El punto de inflexión de Oldsmobile se sitúa en los años 30. Tras dos décadas de continuos cambios en los métodos de producción, la marca encuentra por fin un nuevo camino para su desarrollo: la innovación tecnológica. Es verdad que la filial de GM ya había avanzado sus intenciones con el lanzamiento de los primeros vehículos con velocímetros (1901) o de piezas cromadas (1925); sin embargo, ninguna de estas primicias tuvo tanta influencia como la comercialización de la primera caja de cambios totalmente automática.La nueva transmisión, integrada en el modelo Hydra-Matic, revolucionó completamente el mundo del motor. Tenía cuatro velocidades y estaba disponible a un precio adicional de 57 dólares. En la década de los 40, todos los vehículos de la marca estaban ya equipados con el cambio automático. Entre ellos, y por encima del resto, destacaba el Dynamic 76, un automóvil que montaba un motor con 6 cilindros en línea de válvulas laterales y al que, en 1949, sustituiría el sensacional Oldsmobile 88.Este nuevo modelo, precisamente, fue el encargado de introducir en el mercado la segunda gran innovación de la renovada Oldsmobile: el motor V8 con válvulas en cabeza, denominado Futuramic Rocket. Gracias a esta mecánica de 5 litros y 135 CV de potencia, el 88 se convirtió pronto en el coche preferido del NASCAR, campeonato que dominó claramente durante años. Por aquel momento, además, la marca (al igual que otras divisiones de GM) empezaba también a desarrollar lo que hoy conocemos como "concept-cars" y que en aquellos años se denominaban “autos de ensueño". De una de estas iniciativas nació el Starfire, un coche que, no sólo contó con el beneplácito del mercado, sino que supuso un cambio de estrategia de la firma, ahora centrada en los vehículos de lujo. Modelos tan populares como el Cultass o el Delta dejaron paso a la fina carrocería de fibra de vidrio del Starfire, el lujoso automóvil deportivo de 6 pasajeros. Su nombre se inspiró en el avión de caza Lockheed Starfire, con el que compartía un marcado estilo futurista y su pasión por la velocidad: el modelo aceleraba de 0 a 96 km/h en 8,5 segundos.El Starfire, sin embargo, no puede considerarse hoy en día como el modelo más carismático de Oldsmobile. El verdadero “buque insignia" de la compañía llegó en 1966, cuando el entonces jefe de diseño, Stan Wilen, pidió a sus empleados que creasen el coche que ellos mismos deseaban. El resultado fue el modelo Toronado, un coupé de 2 puertas y 5 plazas equipado con un motor V8 de 7 litros y 385 CV. El coche provocó pronto la admiración de todo el sector norteamericano, al incorporar -por primera vez- tracción delantera y sistemas de airbag. Y ahí no concluyó su historia. Sólo un año antes de su desaparición (en 1978), el Toronado se convirtió también en el primer coche americano en montar un motor Diesel, aunque su hazaña no fue reconocida, ya que también se había incluido en algún modelo de Cadillac, Buick y Chevrolet y las denuncias sobre su patente redujeron su impacto.
Las cenizas de Oldsmobile
La industria automovilística norteamericana se queda huérfana. Oldsmobile, la marca más veterana de Estados Unidos, abandona el sector después de más de 100 años de continua innovación. Precursora del velocímetro, del airbag y del cambio automático, la filial de GM fue la primera en su continente en incorporar la tracción delantera y los motores Diesel. Ahora, la firma ya no es rentable para el primer fabricante del planeta.







