Hace ya 10 largos años, Ford anunció que descontinuaría la marca Mercury, poniendo fin a una enorme tradición automovilística que comenzó a finales de los años 30 y fue fundamental para cimentar a Ford como uno de los consorcios automotrices más grandes del mundo.
Por Edmundo Cano
Imágenes: Ford
A mediados de los años 30, Ford Motor Company era uno de los fabricantes automotrices más exitosos del mundo, luego de
haber cimentado su reputación desde principios de siglo con el Modelo T, con Lincoln como su filial de lujo, y habiendo sacudido a la industria con el primer V8 de fabricación realmente masiva en 1932.
Sin embargo, Edsel Ford, presidente del óvalo azul en ese entonces, se percató de que sus competidores más directos,
General Motors y Chrysler, estaban incorporando cada vez más marcas a su catálogo, por lo que en el futuro cercano no podría competir adecuadamente solo con Ford y Lincoln.
El comienzo
Así,
en 1937 funda Mercury como una marca que cubriera la brecha de equipamiento, lujo y precio entre Ford y Lincoln, siendo una especie de auto de lujo ‘de entrada’. En el año de su fundación, Mercury gozó de carrocerías totalmente propias, lo cual cambió en 1939 con la introducción del nombre Eight para sus modelos, que
comenzaron a compartir el chasis y el monocasco de la carrocería con productos Ford, para abaratar costos y hacer a la nueva división más redituable, y se diferenciaban vía varios elementos, como parrillas, faros y calaveras, y claro, el nivel de lujo en sus interiores.
La mecánica también se mantendría prácticamente igual a Ford, aunque Mercury llegaría a ofrecer comodidades que Ford no tendría, como
una transmisión automática a principios de los años 40, algo en ese entonces reservado solo para autos de lujo.

Bajo un mismo techo
En 1945, Mercury y Lincoln fueron integradas en una sola división, donde compartirían publicidad, pisos de venta y estrategias de negocios.
Sin embargo, Mercury siguió siendo un ‘Ford más lujoso’ hasta 1949, cuando todas las divisiones de Ford Motor Company presentaron sus totalmente nuevos diseños de la época de la posguerra. Aquí fue donde comenzó la diferenciación más grande de Mercury con respecto a sus contrapartes de Ford y de Lincoln.
Diferentes
A pesar de compartir el monocasco de la carrocería con Lincoln,
los nuevos diseños de salpicaderas integradas permitían diseños mucho más distintivos para cada marca que en la preguerra. Esto no se compartiría en el segmento de las pick-ups, en donde las camionetas Mercury no eran más que Fords F-100 con parrillas distintas y el nombre Mercury estampado en la tapa de la batea.
Icono hot roddero
El Mercury Eight de 1949-1951 fue un diseño extremadamente armonioso que en poco tiempo
se convirtió en uno de los favoritos del entonces boyante movimiento ‘hot roddero’ en los Estados Unidos, en específico de los ‘customizadores’ cuyo objetivo no era hacer autos más potentes y rápidos, sino reestilizarlos completamente.
Uno de estos ejemplares modificados,
el Mercury ’51 de Bob Hirohata, customizado por George y Sam Barris en 1953, se convirtió en uno de los coches modificados más importantes e influyentes para la cultura automotriz no solo de los Estados Unidos, sino a nivel global, y hoy en día
está incluido en el Registro de Vehículos de Importancia Histórica y Cultural por la Asociación de Vehículos Históricos del Instituto Smithsoniano.
Personalidad propia
Para la segunda mitad de los años 50, durante la ‘guerra de estilo’ que se libró en Detroit en aquellos años,
Mercury portó los diseños más atrevidos de toda Ford Motor Company. La marca tenía chasises y motores específicos, y autos como el Turnpike Cruiser de 1957, que ofrecía opcionalmente un V8 OHV supercargado que sobrepasaba los 300 hp, o
el motor opcional ‘Super Marauder’ de 7 litros de desplazamiento y 400 hp introducido en 1958, ayudaron a que Mercury tuviera una personalidad propia, totalmente diferente a Ford y Lincoln, y se mantuviera dentro de las 10 marcas más vendidas en Estados Unidos hasta la llegada de los años 60. Incluso competía contra la misma Ford en NASCAR.
Nueva época
Con la nueva década, llegó una recesión económica que golpeó a muchas marcas, entre ellas Mercury, que comenzó a compartir de nuevo carrocerías y chasises con Ford para abaratar sus costos. Además de sus ofrecimientos ‘full size’ que eran equivalentes del Ford Galaxie,
Mercury entró al segmento de los compactos con el Comet, la contraparte del Ford Falcon, que fue el primer Mercury en portar un motor que no fuera un V8, un 6 cilindros en línea de 90 hp.
Adiós México
Algo más pasó a principios de los 60:
Mercury salió de México luego del decreto gubernamental que cerró el mercado nacional por los siguientes 30 años; Ford no podía justificar mantener la presencia de sus tres marcas en el país, así que
solo el óvalo azul se quedó en México; Lincoln y Mercury dijeron adiós al consumidor nacional.
Músculo elegante
En 1967,
Mercury entró de lleno en el segmento de los pony cars con el Cougar, la alternativa más lujosa al popular Ford Mustang, que gracias a una gran variedad de motores V8, se convertiría en un auténtico muscle-car hacia el final de la década.

En ’67, incluso
corrió en el campeonato Trans Am con nada menos que Dan Gurney al volante, peleando el campeonato palmo a palmo con Ford y su Mustang, que terminó ganándolo por solo 2 puntos.
