Ha llegado hace un año y podría ser, además, para quedarse. Tal y como pronostican ya muchos epidemiólogos y expertos sanitarios, el uso obligatorio de la mascarilla, al menos en determinados ámbitos, podría extenderse durante varios años. Ni siquiera las prometedoras vacunas que se empiezan a aplicar entre la población prevén que a corto plazo podamos olvidarnos de ella. Más nos vale ir acostumbrándonos, si es que no lo estamos ya.
En España, su uso está regulado por un real decreto del Gobierno y la infracción acarrea multas de 100 euros. Es obligatoria en todos los espacios públicos, tanto cerrados como en la calle, y por supuesto también en el coche, siempre y cuando viaje alguna persona que no sea conviviente.
Sin embargo, Alemania prevé endurecer aún más la medida de protección, planteando ya abiertamente nuevas normas. Y es que, según informan hoy nuestros colegas alemanes de Auto Motor und Sport, el Ministerio Federal de Transporte germano tiene previsto próximamente hacer obligatorio el uso y la tenencia de la mascarilla en el coche. Una medida que, de aplicarse, tomaría aproximadamente la misma normativa que ya existe con los chalecos de seguridad o los triángulos de emergencia, elementos obligatorios siempre en los vehículos.
Al parecer, siempre según estas mismas informaciones, el Ministerio de Transporte alemán estaría incluso considerando la opción de proponer llevar en el coche dos mascarillas, algo que prevé regular con una enmienda al Reglamento de Licencias de Tráfico Vial (StVZO). Al igual que ocurre en Alemania con los chalecos de seguridad, esta nueva medida supondría una infracción con multas de 15 euros si no se respetan. Ya sabemos que en el país bávaro las sanciones económicas son muy diferentes, también las de velocidad, a las de España, con cuantías menores en muchos casos.
Las principales asociaciones de automovilistas y la industria del motor en Alemania, en general, se opone rotundamente a una medida de la que, incluso, se estudia que sea obligatoria incluso una vez pasada la pandemia. El ADAC, por ejemplo, considera que “las regulaciones son aceptadas por la gente si son comprensibles y la necesidad de regulación es reconocible”, algo que no ocurre en esta ocasión. Veremos si finalmente se aprueba.