Propiedad de Lee R. y Penny Anderson en la actualidad, este Duesenberg J Figoni Sports Torpedo de 1932 descapotable tiene una historia fascinante. Se le asignó el número de chasis 2.509 y se envió sin carrocería a Motors Deluxe en París. Esta era una práctica común en una época en la que florecía la construcción de carrocerías personalizadas. El carrocero francés Joseph Figoni equipó el Duesenberg con una carrocería Sports Torpedo única y se lo devolvió al propietario de Motors Deluxe, EZ Sadovich, quien luego condujo el automóvil en la edición de 1932 del Rally París-Niza antes de entregárselo a su propietario original, un peruano heredero de una compañía azucarera llamado Antonio Chopitea, fanático además de Bugatti.

Recordemos que en Europa el nuevo concepto de automóvil que proponía Duesenberg tuvo un atractivo especial para los amantes de la deportividad pero también como símbolo de status. Entre este grupo, cuyo deseo sibarita de vivir existía al más alto nivel, se contaban algunos de los más grandes conocedores de automóviles de todos los tiempos. Y era Francia el centro acaparador de tendencias y gustos y fue aquí donde se venderían la mayoría de los Duesenberg europeos.
Y más concretamente en Motor Deluxe, con EZ Sadovich a la cabeza y un showroom en el número 12 de la parisina rue de Berri. La nobleza automovilística europea le compraría a Sadovich catorce Duesenberg entre octubre y enero de 1931. Incluso en el salón de París de ese año, el Presidente de la República Francesa hizo una visita especial al stand de Duesenberg para examinar los modelos. La publicidad que aplicaba Sadovich presentaba a los Duesenberg como “el coche más rápido, más hermoso, más poderoso y más caro del mundo”.

Chopitea mostró su nuevo y flamante Duesenberg en un concurso celebrado en Cannes y ganó el premio al mejor modelo. A partir de aquí se enturbia la historia: ese Duesenberg viajó a los Estados Unidos en 1933 y perdió su carrocería diseñada por Figoni en la década de 1960. El chasis terminó usando una carrocería diferente durante décadas, mientras que la carrocería original se instaló en otro Duesenberg J. Afortunadamente, tras pertenecer a diferentes propietarios, ambos coches terminaron en la misma colección –la de la familia Anderson, en Florida- comenzando un largo y meticuloso proceso de reconstrucción del chasis 2.509 que duraría tres años. Llama la atención el rastreo del cigüeñal original instalado en el motor de ocho cilindros en línea; se había montado en un automóvil ubicado en Vancouver y el propietario finalmente acordó proporcionar la pieza para el proyecto de Anderson.

Debajo del capó se encuentra el conocido motor Duesenberg de ocho cilindros en línea de 6.882 centímetros cúbicos que entregaba 265 CV de potencia que lo convertían en el coche norteamericano más poderoso de la época, capaz de superar los 200 km/h. Pero aquellos Duesenberg J también destacaban por montar unos frenos hidráulicos que podían ajustarse para pavimento seco y mojado. Su elegante carrocería, marcada por un capó alargado, arcos de rueda en forma de flecha y una cola picuda en la parte trasera, es obra del carrocero francés Figoni et Falaschi –los diseños eran del primero mientras que el segundo gestionaba el negocio-.
