Si el Citroën DS3 pretendía ser una alternativa real al Mini no podía faltar esta versión descapotable. Y digo alternativa porque no se trata de una mera imitación, o de un quiero y no puedo, sino de un producto con personalidad propia. Ofrece, a su manera, virtudes muy convincentes sin especializarse en la deportividad, aunque sin dejar de lado la eficacia dinámica, un buen comportamiento y gran cuidado por los detalles y la personalización.
El motor es una de sus mejores armas. Lleva el 1.6 THP desarrollado por BMW que también encontramos en los Mini más prestacionales, aunque en este caso la potencia está escalonada en unos "pacíficos" 156 CV. No está mal para un coche de su tamaño, nada mal si tenemos en cuenta que en nuestro banco de potencia ha rendido casi 174 CV. Con razón me parecía rápido, sobre todo pasadas las 3.000 rpm, régimen a partir del cual el turbo sopla con muchas ganas, como si de forma súbita dejase de guardar las apariencias, esa conducción sosegada que se le presupone a todo Citroën, y las leyes del acelerador adquiriesen una configuración "al ataque" de cara a lograr los mejores registros frente a un crono. Es parecido a lo que sucede en otros modelos cuando se pulsa el botón "sport" mientras estás acelerando, pero se nota sobre todo en 2ª y únicamente superadas las mencionadas 3.000 rpm. Puede que en condiciones normales ni lo llegues a apreciar, porque es una mecánica tan redonda y plena en toda la banda de utilización que no hace falta superar el bajo régimen para lograr mucha soltura. Por otra parte, en ciudad solamente "apurando" la 2ª hasta 50 km/h se superan las 3.000 vueltas. Por tanto, mantiene una faceta perfectamente civilizada para un uso diario relajante y con consumos bastante moderados, a pesar de esta peculiaridad en el mapeado de su acelerador. Pero a la hora de exigir toda la caballería la respuesta siempre está ahí.
La sensación de deportividad que transmite también se consigue gracias a la combinación de unas suspensiones que, sin sacrificar demasiado confort y con buena calidad de bacheo, casi erradican el balanceo, junto a una dirección muy rápida aunque poco informativa. Eso sí, en caso de afrontar una carretera revirada y animarte a aprovechar las posibilidades de la brillante mecánica, que son muchas, la carrocería deja de sentirse tan sujeta y las concesiones al confort se pagan con una ligera pérdida de precisión al límite. Toca sujetar el volante con decisión, sobre todo a la salida de las curvas, pues hay que gestionar mucho par y la dirección llega a transmitirnos algún tirón, a pesar de unos desarrollos largos que no condicionan en exceso la capacidad de tracción —en 2ª al corte alcanza 115 km/h—, pero que merman levemente las aun así muy buenas prestaciones. Pese a todo es un coche fácil y eficaz, con pocos puntos flacos sea cual sea el tipo de conducción, y más tratándose de un descapotable. Únicamente en frenadas muy fuertes se muestra algo nervioso si el asfalto no es del todo uniforme. No se puede tener todo, aunque poco le falta.
Respecto a su faceta de descapotable, la ingeniosa y a la vez simple capota de tela es otra de las virtudes que repercuten muy positivamente en el agrado de conducción. Se acciona a golpe de botón, incluso circulando hasta 120 km/h, por lo que casi cualquier momento es bueno para aprovechar sus ventajas. Se abre y cierra por tramos, el primero al estilo de un techo solar, el segundo hasta la luneta trasera —aunque con turbulencias por encima de 90-100 km/h— y el tercero plegándose por completo sobre la tapa del maletero, restando visibilidad hacia atrás pero sin turbulencias. El mayor inconveniente, sin embargo, es el acceso al maletero, pues su boca es tan reducida que limita mucho su utilización, a pesar de que tiene buena capacidad. En definitiva, es un modelo de auténtico capricho y como tal, en ocasiones hay que renunciar a algo de practicidad.