Resulta pura rutina hablar de nuevos SUV cada día. Llegan por todas partes y de todos los tamaños y no extrañaría que se convirtieran en el formato convencional del futuro, por ese plus de imagen y ergonomía (altura de asientos) que suman a la funcionalidad básica de una berlina. En estos tiempos de crisis, se escucha decir que el segmento medio de los SUV es el que menos está sufriendo las consecuencias y si haces un repaso a los SUV compactos anunciados para los próximos años... hasta Porsche y Lexus se sumarán con inéditos Macan y NX, respectivamente.
Opel no es nueva por estos lares. Dispone desde hace años de un corpulento Antara, que por lo que sea, no ha sido partícipe del éxito. En su caso, por muchas de sus cualidades, el Mokka apunta, si no directamente, al segmento más popular de los SUV, seguro que instigado por el éxito del Nissan Qashqai, pero Opel habla también del Nissan Juke y del Skoda Yeti como sus rivales... como también del Mitsubishi ASX, justificado por sus atípicos 4,28 metros de longitud.
Mucha presencia
Los centímetros físicos que le pudieran faltar al Mokka los suple con centímetros visuales y creo que también con su bonita imagen, donde tampoco faltan generosas llantas de 18 pulgadas. Por proporciones, es más alto que largo y ancho y esto mismo percibes por dentro. Pero solo parecen criticables, si lo ves como rival del Qashqai, los 325 litros verificados de maletero.
El Mokka te ofrece un acceso muy cómodo, una posición elevada bien ajustada al habitáculo y un puesto de conducción impecable en esta cuidada unidad probada. Los asientos opcionales AGR (405 euros) son un lujo por formas, tamaño y reglajes en un coche de esta categoría, como el equipamiento del que puede disponer (sensores de colisión, de pérdida de carril, reconocimiento de señales, faros inteligentes, etc). Además, la presentación material y visual del salpicadero también hace de este Mokka un coche muy vistoso y de elevada calidad percibida.
La categoría que transmite también aparece en su rodar. Lo sientes más Qashqai que Juke, muchísimo más Astra que Corsa. Su pisada parece muy buena por su equilibrio general, algo que no siempre sucede en un coche dispuesto a rodar por variadas superficies. Pisa con aplomo, con poco balanceo, sin sensación de aparatosidad, pero de la misma manera, afronta baches y badenes (y alcantarillas, bordillos y reductores de velocidad) sin sequedad. En este sentido, he frecuentado carreteras muy rotas y pistas de tierra y el Mokka lleva a despreocuparte por dónde pisas, por esa buena filtración de unas suspensiones más largas que hace que no sientas estar castigando al coche. Quizás por esta "especialización", me han sorprendido las dinámicas maneras del Mokka sobre su otro hábitat, las carreteras normales.
4x4 y algo más
Sobre el papel, las versiones 4x4 del Mokka tienen una puesta a punto de suspensión y dirección diferente a las 4x2. Es evidente que cuentan con una mejor capacidad de tracción, pero creo que también implica una actitud dinámica más deportiva y hasta cierto punto "estimulante" por su intensidad en un vehículo así. Destacaba líneas arriba su precisión. Recuerdo en mis primeros kilómetros un Mokka muy direccional, de excelente guiado, rápido y sin "tolerancias", y especialmente reactivo de eje trasero al cambio de masas en curva. Indagando, descubrí que llevaba presiones muy altas en los neumáticos (2,7 y 2,8 bar), las recomendadas como ecológicas por Opel para favorecer el consumo de combustible. Pero con estas presiones y una conducción rápida, se exalta el dinamismo trasero del Mokka hasta unos niveles quizá desconcertantes, también por la permisividad del control de estabilidad.
Probé con las presiones normales recomendadas (2,2 bar en ambos ejes) y el Mokka no disimula su actitud, pero se vuelve más progresivo, más adecuado para todos los públicos. No es una advertencia sobre el dinamismo del Mokka 4x4, sino una reflexión de lo mucho que pueden influir las presiones de los neumáticos. Y la combinación que puede suponer la recomendación ecológica con una conducción rápida.
En cualquier caso, la tracción integral es una herramienta de eficacia y seguridad en el Mokka. El sistema utilizado monta un diferencial central electromagnético que reacciona y también se anticipa a pérdidas de motricidad. Tiene en cuenta la velocidad de las ruedas, la posición del acelerador, el giro de la dirección, etc, y varía el reparto automáticamente. En condiciones normales, desvía todo el par al tren delantero, pero nunca lo saturarás por la rapidez del sistema a variar el reparto. El Mokka es más agradecido trazando la curva acelerando, que descargándole, y por su eficacia y seguridad te permite ir muy rápido con mucha naturalidad.
Su tracción integral quizá se amortice los días de lluvia y nieve, pero también tenemos una herramienta para salir del asfalto. Por tracción, el Mokka avanza sobre barro, tierra y hierba sin especial atención por tu parte, pero por su bajo faldón delantero encontrarás límites para ir un poco más allá. Y su embrague tampoco está dispuesto a participar en pasos complicados.
1.4 turbo de gasolina
Si la tracción integral puede suponer un "plus" dinámico en el Mokka, su motor 1.4 Turbo de gasolina se suma a esta percepción. En nuestro mundo Diesel, recuperar las sensaciones de un motor Turbo de gasolina siempre se agradece, especialmente en Opel. Siempre miro con recelo los Opel Diesel por lo ruidosos que siguen siendo a día de hoy y encontrarme un Opel refinado como este es toda una noticia. El 1.4 Turbo no es especialmente potente, pero sus 140 CV y 20 mkg aseguran buenas prestaciones y agrado de conducción. Su naturaleza turbo hace fácil el empuje y si bien por debajo de 2.000 rpm no permite descuidar el cambio, siempre recibes la agradable respuesta de ganar velocidad. Es suave y progresivo, tanto que por encima de 4.500 rpm hasta el corte a 6.000 rpm, te puede resultar algo plano.
Tiene, por tanto, una doble personalidad, la de refinado propulsor aprovechando un bajo/medio régimen que te garantiza buenas prestaciones y agrado. Y la de deportivo, explorando un alto régimen olvidado con los Diesel. La caja de cambio de 6 velocidades funciona muy bien. Se siente suave en los desplazamientos y precisa en las inserciones. El conjunto se combina con un dispositivo Stop-Start que funciona correctamente, parando a menudo el motor en las detenciones y rearrancándolo con rapidez apenas acariciamos el embrague. No sirve para equiparar los consumos a los de un Diesel equivalente y en este sentido el 1.4 Turbo poco puede hacer. Pero sí parece razonable un consumo medio de 7,8 litros, cuando disponemos de un SUV 4x4, en el que peso, rozamientos y aerodinámica influyen sobremanera.