4x4

Range Rover 4.2 V8 Supercharged

La llegada del nuevo motor 4.2 V8 sobrealimentado de origen Jaguar ha permitido a Land Rover multiplicar los atractivos de su buque insignia, ya que a la evidente elegancia y notable eficacia en carretera o campo del Range Rover, se añaden ahora unas prestaciones tan elevadas como el precio de esta variante Supercharged.

Range Rover 4.2 V8 Supercharged
Range Rover 4.2 V8 Supercharged

La inclusión de Land Rover dentro del gigante Ford, que alberga también bajo su manto a Jaguar, ha traído aparejada una serie de acciones en los nuevos modelos del fabricante inglés tendentes a ahorrar costes a base de compartir elementos. Uno de los frutos de esa sinergia de grupo es el nacimiento del nuevo Range Rover Supercharged que probamos hoy. Y es que el motor 4.2 V8 que lo mueve, procedente del banco de motores de Jaguar, le ha venido como anillo al dedo a Land Rover para lanzar al mercado un producto que, sin renunciar al glamour tradicional del modelo, aumenta su caché gracias al importante incremento en prestaciones que proporciona este motor no solo frente a sus hermanos de gama, sino, sobre todo, frente a la competencia.En este sentido, el motor V8 4.2 sobrealimentado ofrece un poderío y prestaciones claramente más brillantes que las del 4.4 atmosférico, que cede así su posición de buque insignia de gama al nuevo modelo. Buena parte del secreto del poder del nuevo motor reside en la acción multiplicadora del compresor, que permite elevar la potencia hasta 396 CV, mientras que el par motor pasa de 440 Nm a 4.000 rpm en el 4.4 atmosférico, a nada menos que 560 Nm a 3.500 rpm en este 4.2 Supercharged. Dicho de otra forma, el nuevo motor resulta mucho más musculoso en términos absolutos, pero además entrega la potencia desde mucho más abajo y de una forma mucho más rotunda, aunque siempre manteniendo una progresividad realmente superlativa.

En esta suavidad juega un papel fundamental la caja de cambios automática ZF de seis velocidades, caja que ya disfrutaba la versión 4.4. Su rendimiento y suavidad son excelentes, aunque resulta algo lento de reflejos en un tipo de conducción deportiva. No obstante, para eso está el carril secuencial manual, que si bien hace gala de una gestión bastante protectora para con el motor, bien manejado permite conseguir una más inmediata respuesta al acelerador. El cronómetro, a la postre el juez más inapelable, pone en evidencia la importante ganancia en prestaciones del nuevo modelo. Comenzando por las aceleraciones, el Range Rover Supercharged tarda solo 8 segundos en pasar de 0 a 100 km/h y recorre el kilómetro con salida parada en 28,6 segundos. Esto representa invertir 1,8 y 2,6 segundos menos respectivamente que el motor 4.4i.

Si a lo que nos referimos es a su capacidad para adelantar, invierte 2 segundos y 56 metros menos en pasar de 80 a 120 km/h, diferencia que se abre aún más si esa recuperación se inicia desde una velocidad más rápida.

Por desgracia esas mejores prestaciones se consiguen a base de una mayor factura de carburante. Según nuestras mediciones, el nuevo V8 ha necesitado de media un litro más que el motor 4.4. Y esto representa, a igual ritmo de marcha, acortar en unos 44 kilómetros su autonomía.

Por lo que se refiere al comportamiento, evidentemente las más de 2,6 toneladas que pesa el coche tienen una influencia decisiva en su comportamiento al abordar curvas de radio medio y cerrado. De hecho, este tipo de curvas deben abordarse con un cierto margen de seguridad, no porque el coche presente comportamientos erráticos o con problemas, sino porque las inercias que genera ese notable peso y el elevado centro de gravedad, «empujan» de forma notoria al coche hacia el exterior de la curva.

Otra cosa es hablar, sin embargo, del aplomo de que hace gala el Range Rover Supercharged tanto en recta como en curva rápida. Aquí, su revisada suspensión neumática presenta unos tarados más firmes y, por tanto, más acordes con las nuevas prestaciones. Mención especial merece también en este apartado el equipo de frenos Brembo específico con que viene dotada esta variante Supercharged. Respecto de ellos, no solo detienen al coche en unas distancias realmente cortas para su peso, sino que además se muestran casi infatigables. También resultan muy útiles en la conducción nocturna los faros de Xenon con alumbrado lateral en curva coordinados con la dirección. Por lo que se refiere al confort y agrado de viaje, el nuevo modelo sigue manteniendo unos estándares realmente altos. La nueva redefinición de la flexibilidad de sus suspensiones no hace perder ni un ápice de confort, mientras que el espacio interior sigue siendo gigantesco. Los asientos resultan auténticos butacones, la insonorización se ha mejorado haciendo que en su interior se pueda mantener una conversación en un tono de voz casi natural y, por si esto fuera poco, el equipamiento, como se especifica en la ficha técnica que lo explicita, lo tiene prácticamente todo, incluyendo en ese todo el sistema de sonido Logic 7 harman-kardon con 14 altavoces y 720 watios de potencia, el teléfono personal integrado Bluetooth, la pantalla de navegador táctil, el control de distancia en aparcamientos con cámara de TV trasera y un largo etcétera más.

Por desgracia, disfrutar de esta auténtica pera en dulce queda fuera del alcance de la mayoría de los mortales, ya que su precio final, en la configuración base, ronda los 111.000 euros.