Todos tenemos ese amigo o familiar que siempre conduce porque, de pasajero, sus mareos son tan habituales que pueden convertir un viaje en un infierno. Tanto para él como para el resto de ocupantes. Pero esto puede cambiar si ejercitamos nuestro cerebro y nos entrenamos en visión espacial. Al menos eso es lo que ha descubierto una universidad inglesa.
Tal y como explican desde Hipertextual, que se han hecho eco del estudio donde están publicadas las conclusiones, los mareos en un medio de transporte se producen porque el oído y la vista no captan las mismas sensaciones, al menos, lo que reciben no concuerda. Esto confunde al cerebro y provoca las temidas náuseas y el malestar general.
Cuando nos desplazamos en un vehículo, el oído interno recibe la información sonora de que el cuerpo se está moviendo. Sin embargo, la vista no recibe la misma información y como lo que tenemos delante (en el interior del coche) está estático, cree que este movimiento no se produce. Esta incoherencia es la que provoca los mareos.
El problema, además, se acentúa cuando miramos el teléfono móvil, un libro o una pantalla continuamente, ya que la percepción espacial de movimiento es aún menor. La vista se centra en el objeto y pierde el sentido de movimiento pues no ve el paisaje. Un problema que con los coches autónomos se acentúa, pues siempre se ha prometido que podremos disfrutar del ocio en su interior o ir avanzando tareas del trabajo.
Un truco sencillo y efectivo
Con el objetivo de mejorar eliminar esta problemática, la Universidad de Warwik en Reino Unido ha llevado a cabo un experimento mediante el cual ha determinado que los ejercicios relacionados con la percepción espacial permiten reducir los mareos en el coche, aunque aún no saben el por qué.
Las conclusiones las han obtenido después de hacer viajar a personas tendentes a marearse en coche, así como a un simulador de conducción. Tras anotar sus sensaciones, el grupo trabajó durante dos semanas creando figuras de papel y entrenando el cerebro para discernir y unir figuras rotando sus piezas. Esto ayudó a mejorar la percepción espacial de estas personas y terminó por reducir la sensación general de mareo en un 51 por ciento en el simulador y de un 58 por ciento en un vehículo real.
