Está de camino, sí. Llevamos años oyendo hablar de carga de coches por inducción. Incluso algún fabricante, como BMW o Mercedes, ya la han comenzado a comercializar, por ejemplo desde hace incluso ya 5 años, cuando BMW comenzó a ofrecer en opción su sistema Wireless Charging en el Serie 5 530e iPerformance PHEV, por 3.200 euros y con un procedimiento muy básico y sencillo. Sin embargo, desde entonces no se ha popularizado ni llegado a estandarizar, ¿por qué?
Esta tecnología, que emplea un sistema de carga inductiva similar a la ya ampliamente usada para alimentar dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles o cepillos de dientes eléctricos, por poner solo dos ejemplos, permitiría por fin prescindir de pesados e incómodos cables, que además restan espacio de capacidad a los coches al tener que cargar siempre con ellos a cuestas para solucionar cualquier imprevisto.
Hasta ahora, tres factores han contribuido a que esta solución no termine de expandirse como debiera: su mayor lentitud en la velocidad de carga, la falta de presupuesto para crear todas las infraestructuras necesarias para su uso, y el poco compromiso y confianza que han mostrado los fabricantes hacia este sistema de recarga.

Un sistema esperado, pero lejos de estandarizarse aún
Quizá en el futuro, ver las escenas de hoy con grandes cables para cargar coches sonará a ridículo, pero de momento parece ser lo único que hay. Y es que un nuevo artículo publicado por la prestigiosa agencia de noticias económica Bloomberg asegura que este nuevo sistema tan esperado está aún lejos de estandarizarse. El sueño de muchos expertos en movilidad radica en poder convertir así las superficies de las carreteras en plataformas gigantes de carga que puedan ir recargando incluso los coches a su paso, sin necesidad siquiera de detenerse. Pero esto, aún, es casi ciencia ficción.
Pruebas desde luego se han iniciado en todo el mundo, comenzando por Estados Unidos y países nórdicos, como Suecia o Noruega, siendo por ejemplo una de ellas capaz de demostrar que un Toyota RAV4 PHEV pudiese circular durante más de 100 horas sin agotar su pequeña batería de 18 kWh de capacidad. La prueba, eso sí, se realizó en una pista de pruebas circular dotada con este tipo de plataforma inductiva.
Carreteras que recargan coches, pero antes llegará la solución inductiva en plazas de aparcamiento
La tecnología por tanto existe, pero los expertos en movilidad pronostican ya que, antes de que alcance a las carreteras, la primera solución más lógica de carga inductiva se adoptará en gran escala en las plazas de aparcamiento, donde hace falta menos inversión lógicamente y menos infraestructura. Esto tampoco se producirá ya, sino a medio plazo, y en lugar de conectar manualmente el cable a una estación de carga, simplemente hay que conducir el coche hasta la zona de aparcamiento designado y, posicionándolo encima de la plataforma inductiva, simplemente con autorizar el proceso la electricidad comenzará a fluir.

Se trata por tanto del mismo proceso que ya muestran muchos coches para permitir cargar el teléfono móvil en bases de carga inductivas situadas por debajo del salpicadero. Se crea así un campo magnético que permite la recarga, hoy de teléfonos, y mañana probablemente de vehículos 100% eléctricos.
El informe de Bloomberg asegura que, aún así, esta tecnología de carga en estacionamiento no se popularizará tampoco este año 2024, porque hay barreras que impiden su instalación masiva. Una es, como hemos avanzado, la lentitud de la recarga, algo que habrás comprobado si usas estos dispositivos en los móviles. Más lentos claramente que los cargadores rápidos de CC, olvídate de emplear entre 15 y 30 minutos para conseguir contar con bastante capacidad de la batería.
Nuevos ensayos, eso sí, estudian ya nuevos cargadores inalámbricos con más potencia de carga, como el realizado estos días por la empresa Hevo, en Brooklyn, donde ya se trabaja con hasta 300 kW de recarga por inducción, una solución que podría resolver este importante problema de tiempo.

Otro de los obstáculos radica en el coste de la infraestructura, valorada ahora mismo en al menos 2.500 o 3.000 euros debido a la adaptación solo de hardware para admitir la carga inductiva. Si el coche eléctrico ya es caro hoy en día, con este sistema todavía lo sería más.
Aun así, y tras las pruebas de BMW, otras compañías como Tesla ya trabajan también en estas soluciones de carga inductiva. Para ello, la compañía de Elon Musk ha compra recientemente la firma alemana de tecnología inalámbrica Wiferion, con el objetivo de trabajar internamente ya con estos nuevos sistemas de recarga. Pronto empezaremos a ver los resultados.