Todo lo malo que tienen los embotellamientos se olvida cuando el tráfico comienza a ser más fluido. Segunda, tercera, cuarta… así hasta llegar hasta la sexta. Muy bien escalonado está el cambio del X 3 diesel. Y qué bien combina la caja manual con este motor (mejor binomio que la versión gasolina/caja automática, que mostraba excesivo salto en las dos últimas marchas). Las cinco primeras relaciones se encuentran bastante juntas, lo que hace que el motor se encuentre empujando siempre, no hay inflexiones en su curva de potencia que apenas cae de régimen en cada cambio que efectuamos hacia «arriba». Incluso llevándolo por debajo de 1.500 rpm en marchas largas encontraremos siempre una respuesta contundente. La autovía, sin apenas darnos cuenta, nos dejó en las puertas del campo. En esta vía las sensaciones entre un X3 y una berlina de su misma marca y categoría (no obstante el mismo corazón del X3 3.0 d, late en las berlinas Touring 330 y 530 d) son casi idénticas; aplomo, suavidad, precisión de dirección.
Enlazando curvas cerradas a ritmo «alegre» con el X3 no se aprecian balanceos, ni siquiera al pasar por juntas de dilatación, en donde, si bien la amortiguación no las puede borrar, (es más, se aprecian claramente en las posaderas sobre todo en las plazas traseras) tampoco significa el más mínimo desplazamiento de trayectoria o salto de las ruedas.
Una vez alcanzada la pista de pruebas de Ocaña, donde el X3 superó con más facilidad de lo que esperábamos prácticamente todos los obstáculos, y alguno más, a los que sometemos a este tipo de coches (ver recuadro) y viendo lo seco que se encontraba el suelo nos animamos a iniciar desde ahí una larga travesía off road por todo tipo de caminos, algunos de ellos muy muy rotos y que antes solo habíamos afrontado a con todoterreno.
Caminos, lo decimos sin tapujos, por los que no nos abríamos aventurado con tanta desinhibición si fuera nuestro el coche. Pero como ese es nuestro trabajo, parecía que el X3 lo pedía y nos había inspirado plena confianza su sistema de tracción total inteligente (X-Drive con DSC) unido a su «tractoriana» respuesta de motor, optamos por liarnos la manta a la cabeza y continuar. La verdad es que sin valorar totalmente lo que pasaría en el caso de llegar a un punto conflictivo sin posibilidad de retorno.
Era la mejor forma de disipar las dudas, de ver hasta donde puede llegar en esas condiciones un SUV calzado con ruedas de asfalto (Bridgestone Potenza EL 42) de perfil 55" y no hizo falta recurrir al teléfono de rescate fuera de carretera, aunque en ocasiones lo pensamos. Es más, este SUV en el «off road» es de «chapó», y aunque tiene limitaciones por su reducida altura y recorridos de suspensión, la tracción permanente y el sistema DSC hace que su conducción sea juego de niños. Por pistas de tierra sin mucho bache puede ir a un ritmo algo más que alegre y transmite sensaciones que recuerdan a las de un Subaru Impreza o un Mitsubishi Lancer EVO. Eso si, con matices, puesto que va bastante más lastrado que estos y en curvas con cambios de apoyo se nota. Pero sabes que la electrónica no va a dejar que el coche se descontrole ni un centímetro de más.
Con lo único que hay que tener cuidado es de no llegar a situaciones de frenado en las que tenga que entrar el DBC (sistema de asistencia en la frenada, que la intensifica cuando pisamos suavemente el pedal), ya que tras este enseguida saltará él ABS. Algo que en tierra, y más si hay barro, generalmente no resulta eficaz.
Tanto nos animamos en el recorrido fuera de carretera, que optamos por complicarnos aún más la vida, y aprovechando la proximidad nos adentrándonos en una finca de un conocido. Dentro de ella, afrontamos una prolongada pendiente muy rota plagada de roderas y piedras. Fue demasiado, las ruedas comenzaron a perder tracción, y ni par motor ni DSC ni X-Drive juntos pudieron en este caso desafiar a la física. Para salir de semejante atolladero la única solución fue dar media vuelta y deshacer lo andado. Fácil de decir, pero difícil de ejecutar.
Imaginaros: camino estrecho de carro, con barranco considerable a un lado sin margen apenas, al otro talud de tierra y de colofón la callada mirada del cabrero de la finca que no entendía como habíamos llegado hasta allí con un coche de aspecto tan llamativo y tan poco de campo. Una vez que conseguimos, a base de ir marcha atrás en arriesgada maniobra hasta un punto más ancho con la colaboración de las indicaciones del cabrero, poner el morro hacia abajo, bastó con conectar el control de descensos (HDC) y dejar que el X3 hiciera el resto. Con la pista de pruebas de Ocaña ya a tiro de piedra, una de generoso calibre, que no vimos con la maleza, impacto severamente contra los bajos del BMW. A los poco metros un pitido seguido de una luz de advertencia en el salpicadero, hizo que sudores fríos nos recorrieron el cuerpo. Nos veíamos dándole conversación otra vez al cabrero, pero no hizo falta, mera coincidencia. Respiramos tranquilos en cuanto comprobamos que la luz era del testigo de presión de neumáticos. Uno había perdido presión al habérsele incrustado entre llanta y talón una piedrecíta. Zanjamos el problema sacándola con ayuda de la llave de la puerta casa. Con la noche encima, por cierto un 10 para la doble óptica de Xenón, alcanzamos de nuevo el asfalto, paramos en un área de servicio para reponer aire, repostamos (apenas 9 l de media) y antes de entrar en la autopista programamos en el ordenador de abordo la velocidad a la que queríamos que saltara su correspondiente chivato acústico. Un «gadget» que entre otras utilidades evita sorpresas con los radares. Ya en la autopista y antes de caer en la tentación de conectar el radio/CD (no es un extra) para que la música nos envolviera, dejamos transcurrir unos segundos.
Queríamos oír hablar al coche, que nos contara qué había representado para él la experiencia del día. Pero nada, ni un ¡clonk!, ni un solo silbido aerodinámico inusual, ni una vibración parásita a causa del severo trato sometido fuera de la cinta asfáltica. Sólo un silencio que deja huella y seduce invitando a concentrarse en el paisaje y a disfrutar de la conducción.