Uno de los cambios más significativos esta en el bastidor que por fin ha abandonado los ejes rígidos para pasar a un sistema independiente —McPherson delante y brazos superpuestos detrás— que se agradece sobre todo en carretera. Las posibles desventajas de la suspensión independiente en el campo se compensan con unos recorridos verticales de rueda descomunales que están, además, secundados por el sistema neumático de suspensión. De hecho, cuando circulamos con la suspensión en su posición más elevada, al llegar a un acusado “cruce de puentes" el conjunto neumático empuja hacia abajo la rueda que queda en el aire, simulando el comportamiento de un eje rígido y con unos resultados prácticos excepcionales. La motricidad es espectacular y el Range mueve su corpulencia incluso con gracilidad por lugares en los que hay que hacer un auténtico acto de fe para afrontarlos. En el asfalto, la suspensión es más rígida que la del anterior modelo y, aunque no puede hablarse de precisión en términos absolutos, las trayectorias son razonablemente limpias. La inclinación de carrocería es mucho menos acusada y las ruedas pisan mejor, a pesar de lo cual los 2.500 kilos y los neumáticos mixtos provocan unas inevitables derivas cuando empezamos a tener un exceso de optimismo en los virajes. En estas condiciones, el subviraje tampoco es exagerado y del deslizamiento del tren delantero al inicio el coche pasa a una actitud muy neutra que puede llegar a convertirse en un ligero sobreviraje. Este efecto nos ayuda en ocasiones a redondear la curva proporcionando una inusitada agilidad al Range para su peso y tamaño.
La dirección es bastante rápida, aunque no tiene la precisión de una berlina, sin embargo también aquí se ha mejorado con respecto a su predecesor. Tampoco los frenos salen mal parados, aunque aquí sí que no puede haber milagros y las distancias de frenado se han ido hasta los 86 metros necesarios para parar desde 140 km/h, cifra que por otra parte puede considerarse incluso buena. Lo que no conviene olvidar es la precaria resistencia al calentamiento que el elevado peso provoca y que podemos colmar con cierta facilidad si no somos un poco cuidadosos. En todo caso, la pérdida de eficacia se produce de manera bastante progresiva, lo que nos avisa antes de llegar a situaciones poco saludables. Comodidad, prestaciones, buenas cualidades en campo y una imagen distinguida, acompañada de un acusado refinamiento interior. Poco más puede pedirse a un modelo de estas características, sobre todo en un momento en el que sus rivales muestran la tendencia a ofrecer la mayoría de esas cualidades a costa de perder facultades en el campo, extremo que en el Range se ha cuidado especialmente, mejorando incluso a su predecesor.