¿Sabías que la fatiga es la causa del 30 por ciento de los accidentes de nuestro país? La conducción puede ser un placer, pero, si no se hace correctamente, puede llegar a resultar un peligro para nosotros y los demás conductores.
Combatir la fatiga debe ser una de nuestras principales prioridades a la hora de ponernos al volante. Esto permitirá que disfrutemos de un viaje ameno y confortable, además de evitarnos riesgos innecesarios. Pero, ¿qué es la fatiga? ¿Cómo puedo evitarla? Tranquilo, en este reportaje te resolvemos todas las dudas que tengas sobre este mal de la conducción.
Este síntoma, uno de los principales factores de riesgo en la conducción, provoca un claro descenso del rendimiento del conductor debido al esfuerzo físico (cansancio) y psíquico (disminución de la percepción y la concentración).
A la mayoría de los conductores les cuesta identificar los síntomas de cansancio con antelación. De hecho, la gran parte de los mismos se da cuenta de que puede estar fatigado sólo cuando le ataca la somnolencia, que es el último, y más peligroso, estado de la fatiga.
- Sensación general de cansancio y agarrotamiento muscular que se traduce en pequeños calambres, picor de ojos y sequedad.- Sentirse incómodo en el puesto de conducción: lo que implica continuos movimientos y cambios de postura en el asiento.- Lentitud de respuesta a estímulos: los reflejos y la rapidez de respuesta comienzan a reducirse, pudiendo llegar a bajar en un 75 por ciento (lo que equivale a conducir borracho).- Percepción errónea, tanto de las distancias como de las velocidades: al conducir durante largo tiempo, se pierde la sensación de velocidad y se tiende a calcular erróneamente las distancias, las trazadas y los obstáculos que se encuentran en el camino-Pérdida de atención y concentración: la atención selectiva disminuye y se tiende a la distracción, una actitud que implica un elevado peligro en la carretera.Los factores que pueden incidir en la aparición de fatiga pueden relacionarse con el conductor (no descansar, deshidratación, comer inadecuadamente, ingerir alcohol o medicamentos que producen somnolencia), con el vehículo (habitáculo mal ventilado, ruido excesivo del motor, exceso de calefacción) o con las condiciones externas (climatología adversa, atascos, monotonía de la carretera).
No descansar es la principal causa de la fatiga. Estar durante cuatro horas conduciendo supone una reducción del 75 por ciento en el tiempo de reacción del conductor, según expone un estudio realizado por RACE sobre ‘La conducción y la fatiga’. Ocho de cada diez conductores aseguran en esta investigación que, al menos una vez en su vida, han sentido somnolencia al volante. Como hemos indicado anteriormente, la aparición de sueño es el punto culminante de la fatiga. Esto puede ocasionar que podamos dormirnos hasta seis minutos mientras conducimos sin darnos cuenta.
Aunque para muchos esto es desconocido, la deshidratación también merma notablemente nuestras capacidades físicas. La falta de líquidos en nuestro organismo nos debilita y puede ocasionar mareos, dolor de cabeza, cansancio o falta de concentración. No debes esperar a sentir sed para hidratarte: mientras conduzcas, bebe agua regularmente o cualquier bebida refrescante y, por supuesto, sin alcohol. También es determinante que sepas que, al ingerir alimentos, el estado de somnolencia aumenta. Si estás en medio de un viaje, debes evitar las comidas pesadas; la solución es tomar alimentos ligeros y ricos en vitaminas. Además recuerda que lo contrario, comer mal o no hacerlo, puede ser igual de peligroso para el estado de nuestro cuerpo.
Así mismo, ingerir alcohol, sustancias estupefacientes o ciertos medicamentos merma la capacidad de reacción y favorece la lentitud de respuesta a estímulos. Conducir ebrio o drogado ya está penado por la ley incluso con la cárcel. No obstante, si estás medicándote y notas que esto influye en tu capacidad de reacción, no te pongas al volante.
Las condiciones del habitáculo de nuestro automóvil son igual de importantes que el estado físico del conductor. Una mala postura del asiento o un interior del vehículo mal ventilado pueden incidir en tu estado físico o de ánimo. En invierno, la calefacción a demasiada temperatura acelera la sensación de cansancio. Por el contrario, en verano el aire acondicionado reseca antes nuestras vías respiratorias y puede ocasionarnos dolor de cabeza.
Finalmente, existen condiciones externas que influyen de forma determinante en la fatiga del conductor. Por ejemplo, estar al volante bajo una lluvia abundante implica una concentración mucho mayor, por lo que tenderás a cansarte antes.
Otro de los enemigos habituales del conductor es el efecto conocido como ‘hipnosis de la carretera’. Este fenómeno se produce cuando el conductor viaja sin darse cuenta de lo que está haciendo porque normalmente ‘está pensando en otra cosa’. Este problema se puede dar en cualquier tipo de vía, aunque ocurre con más frecuencia en autovías y autopistas debido a su carácter monótono.
Descansar: es la mejor manera de evitar la pérdida de concentración. Antes de realizar un viaje, es necesario dormir adecuadamente la noche anterior, al menos siete horas. Una vez hayamos iniciado el viaje, es recomendable parar máximo cada dos horas o 200 kilómetros, e incluso antes si notamos cualquiera de los síntomas antes detallados.
Los descansos deben ser, mínimo, de entre 20 y 30 minutos. Cuando lo hagas, aprovecha para bajarte del coche y para refrescarte la cara o la nuca con agua fría. Además, se aconseja tomar bebidas azucaradas, comer algo ligero y realizar estiramientos de espalda, piernas y brazos.
Según el estudio sobre la fatiga en la conducción realizado por el RACE, la mitad de conductores no para lo suficiente y el 10 por ciento no descansa nunca o lo hace por encima de las cuatro horas.
Bebe regularmente: como ya te hemos indicado, beber ayuda a mantenernos serenos en el coche. Ingerir agua o bebidas refrescantes durante la conducción es completamente necesario. Recuerda que el aire acondicionado te ayuda eliminando el calor, pero no evita la deshidratación.
Toma comidas ligeras: antes o durante el viaje nunca se deben tomar alimentos pesados (ricos en grasas) o en grandes cantidades. Ensaladas, fruta o pasta pueden ser las mejores opciones.
Mantén agradable el habitáculo: la comodidad es esencial para un viaje confortable. Coloca el asiento en la posición más agradable para ti y lleva ropa cómoda o deportiva. Ventila con regularidad tu automóvil y dispón el climatizador a la temperatura adecuada (21º C es lo ideal).
No tomes calmantes o estimulantes durante la conducción: el alcohol, las drogas y el exceso de estimulantes pueden resultar muy peligrosos. Por ejemplo, el café en demasiadas cantidades en vez de mantenernos despiertos puede causarnos ansiedad y afectar notablemente a nuestro sistema nervioso.
Detente antes en caso de condiciones climatológicas adversas: conducir bajo una fuerte lluvia o nevada, aunque la vía esté practicable, supone un esfuerzo mucho mayor que en condiciones normales. Por este motivo, es recomendable que realices tu parada antes de las dos horas o a los 200 kilómetros de viaje.
Conduce a una velocidad adecuada y constante: conducir más rápido supone, así mismo, un aumento de concentración. Recuerda que todo lo que has ganado en la carretera lo vas a perder en la parada: estarás más cansado y necesitarás invertir más tiempo cuando te detengas.