A las 8:30 de la mañana ya estaba en el aeropuerto, con la maleta, el ordenador portátil y la cámara de fotos, ¡por fin me iba a Lisboa! Hacer el equipaje ha sido una locura: la organización del Dakar permite llevar a cada persona una bolsa que puede pesar, como máximo, 30 kilos. Ahí debemos embutir la ropa necesaria para los 15 días de la carrera, la bolsa de aseo, el calzado y, si es posible, cualquier artilugio electrónico. Cuando he conseguido que todo encajara, no cabía un alfiler, pero todo vale con tal de llevar el menor número posible de bolsas: he de arrastrarlas por ocho países hasta llegar a Senegal.La hora que he pasado en el avión ha sido la última de tranquilidad. Tras el traslado al hotel, han comenzado las verificaciones administrativas: todos los periodistas hemos pasado por una habitación en la que han comprobado nuestro pasaporte. Después, nos han dado el libro de ruta y varias camisetas (me pregunto cómo voy a meterlas en la maleta) y nos han guiado hasta otro pabellón en el que debíamos completar algunos trámites más.
Parecía sencillo, pero no ha sido así. Cada uno de los cinco Land Cruiser KXR que Toyota ha preparado para sus invitados a esta aventura está ocupado por tres personas –mis dos compañeros son Josep Casals (el conductor) y Pablo Bueno, de “Motociclismo"-. El coche lleva un navegador facilitado por la organización y varios permisos.
Como sería demasiado fácil que la organización te diera una bolsa con toda la documentación necesaria, hemos tenido que recorrer el pabellón varias veces para conseguir el navegador, verificar nuestros datos médicos, obtener los billetes con los que embarcaremos en el ferry que nos trasladará a Marruecos y lograr el dispositivo que nos dará paso libre en los peajes de las autopistas. Hemos perdido casi tres horas en este trámite y no hemos sido los únicos. Cuando salíamos de las instalaciones hemos coincidido con el experimentado Salvador Serviá y él también tenía cara de ir pensando: “Por fin".Ahora debemos verificar el coche; hoy tendríamos que dejarlo todo resuelto. Dentro de una hora, los periodistas del grupo que Toyota ha traído al Dakar estaremos en la recepción del hotel, cada uno con nuestro casco, nuestras gafas para las ventiscas y nuestras linternas. Seguro que continuamos con el animado debate que hemos iniciado a la hora de comer: ¿debemos seguir la ruta de los pilotos, la de las asistencias o recorrer un poco de cada una? Los vehículos de prensa pueden elegir el camino que prefieran, aunque mis compañeros más veteranos (uno de ellos ha participado en siete ocasiones en este durísimo raid) han sido muy claros en cuanto a sus preferencias: en Marruecos, la pista que recorrerán los pilotos está tan rota que lo mejor será seguir a los coches y camiones de las asistencias, con el fin de preservar nuestras mecánicas. En cualquier caso, habrá que esperar cuatro días antes de tener que enfrentarnos a esta decisión. Ojalá hubiera empezado ya la carrera, el tiempo pasa muy despacio todavía…