Aunque la versión gasolina del Scénic RX4 ya había tenido una buena aceptación, se echaba en falta una motorización turbodiésel para este tipo de vehículo, que, concebido para disfrutar de largos paseos llevando a toda la familia, ofrece unos consumos algo más ajustados sin perder apenas prestaciones. Bien es cierto que se comporta con menos "alegría" que el propulsor de gasolina (con 140 CV y una cilindrada de 2 litros), pero los 105 CV de potencia que desarrolla el dCi, unidos a un par más que aceptable en la zona baja del cuentavueltas, le permiten contar con mejores recuperaciones.
En carretera resulta un poco perezoso, sobre todo en marchas largas, donde le cuesta mucho ganar velocidad, por lo que, ante una cuesta o un adelantamiento, obliga a utilizar demasiado el cambio. Este comportamiento se acentúa en zonas reviradas, pues los cambios de marcha serán continuos si queremos que el RX4 se mueva con "vidilla". Aquí hay que agradecer una transmisión correcta y una palanca de recorridos cortos (excepto para insertar 5ª) que resultan cómodos a la hora de realizar tantos saltos de una a otra velocidad.
En este tipo de trazados es donde más se agradece una dirección precisa y suave, que evita el tener que pelearnos con el volante si una curva se cierra, aunque, en este caso, se echan de menos unas suspensiones un poco más firmes, ya que la carrocería se inclina mucho y requiere un cierto período de adaptación antes de que el conductor se confíe del todo a la estabilidad del RX4.
Sin embargo, el tarado de las suspensiones resulta perfecto para la conducción "off-road", pues apenas transmite los baches al habitáculo. Este Scénic permite disfrutar de los caminos y pistas a una velocidad aceptable gracias a la mayor altura respecto al suelo que el Scénic normal, pero no hay que olvidar que no es un todo terreno "puro", por lo que no resulta aconsejable meterlo en trialeras o zonas con grandes roderas. Cualquier otro tipo de senda resultará perfecta para disfrutar del RX4, que pasará por encima de tierra, grava o barro con facilidad gracias al buen funcionamiento de su diferencial central, a la tracción total y al control de tracción de las ruedas delanteras, que manda la fuerza a la que tiene capacidad para traccionar si una de ellas patina.
En estos terrenos, sólo habrá que tener algo más de cuidado con la dirección, pues el coche tiende a subvirar en las curvas cerradas, aunque nunca de manera que pueda llegar a asustar al conductor, pues el control sobre la dirección se recupera sin esfuerzo.Tres décimas de segundo. Eso es lo que tarda el diferencial central del Scénic RX4 en transmitir el par de las ruedas delanteras a las traseras. El sistema de transmisión de este vehículo funciona mediante un sistema de discos con silicona y aire que manda la mayor parte de la tracción al tren delantero cuando no hay diferencias de giro entre los dos ejes. Sin embargo, cuando detecta alguna variación, los discos friccionan entre sí, aumentando la temperatura de la silicona, con el fin de que ésta se endurezca y transfiera el par a las ruedas traseras para salvar con rapidez las situaciones complicadas.