Es muy difícil encontrar a alguien que no sepa lo que es un coche deportivo o al menos se haga una idea aproximada. Pero este tipo de modelos no solo son lo que sus apariencias dejan entrever a primera vista, son tanto una forma como un sentimiento de la conducción totalmente diferentes, en la que se busca que cada día o trayecto sea totalmente emocionante.
Aunque está claro el diseño importa y mucho. Un coche deportivo debe tener una imagen emblemática, de esas que hacen girar instintivamente los cuellos cuando pasan por tu lado en la ciudad, pero también que te hacen fijarte detenidamente en los momentos en los que te cruzas con ellos por una carretera. Al final esto es lo que les convierten en leyendas y les hacen más deseados durante muchos años para los grandes aficionados del automóvil.

Por eso es importante que este tipo de coupé deportivo eléctrico cuente con elementos como poderosas llantas, capaces de combinar en su diseño la eficiencia con la ligereza, o unos puestos de mando que envuelvan al conductor. Todo tiene que estar relativamente concentrado para que este se centre en lo importante, que es la carretera, haciéndolo a través de un volante que en muchos casos suelen estar achatados y asientos con características como los reposacabezas integrados, así como una gran sujeción del cuerpo para momentos en los que las curvas se hacen más presentes.
Una conducción que despierte los sentidos
También es muy valorado por los puristas que la propulsión sea trasera. Este esquema es el habitual en los coches de competición y ha acompañado siempre a los deportivos más emblemáticos que se conocen. Al volante, la sensación es mucho más placentera y te lanza virtualmente cada vez que aceleras con firmeza.

Y precisamente en este aspecto es en donde los coches eléctricos, y más los deportivos, levantan más pasiones a sus propietarios. Al fin y al cabo, un motor de combustión necesita buscar unas revoluciones determinadas para poder entregar todo su par. En cambio, en este tipo de propulsores la película es completamente diferente, pues desde el momento que apretamos el pedal derecho tendremos a nuestra disposición todo el poderío del motor. Es como experimentar la aceleración de una montaña rusa, pero cuando y donde tú quieras.
Deportividad eficiente
Vale, quizás no necesites ese ímpetu cada vez que cojas el coche, pero para eso estarán de tu lado los modos de conducción, algo casi imprescindible ya en un deportivo actual. De esa manera podrás pasar de configuraciones más cómodas, a otras en las que se prima el placer de la conducción ofreciendo una dirección más precisa y directa, así como una respuesta del motor mucho más incisiva. Es como tener varias personalidades dentro del mismo coche.
Y finalmente en un eléctrico se valora muy positivamente la aerodinámica, un aspecto en la que los deportivos han sido siempre unos auténticos referentes. Un coeficiente más bajo aporta una menor resistencia al viento, lo que permite que puedan ser mucho más rápidos, pero en este caso también les permite aprovechar mucho mejor cada kilovatio para intentar exprimir al máximo la capacidad de su batería.