Las ventas descienden, la amenaza de una subida de su precio sigue sobrevolando, pero, con todo en contra, el diésel tiene aún mucho futuro por delante. Y las últimas declaraciones de la Unión Europea, en concreto de la comisaria europea de Industria y Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, han reafirmado esta postura.
En una carta de respuesta a una pregunta del Gobierno de Dinamarca, Bienkowska dejaba claro que prohibir la venta de los vehículos de combustión “no es compatible con la ley de la Unión Europea" si nos atenemos a “la actual normativa de homologación de la Unión, comercialización, importación y matriculación de coches nuevos de gasolina y diésel".
La pregunta de Dinamarca es muy oportuna, ya que varios países de la Unión Europea, entre ellos la propia Dinamarca, tienen la intención de prohibir la venta de coches de combustión en las próximas décadas e, incluso, Francia ya ha planteado una normativa para evitar la compra de vehículos nuevos movidos por este tipo de tecnología a partir de 2040.
Y la respuesta de la comisaria ha sido clara. Mientras las normativas de homologación y de comercialización permitan la compra-venta, importación y exportación de estos coches en la Unión Europea se podrán seguir comprando, ya que prohibirlo es ir contra la legalidad europea. Una respuesta clara al país galo, pero también a Reino Unido, Holanda e Irlanda, quienes también han anunciado este tipo de restricciones. Y, no lo olvidemos, a España.
¿Cuál es la situación en nuestro país?
Más allá del importante descenso de matriculaciones el pasado mes de julio en comparación a 2018, en el que la caída superó el 30 por ciento pero en el que la entrada de la nueva normativa WLTP tuvo un claro efecto multiplicador el año pasado, las ventas de los coches diésel siguen bajando.
Este efecto está animado en gran medida por la incertidumbre con la que tienen que lidiar los potenciales clientes de este combustible. Las declaraciones del Gobierno hace tiempo que van en la línea de igualar el precio de la gasolina y el diésel, eliminando la ayuda con la que cuenta este último combustible, hasta ahora gravado con menos impuestos. Pero también por las restricciones en las principales ciudades o la intención de prohibir su venta a partir de 2040.
Sin embargo, hay que recordar que pese a que el Ejecutivo de Pedro Sánchez sí empezó hablando de prohibir la venta de coches diésel en 2040 y su circulación en 2050, tiempo después acabó dando un paso atrás y, de momento, la futura ley de Transición Energética y Cambio Climático no recoge dichas restricciones.
Pese a ello, el texto recoge literalmente las palabras que siempre ha expresado la Unión Europea. El objetivo es “alcanzar un nivel neto de cero emisiones en 2050". Es decir, el objetivo español y europeo es el mismo. Y es evidente que éste no se conseguirá si no se llevan a cabo restricciones en la circulación y, probablemente, en su comercialización, aunque de momento se siguen sin contemplar las prohibiciones y, por tanto, la comisaria europea mantiene que estas medidas son contrarias a las leyes actuales.
¿Por qué le queda mucha vida al diésel?
Y si, a pesar de las declaraciones de Bienkowska, las prohibiciones a los vehículos diésel pueden extenderse (la política europea veía con buenos ojos las restricciones a la circulación), ¿por qué decimos que el combustible diésel tiene mucho futuro? Pues porque, simple y llanamente, los cambios en el mercado regularán con los años su presencia en el mismo.
Me explico, la llegada de las nuevas tecnologías ha abierto un abanico enorme de posibilidades para quien busque un automóvil nuevo. Gasolina, diésel, híbridos (tradicionales, enchufables o microhíbridos con etiqueta ECO), bifuel y eléctricos. Y con esta amplia variedad de posibilidades, serán los propios consumidores los que establezcan la presencia de cada uno de los combustibles.
Hay que tener en cuenta que las prohibiciones para la venta de vehículos diésel sólo se han impuesto en Francia y están fechadas para 2040. La intención del Gobierno español era la misma, añadiendo una restricción a su circulación en 2050. Es decir, de momento quedarían por delante 30 años para seguir usando este combustible. O lo que es lo mismo, casi tres generaciones de vehículos, ya que el parque automovilístico español presenta una antigüedad de unos 12 años de media.
Un tiempo que, además, servirá para mejorar y desarrollar las tecnologías actuales y, especialmente, los recientes vehículos eléctricos. Así, serán los propios conductores los que tengan que valorar si les sigue interesando un automóvil de combustión o si, por el contrario, son partidarios de la hibridación o el coche plenamente eléctrico.
Porque todo indica que el vehículo diésel seguirá siendo el combustible más eficiente pero atendiendo a una subida de su precio, serán los propios conductores los que tengan que valorar si el volumen de kilómetros y su rutina diaria es la más adecuada para utilizar este tipo de combustible o, por el contrario, sus necesidades estarán más cubiertas con un automóvil híbrido o eléctrico.
Del mismo modo, la tecnología diésel también es susceptible de ir mejorando y el cumplimiento de las últimas normativas europeas es el mejor ejemplo de ello. La rebaja en las emisiones contaminantes siguen dando esperanzas a un combustible demonizado por parte buena parte de la opinión pública y política pero cuyos últimos avances lo mantienen como una tecnología tan válida como cualquier otra.
Es decir, en el peor de los casos, aún quedan tres décadas de vida al combustible diésel y eso, en materia automovilística es mucho tiempo. Mucho tiempo para el desarrollo de nuevas tecnologías que mejoren lo ya existente y mucho tiempo para que nazcan o se desarrollen antes que nos demuestren que lo nuevo es mejor. Sea como sea, la competencia es buena y, en esto, el diésel tiene mucho que decir.