En NASCAR, el Mercury Cyclone Spoiler entró a la guerra aerodinámica como contraparte del Ford Torino Talladega, para hacer frente a
Dodge y su Charger Daytona alado.
Grandes cambios
Los años 70 trajeron grandes cambios para Mercury, al igual que para prácticamente todas las demás marcas americanas. En principio, Mercury se concentró en dotar de más lujo y equipamiento a todos sus modelos, aunque no pudo evitar lo inevitable y
tuvo que adoptar a los nuevos compactos y subcompactos que se convertirían en la norma de la industria, con el Bobcat y el Comet, las contrapartes del Ford Pinto y Maverick. Sin embargo, Mercury también se convirtió en la marca elegida para traer a tierras norteamericanas el Ford Capri, un deportivo europeo un poco más grande que el Pinto, que sería todo un fracaso de ventas.
La era Malaise
Para la segunda mitad de los años 70, Mercury había abandonado todo signo de deportividad,
concentrándose en autos enormes y lujosos que lo distinguirían de Ford, pero que no llegaban a ser Lincolns, regresando a su orientación inicial.
Aun así, la era en que Mercury era una firma distintiva y con personalidad propia había llegado a su fin, y
a partir de este momento, prácticamente todos sus autos serían Fords con otro emblema y algunas piezas diferenciadoras. Sin embargo, esto pareció venirle bien a la marca, que tuvo su mejor año de ventas en toda su historia en 1979, al vender más de 670,00 vehículos.
Bienvenida la modernidad
Los años 80’ fueron exactamente la misma historia: prácticamente todos los Mercury eran Fords con otros emblemas y algunas piezas distintas; sin embargo, la modernización que representó
la adopción de las plataformas de tracción delantera y los motores pequeños y eficientes, significó un profundo cambio para ambas marcas.
Autos como el Ford Tempo y Escort tuvieron su contraparte Mercury,
el Topaz y Lynx. La nueva y moderna plataforma Fox de tracción trasera ahora alojaba al Mustang, Thunderbird y LTD,
todos ellos con contrapartes Mercury: Capri, Cougar y Marquis. Y en el segmento de autos de lujo, el Grand Marquis compartía todo con el Ford Crown Victoria. Cuando en 1985 llegó al mercado el revolucionario Ford Taurus, Mercury también tuvo su versión, el Sable.
En 1989, Mercury cumplió 50 años, celebrándolo con ediciones especiales de casi todos sus autos.
En México otra vez, pero…
También en los 80 ocurrió algo muy particular:
Mercury regresó a México, pero bajo la marca Ford. Muchos de los autos que tuvimos como Ford en nuestro país en ese entonces eran Mercurys con el emblema de Ford. Nuestro Ford Topaz era un Mercury. Nuestro Ford Taurus era un Mercury. Nuestro Ford Cougar era un Mercury, y se vendía junto al Thunderbird. Nuestro Ford Grand Marquis era un Mercury. Ford de México utilizó muy bien el ‘badge engineering’ para
ampliar su gama de productos en el mercado nacional, ofreciendo autos Mercury como Ford y vendiéndolos junto a sus contrapartes del óvalo azul. Algunos de los Ford más queridos de México eran en realidad Mercurys.
Una nueva era
En los años 90, la globalización automotriz trajo grandes cambios a Ford Motor Company y todas sus divisiones.
Acuerdos con Mazda y Nissan produjeron autos como el Mercury Capri, un extraño convertible que no tuvo contraparte de Ford, y la Mercury Villager, una minivan que del lado de Nissan era la Quest.
Nuevos Mercury llegaron a escena, como el Mystique, la contraparte del Ford Mondeo, que ya vimos en nuestro país como Mercury auténtico, pues luego de que el decreto gubernamental que había cerrado nuestro mercado por más de 30 años fuera levantado a principios de la década,
Ford Motor Company reintrodujo Mercury como una marca independiente a México. Por fin, luego de años de venderse como Fords, Mercury recuperaba su identidad propia en nuestro país. El Sable, el Cougar, la Villager, el Grand Marquis, todos ellos los vimos por fin como lo que eran: Mercurys.
El principio del fin
Mercury entró al nuevo milenio siendo una marca rentable, pero que sufriría una crisis de identidad durante esta época que terminaría por sellar su destino.
Buscando atraer clientes más jóvenes a las agencias, Mercury reinventó al Cougar como un coupé compacto deportivo de tracción delantera que fue un fracaso total.
Una versión deportiva del Grand Marquis, el Marauder, puso los reflectores en la marca por un tiempo, pero su naturaleza limitada realmente no ayudó a la situación. Y el resto de sus ofrecimientos eran, de nuevo, idénticos a los de Ford, con piezas diferenciadoras.
Las ventas de Mercury comenzaron a caer en picada, y la crisis económica del 2008 solo agravó la situación.
Ford Motor Company tomó la decisión de descontinuar Mercury para procurar la supervivencia de Lincoln, su división de lujo, pues las estropeadas finanzas del grupo simplemente no permitían conservar a ambas, y prácticamente toda la gama Mercury tenía un contraparte Ford a esas alturas.
Clavos al ataúd
Mercury era simplemente insostenible, y
en junio de 2010, Ford Motor Company anunció la muerte de la tradicional marca. El 4 de enero del 2011 salió de la línea de producción de la planta de Saint Thomas en Ontario, Canadá, marcando el final de una marca que alguna vez fue la sexta mejor vendida del mercado estadounidense y que, para cuando fue descontinuada, tenía menos del 1% de participación en dicho mercado. Aun así,
el nombre Mercury y los logotipos usados por la firma durante su historia siguen siendo patentes activas de Ford Motor Company. ¿Veremos alguna vez el regreso de esta firma histórica?