Las imposiciones europeas sobre los fabricantes para la construcción de vehículos más eficientes y menos contaminantes se han aceleerado en los últimos años. El mejor ejemplo lo tenemos con la entrada en vigor de los nuevos límites de 95 gr/km de CO2 en todo coche nuevo. Pero, ¿se puede considerar que un vehículo es ecológico sencillamente por su consumo de combustible y por el volumen único de sus emisiones? Desde luego, estos aspectos son esenciales a la hora de determinar si un automóvil es o no respetuoso con el medio ambiente, pero no deben ser compartimentos estancos y exclusivos.
Para entenderlo, debemos hacer un ejercicio muy sencillo. ¿Cuánto contamina un coche? Las fichas técnicas nos revelan una parte, pero no todo. Porque existe un importante volumen de contaminación “invisible" al consumidor final. Hablamos de las emisiones necesarias para crear el producto pero, sobre todo, de la contaminación emitida, o no, por el reciclaje de sus materiales. Es decir, sólo vemos la punta del iceberg.
Un coche también se recicla
Papel, vidrio, plástico… y coches. Sí, coches. ¿Pensabas que lo único que se reciclaba es lo que seleccionas en casa? Lo cierto es que las empresas encargadas de la gestión de residuos también están en la obligación de reciclar los componentes de los vehículos, separar los materiales y tratar de darles una segunda vida.
Y pocos componentes son tan aprovechables como las baterías, especialmente en el caso de los vehículos híbridos eléctricos. Este material no sólo ayuda a reducir el consumo cuando circulamos, también puede ahorrar emisiones una vez que la vida útil de nuestro coche ha llegado a su final.
Para ello, es imprescindible la colaboración de las propias marcas. Toyota, por ejemplo, tiene ya el mayor proyecto para reciclar el 100 por ciento de las baterías de sus vehículos y, actualmente, ya recicla hasta el 90 por ciento de ellas, que son tratadas para obtener nuevos productos y reducir así su impacto medioambiental.
¿Qué se hace con una batería reciclada?
Para que este proceso pueda salir adelante, Toyota cuenta con un organismo central situado en Bélgica que se encarga de devolver las baterías no dañadas a sus fabricantes. Éstos son los encargados de exprimir sus componentes para volver a obtener metales que pueden ser utilizados en nuevos procesos.
Así, el Toyota Parts Center Europe (TPCE) gestiona dos tipos de baterías. Las primeras son las construidas a partir de níquel-metal hidruro (NiMH), las cuales están compuestas de hidrógeno, níquel y otros metales como el titanio. En estos casos se consigue que, al menos, el 50 por ciento de los componentes vuelvan a ser utilizados, pues fundiendo las baterías a alta temperatura se consigue recuperar cobalto, níquel o cobre.
El otro tipo de baterías son las construidas a partir de ion-litio. En este caso, el reciclaje es más complejo, pues los materiales que se utilizan para la construcción de dichos sistemas de almacenamiento eléctrico cuentan con un mayor porcentaje de materiales raros y no metálicos. Sin embargo, la firma ya trabaja en procesos que saquen lo mejor de dichas baterías y ofrezcan nuevos productos.
Pero, ¿qué se consigue en la práctica con el uso de estas baterías? En mayor medida, estas baterías están siendo utilizadas para el almacenamiento de energía eléctrica. Este uso ya está siendo aplicado en el Parque Nacional de Yellowstone en Estados Unidos o en los concesionarios que la marca tiene repartidos por Japón. En estos casos, 10 baterías mantienen la energía eléctrica generada por placas solares y es utilizada para distintos propósitos cuando los picos de demanda de electricidad son más altos, ayudando a reducir costes.
Además, el tratamiento de los materiales está dando resultados muy esperanzadores en la construcción de nuevas baterías. Así, Toyota ve cada vez más cerca el día en el que los sistemas de almacenamiento de los vehículos se construyan gracias al reciclaje.
Un coche que es ecológico antes de nacer y después de morir
Como decíamos, quizás debamos replantearnos la etiqueta de “coche ecológico". ¿Podemos tener en cuenta únicamente los valores de consumo y de emisiones contaminantes mientras se conduce para determinar si un coche es o no limpio? Por su puesto que no, el paradigma que nos acerca Toyota nos demuestra que un coche debe reducir sus emisiones en todo el proceso de fabricación.
Con los avances conseguidos por la marca, estamos ante un coche que ya ha ahorrado emisiones contaminantes durante su construcción, con una batería reciclada de productos anteriores ya sea íntegra o parcialmente. Un vehículo que cuando se pone en marcha gestiona la electricidad para reducir sus consumos y que, cuando muere, tiene una segunda vida, bien formando parte de un nuevo automóvil o como sistema de almacenamiento de energía en locales.
Es, por tanto, un círculo que se retroalimenta en el que el uso y la gestión que hagamos del producto es clave para reducir las emisiones. Tanto en el futuro como en el presente, bien por una reducción de emisiones contaminantes mientras circulamos o porque las baterías han sido construidas con materiales reciclados de sistemas de almacenamiento anteriores. Un sistema híbrido en el que, al igual que la electricidad y el combustible colaboran solidariamente durante la marcha, los conocimientos, la investigación y la gestión de los mismos es imprescindible para reducir el impacto medioambiental del sector del automóvil. Antes, durante y después de la construcción de cada vehículo.