Hace una semana, una noticia corrió como la pólvora por los grupos de WhatsApp y de Facebook: Un radar camuflado, simulando unas obras y con el aparato escondido en lo que parecía una especie de bombona, estaba multando en una salida de Madrid. Sin embargo, unos pocos clicks nos bastaron para comprobar qué se escondía detrás de la noticia.
Pese a que la confusión generada por el primer denunciante era entendible, lo cierto es que lo que se escondía bajo todo este aparataje era un radar anticontaminación que, de momento, está en fase de pruebas y que todavía no multa. Los aparatos están a cargo de la empresa Opus RSE, especializada en este tipo de sistemas.
Tal y como vemos en un vídeo de la propia empresa, Opus RSE defiende su sistema como un método para controlar de manera eficaz la cantidad de emisiones contaminantes que produce cada vehículo. De esta manera, los Ayuntamientos pueden poner en marcha medidas más eficaces para controlar la contaminación generada por los coches “responsables del 80 por ciento de las emisiones de las ciudades", según el propio vídeo.
Radares anticontaminación, ¿cómo funcionan?
Pese a que en el vídeo sólo se habla de las medidas que los Ayuntamientos pueden tomar de manera genérica, haciendo hincapié en los protocolos anticontaminación que, en este caso, se basan en las etiquetas de cada vehículo, en las imágenes se emite uno de los grandes miedos que tienen los conductores: los radares serán capaces de controlar las emisiones contaminantes de sus coches y con una base de datos se cotejará si éstas están dentro de los límites permitidos por la normativa de homologación con la que se matriculó el vehículo.
Para monitorizar las emisiones de los coches, **el sistema emplea la teledetección RSD **, la cual puede analizar la concentración de gases contaminantes a través de rayos infrarrojos y ultravioleta de baja intensidad que se mantienen a una distancia concreta de los escapes. Estos nuevos aparatos controlan la emisión de monóxido de carbono (CO), óxidos y dióxidos de nitrógeno (NO y NO2) y dióxido de carbono (CO2).
El objetivo que se persigue es, de momento, avisar de las infracciones muy graves, aquellas que pueden estar producidas por una avería que el conductor no conozca y controlar a quienes hayan modificado el filtro antipartículas o las válculas EGR para eliminar su funcionamiento y conseguir un mayor rendimiento.
Por ello, en primer lugar se avisará al conductor de que tiene que arreglar su vehículo y, aunque de momento no se está multando, todo indica que en el futuro, si después de un primer aviso se sigue circulando por encima de los límites contaminantes acabará recibiendo una sanción que, evidentemente, aún está por definirse.