“¿Cómo podría la industria norteamericana sobrevivir a la desaparición de Oldsmobile? Mientras hay vida, hay esperanza". Desde el mes de diciembre del año 2000, fecha en la que General Motors anunciaba por primera vez el futuro cierre de la división de automóviles más veterana de Estados Unidos, los responsables de Oldsmobile lanzaban esta pregunta y confiaban en el indulto final a su compañía. También los vendedores de esta marca centenaria, nacida en 1897, esperaban que el consorcio norteamericano no cumpliera finalmente su amenaza. “Sólo es una nube en el horizonte", repetían; una nube que ahora, tres años después, comienza a descargar.Ya no hay marcha atrás. La histórica Oldsmobile desaparecerá finalmente este año. El primer fabricante automovilístico del planeta ha decidido aparcar para siempre su filial más antigua y lo hace, según ha informado, “por problemas de rentabilidad derivados de su falta de beneficios". “Hemos intentado encontrar soluciones, incluso desarrollando nuevos productos con otras divisiones, pero, en el ambiente actual, no hay solución", asegura Rick Wagoner, presidente ejecutivo de GM, grupo al que pertenece la marca desde noviembre de 1908.En realidad, la medida ya se venía fraguando desde hace unos años. El ocaso de la popular marca estadounidense se inició en 1992, cuando aterrizó en Detroit un ejecutivo español: José Ignacio López de Arriortúa, conocido popularmente como “Súper López". Este directivo, para acabar con la crisis de General Motors, aconsejó a la multinacional que concentrara su producción, una circunstancia que implicaba deshacerse de las marcas menos rentables, como en su caso era Oldsmobile. A pesar de las reticencias iniciales que suscitó la idea, Wagoner (en la foto) ha decidido firmar finalmente el acta de defunción que redactó en su día López de Arriortúa. Y lo hace de un modo firme, sin nostalgias o sensiblerías. Poco importa hoy que Oldsmobile fuera la primera marca que introdujo en Estados Unidos el cambio automático, la mecánica Diesel o el airbag, por poner sólo unos ejemplos. Atrás quedan también aquellos años en los que la firma representaba como nadie el espíritu moderno de los nuevos tiempos, con la producción de vehículos baratos, a la par que robustos y fiables. Los cambios de modas y la fuerte competitividad han firmado al final su sentencia de muerte. Ya se sabe, el mercado manda.
Las cenizas de Oldsmobile
La industria automovilística norteamericana se queda huérfana. Oldsmobile, la marca más veterana de Estados Unidos, abandona el sector después de más de 100 años de continua innovación. Precursora del velocímetro, del airbag y del cambio automático, la filial de GM fue la primera en su continente en incorporar la tracción delantera y los motores Diesel. Ahora, la firma ya no es rentable para el primer fabricante del planeta.







