No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero el Mazda MX-5 es uno de los coches más difíciles de reemplazar del mercado. No es sólo su diseño, es la forma de mantenerse fiel a unas proporciones determinadas combinándolas con un diseño minimalista, pero de vanguardia, un habitáculo enfocado en la conducción, un chasis lleno de emoción y un motor que proporcione la potencia adecuada para convertir cada kilómetro en una verdadera sonrisa.
Si bien es cierto que desde que la marca mostró el concepto Iconic SP en el Japan Mobility Show del pasado año los aficionados se están frotando las manos por la espectacularidad de sus “sencillas” líneas, también es cierto que hay quien se las ha echado a la cabeza esperando un trasvase técnico del concepto a la que será la quinta generación del roadster más vendido de todo el planeta: ¿un eléctrico de autonomía extendida para el Miata para se lanzará, probablemente, antes de 2026? Cuanto menos, dudoso, al menos durante una década más.
Nadie mejor que Mazda entiende al MX-5
Es cierto que con el sistema de doble rotor actuando como generador de corriente eléctrica que utiliza el Iconic SP, con un sistema de propulsión cien por cien eléctrica y baterías de apoyo para circulación cero emisiones locales, es decir, un sistema equivalente al que utiliza la marca en el MX-30 e-Skyactiv R-EV, cumple una de las máximas que debe seguir respetando el próximo MX-5 para ser un digno sucesor: un peso realmente bajo. El citado concepto tiene un peso de sólo 1.450 kilos y unas dimensiones de apenas 1,5 m de altura, 1,85 m de ancho y 4,18 m de largo.
Estas proporciones hacen presagiar que va a ser definitivamente el modelo y diseño que utilice Mazda como base estética para el futuro MX-5. La verdad es que no habría mejor sistema de propulsión que represente el pasado y el salto hacia el futuro de esta marca, y con el que, gracias a potencias estimadas de 370 CV, conseguirían dar vida al MX-5 de producción más potente, eficiente y respetuoso de toda la historia. Pero de todos es sabido que la esencia del MX-5 no es tanto la potencia ni la tecnología de vanguardia… aunque ya sabemos que Mazda tiene un nuevo as en la manga para que uno de estos conceptos cambie radicalmente.
El Mazda MX-5 seguirá siendo un coche de proporciones contenidas, capó largo y zaga cortada enfatizando su carácter de deportivo de propulsión. A sabiendas del furor que ha levantado el diseño del Iconic SP, no van a faltar recursos estéticos derivados de él, definiendo una afilada zona frontal con gran apertura en la que la calandra se convierte en algo más que un signo identificativo de la marca; contará con un labio inferior integrado con efecto en la aerodinámica. Sería correr demasiados riesgos utilizar las puertas tipo mariposa del concepto, pero en la zaga también habrá rasgos de él, consiguiendo máxima espectacularidad. Mazda tiene claro que hay que trabajar en la accesibilidad mejorando las dimensiones del habitáculo, pero enfocándose al máximo en su conducción. Y, lógicamente, también veremos una evolución en materia de infoentretenimiento.
Electrificado, sí, pero de combustión. Skyactiv-Z se postula como la tecnología definitiva
Si algo ha demostrado Mazda es ingenio para mantener con vida al motor de combustión, aunque con soluciones, cuanto menos, de lo más singulares. Sus motores de seis cilindros en gasolina y diésel son todo un ejemplo de ello. Y muestra de que Mazda nada a contracorriente lo acaba de volver a demostrar con su nuevo motor 2.0 Skyactiv-G de cuatro cilindros y 140 CV, una sedosa máquina de coser por su sedoso funcionamiento que acaba de montar en los Mazda 3 y el SUV CX-30. Este motor está electrificado por tecnología Mazda M-Hybrid, ofrece abudante par y una curva de potencia adecuada a los nuevos estándares. Ahora, sabemos que la marca está trabajando en nuevas tecnologías para motores de gasolina que le sentarán como anillo al dedo al MX-5.
Se trata de motores E-Skyactiv-Z, inicialmente desarrollados con arquitectura de seis cilindros, pero basados en una familia modular que tendrá versiones de 4 cilindros en línea. En esencia, es una evolución sobre E-Skyactiv-X, una tecnología que ha dado buenos resultados en cuestiones de emisiones y suavidad de funcionamiento, pero no tanto en talante mecánico. E-Skyactiv-Z viene a perfeccionar la fórmula de encendido por compresión y chispa de los X, ampliando el rango de funcionamiento con mezcla ultra pobre, pero a su vez potenciando el carácter mecánico y beneficiándose de una electrificación más poderosa. El MX-5 lo combinaría con una caja manual de 6 velocidades o una automática de 8 marchas derivada del CX-60.
Es una tecnología con la que Mazda podría conseguir rendimientos muy superiores a los que definitivamente tendrá el MX-5, estimados en no más de 250 CV en su versión tope de gama, con la finalidad de seguir siendo el roadster popular que siempre ha representado. Todo esto garantiza un bajo peso y, sobre todo, esa conducción que lo ha convertido en uno de los coches más divertidos del planeta. Seguiremos informando.
