Una vez en marcha, esa apuesta por el agrado sale también relucir en la forma de funcionar de su atípico propulsor boxer de cuatro cilindros horizontales opuestos, una mecánica que brilla más por la progresividad y buenos modales de su respuesta que por las prestaciones absolutas que consigue.
Con esto no queremos decir que el coche ande mal, porque los 165 CV teóricos de su motor permiten al Subaru acelerar de 0 a 100 km/h en 10 segundos y recorrer el kilómetro con salida parada en 31,5 segundos, lo que no está mal. Incluso las recuperaciones son bastante buenas, aunque eso sí, cuando se recurre a la gama baja de velocidades.
Porque, por cierto, esta es otra característica peculiar del coche, su cambio manual de cinco velocidades con reductoras. Con ellas conectadas el coche invierte 306 metros y menos de 11 segundos en pasar de 80 a 120 km/h en cuarta, cifras que no establecen récords, pero que sitúan al Subaru en una buena posición frente a su competencia.
El manejo de esta caja de reductoras es sencillísimo, ya que el paso de largas a cortas, o viceversa, puede realizarse en cualquier marcha con el único requisito de pisar el pedal del embrague, y tener la precaución de no pasar de largas a cortas a regímenes de giro altos del motor, por el peligro pasar de vueltas al motor. En otras palabras, es como si el cambio dispusiera de 10 velocidades, lo que por supuesto, bien manejado, aumenta enormemente las potencialidades prestacionales del coche. Lo que ya no nos ha gustado tanto es la gestión de su acelerador electrónico, que tarado para conseguir la máxima suavidad de respuesta del motor, provoca que en determinadas situaciones de emergencia pueda llegar a resultar algo «lento de reflejos». No obstante, de su comedida gestión se benefician los consumos, que en nuestra unidad de pruebas han resultado bastante comedidos, incluso a altas velocidades. También debería revisarse la tendencia a calarse del coche en determinadas maniobras, probablemente debida a un volante motor pequeño, y alguien debería explicar por qué ha desaparecido el utilísimo sistema antireculamiento en rampa que se ofrecía en el anterior modelo. Puestos en marcha y sobre carreteras rápidas el Subaru disfruta de una calidad de rodadura difícil de encontrar en vehículos de su categoría. No obstante, la amortiguación presenta un tarado suave que provoca el que a alta velocidad el coche «flote» algo en los apoyos en curva rápida con el firme rizado. No obstante, esta característica no perjudica su comportamiento, que hace gala de una nobleza y progresividad de reacciones simplemente magníficas. Es más, esas oscilaciones laterales de la carrocería no tienen el más mínimo efecto sobre la trayectoria, y el coche sigue siempre fielmente las órdenes que el conductor envía desde el volante.
En carreteras de trazado más sinuoso el Subaru se vuelve claramente subvirador debido a su tracción total con reparto de par del 50/50 por ciento y a su notable batalla. Pese a ello, si deseamos «jugar», el balance del coche es tan bueno que basta levantar el pie en los apoyos fuertes en curva para que la zaga ayude a «redondear» las curvas.
Ya fuera del asfalto y moviéndonos por pistas en buen estado, el Outback sigue demostrando muy buenas maneras y resulta muy agradable. Y es que dicha amortiguación suave genera un elevado confort de marcha ya que las suspensiones lo absorben prácticamente todo sin apenas transmitir traqueteos al interior del habitáculo, ofreciendo el coche un confort superior al que podría disfrutarse en casi cualquier SUV y todoterreno. En este terreno merece también una buena nota el ABS con distribución electrónica de frenada (EBD). La estabilidad de la frenada es muy buena, y aunque la potencia no establece récords, al menos se mantiene dentro de estándares bastante aceptables. No obstante habría que revisar la calidad de los materiales utilizados en las pastillas y/o en los discos, ya que tras dos frenadas exigentes los frenos evidencian una rápida tendencia a vibrar al coger temperatura. Este automóvil no puede ser juzgado como un auténtico todoterreno, pero gracias a su caja de cambios con largas y cortas, más su tracción total, se acerca mucho a los actualmente tan de moda SUV. Su propulsor boxer hace un ruido característico y, sin duda, se muestra suave y muy agradable, aunque con una tendencia evidente a «calarse» en maniobras. Por contra, sube muy bien de vueltas y llega al corte de encendido con gran facilidad. Sus prestaciones son correctas, aunque algo aburguesadas debido a una caja de cambios de relaciones muy «abiertas». La motricidad es excelente y, en aceleraciones o arrancadas fuertes, la firmeza con que las ruedas se «agarran» al asfalto es digna de resaltar, aunque el embrague queda algo justo. Los frenos acreditan una buena distancia de frenado. Por el contrario los consumos de combustible son francamente ajustados. Más si tenemos en cuenta su tracción total y los neumáticos de anchura 215.