decente equilibrio de los Countryman y Paceman.

 

 

El palpable refinamiento también es evidente en el gran nivel de acabados. Esforzándose se encuentra alguna falla. Un colega que solía estar en la redacción de AP dio con una rebaba escondida en un orificio de donde sale el cinturón de seguridad, pero en realidad le echó ganas para verla.

 

En general hay un plástico mullido en tablero y consola central de buen aspecto y textura, botones sólidos y agradables de accionar y una muy lograda iluminación de instrumentos y decorativa. La postura al volante es la típica BMW con asientos excepcionales por ergonomía y un ajuste muy intuitivo, si bien los puntos fijos de los respaldos manuales podrían estar más cercanos.

 

Solo se nos venderá el Cooper S, pero también manejamos el Cooper de tres cilindros (1.5, 136 hp) y la diferencia más clara, además del obvio cambio de aceleración (pasa de buena a muy buena, siempre muy progresiva), es una dirección aún más directa, a veces muy sensible en autopista, una marcha solo un poco menos permisiva y un embrague un tanto más duro de operar en las unidades manuales que pudimos llevar por varios kilómetros, aunque eso último no es tan relevante teniendo en cuenta que en México veremos por ahora, tal como se comentó, solo la buena caja automática Aisin de ocho escalones.

 

Debido a su buen ajuste dinámico y una identidad de diseño conservada con esmero, este MINI, que ya no es MINI en tamaño, mantiene la esencia actual de la firma británica propiedad de alemanes, queriendo ser el paso lógico para quienes ya necesitan un automóvil más racional pero deseen aferrarse a la diferenciación. Bien decían en una de las presentaciones durante el evento que puede que haya elementos tecnológicos iguales en otros hatchbacks disponibles en el mercado, pero la clave está en la forma en que se presentan.