Seguro que alguna vez has pensado que muchas de las multas que se imponen son injustas o, cuanto menos, rigurosas en su aplicación y sanción. Tarde o temprano tenía que suceder y, finalmente, se ha producido. Desde Estados Unidos rescatamos una valiente y rocambolesca historia de un conductor indignado y extremadamente cabreado con la multa de velocidad que la habían puesto.
Brett Sanders, un joven conductor de Frisco (Texas), recibió una llamada telefónica y un correo electrónico en el que se le notificaba una multa por exceso de velocidad. Concretamente, la persona encargada de la administración correspondiente comunica vía telefónica al joven el tipo de multa a pagar -había excedido en 7 millas (11,2 km/h) la velocidad en un tramo concreto de una carretera-. En el vídeo, se puede ver cómo el joven atiende tranquilamente y de forma muy educada la llamada telefónica. En el transcurso de la conversación, este joven pregunta si ese mismo día podía ir personalmente a pagar la multa. La funcionaria en cuestión le responde afirmativamente.
El resto del vídeo, que se ha convertido en viral en redes sociales al poco tiempo de publicarse, no tiene desperdicio. El joven saca unos cuantos paquetes de monedas de un centavo que había almacenado y guardado con mucho cuidado durante los últimos años. Deshace cada uno de los paquetes de monedas de un centavo y los coloca en dos grandes cubos.
Con los dos cubos ya reunidos, este joven norteamericano acude a la oficina de recaudación de multas de tráfico de Frisco. Accede al interior y va directamente al mostrador para proceder al pago de la sanción, el momento más destacado en el vídeo, en el que se ve cómo este conductor indignado arroja sobre el mostrador todas las monedas de un centavo.
La oficina de recaudación de multas se dispuso a contar las monedas de un centavo una a una. Sorprendentemente, este joven había pagado de más (es decir, había reunido en los dos cubos más de los 212.000 centavos -o 212 dólares- exigidos para el pago de la multa), por lo que el funcionario en cuestión volvió a llamar al joven para que recogiera el cambio.
¿Te atreverías a hacer lo mismo que este joven estadounidense? Una pregunta para la reflexión...
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