4x4

Toyota Land Cruiser 120 VXL 3.0 D-4D 5P aut.

Toyota ofrece una serie de mejoras en motor, cambio y frenos, que potencian aún más a este formidable TT.

Toyota Land Cruiser 120 VXL 3.0 D-4D 5P aut.
Toyota Land Cruiser 120 VXL 3.0 D-4D 5P aut.

Los más de cuatro millones de Toyota Land Cruiser que se han vendido desde que hace ya 50 años apareciera el primer modelo, avalan la calidad y fiabilidad de un producto que cuenta cada día con más adeptos. La última vuelta de tuerca a este excelente producto ha sido la revisión de una serie de elementos mecánicos, que buscan mejorar todavía más un producto que es ya todo un ejemplo de calidad, agrado y versatilidad de utilización.En este sentido, aunque las mejoras no han sido demasiadas, ya que la relativa juventud del modelo no lo hacía necesario, sí que resultan significativas, ya que inciden sobre todo en la mejora de la respuesta del motor a bajo y medio régimen, con lo que se gana aptitudes en utilización campera, así como también en la homogeneidad en el reparto de esa fuerza, con lo que se busca potenciar la suavidad y agrado de funcionamiento en carretera.En este sentido lo más llamativo es sin duda la llegada de las nuevas cajas de cambio, que por lo que respecta a la unidad probada, es una caja automática que ahora ofrece cinco velocidades en lugar de las cuatro del anterior modelo. Este avance se combina con el rediseño del sistema de alimentación «Common Rail», que ahora ofrece una presión de inyección un 18 por ciento superior y unos inyectores optimizados para proporcionar una mejor y más limpia combustión, cerrándose el conjunto de mejoras mecánicas con la adopción de un nuevo turbo de geometría variable que busca ofrecer más par a menos vueltas y con un nuevo sistema de admisión que persigue homogeneizar esa entrega de par a lo largo de toda la escala del cuentavueltas. Como se ve, el objetivo de todas estas mejoras no ha sido tanto aumentar la potencia —se ganan sólo 3 CV—, como conseguir un funcionamiento más elástico y lineal a lo largo de toda la curva de potencia gracias a ofrecer más par a menos revoluciones. Y ese objetivo se ha conseguido plenamente, ya que el nuevo D-4D pasa a ofrecer 410 Nm entre 1.800 y 2.600 rpm, frente a los 343 Nm a 2.200 rpm del anterior D-4D.Aunque por dimensiones este Land Cruiser de carrocería larga se desenvuelve mal en terrenos muy angostos, lo cierto es que, salvo en estas circunstancias, sus capacidades en campo son bastante buenas. Para empezar, el cambio automático facilita enormemente la conducción en zonas de orografía complicada, y la capacidad de tracción del coche en terrenos rotos es buena gracias a sus generosos recorridos de suspensión y a un control de tracción que es todo un ejemplo de efectividad. Incluso la suavidad con que funciona este sistema es de gran ayuda en aquellos pasos en los que una fuerte inclinación lateral aconseja ser extremadamente suave con el acelerador.
Las cotas TT son también bastante buenas por lo que se refiere al ángulo de ataque y salida, ángulo este último que se mejora notablemente con la posibilidad que ofrece la suspensión neumática trasera de elevarse unos centímetros. La capacidad de vadeo es igualmente buena al tener la toma de admisión situada a 86 cm de altura y bastante protegida. En barro abundante o arena, sin embargo, el control de tracción es más un enemigo que un amigo, llegando a parar el coche, lo que nos deja inmediatamente «clavados». Traducido a prestaciones, la inclusión de esa marcha más ha permitido cerrar entre sí las cuatro primeras velocidades, con lo que se gana además respuesta, mientras que la directa se alarga considerablemente —50,8 km/h a 1.000 rpm frente a los 43,9 km/h de la anterior caja—, quedando como una marcha de crucero desahogado con bajo consumo. Pese a este nuevo escalonamiento, las prestaciones del Toyota no han variado apenas en lo que a las aceleraciones se refiere, ya que el nuevo modelo calca las cifras que arrojó en su día el anterior D-4D. Pero esto es algo lógico, ya que en la medición del kilómetro con salida parada lo que se gana con el recorte en los desarrollos, se pierde al tener que realizar un cambio más.Donde sí se ha ganado es en su capacidad de recuperación en marchas intermedias, ya que el motor, a igual velocidad, está girando a un régimen algo más alto que el anterior modelo, lo que lo sitúa en una mejor disposición para seguir subiendo de vueltas. De hecho, los adelantamientos se realizan ahora algo más rápido, en especial en tercera y cuarta velocidades.Ese nuevo escalonamiento ha tenido también consecuencias sobre los consumos. En este sentido, el coche exige algo más de carburante en ciudad como consecuencia de esos desarrollos más cortos en las cuatro primeras velocidades, pero en carretera se muestra ligeramente más frugal cuando se rueda a ritmos de marcha alegres gracias a que en quinta y a igual ritmo de marcha, rueda a menos revoluciones que el anterior motor D-4D.También hay que alabar el excelente funcionamiento de esta caja, que destaca por su suavidad en el paso entre marchas. Incluso aunque no se llegue a las bondades de un cambio secuencial tradicional, el excelente diseño de la rejilla sobre la que se desplaza la palanca hace que el uso manual resulte muy sencillo y seguro. Eso sí, hay que tener en cuenta que la gestión de este cambio sigue siendo burguesa y sus respuestas pueden resultar algo lentas en determinadas situaciones.