Toyota Land Cruiser 180D: a prueba un auténtico todo terreno

El Toyota Land Cruiser 180D es un ejemplo de adaptación a los tiempos, un todoterreno de los que ya no quedan. Ahora, recibe cambios para mantenerse en la brecha.

Luis Miguel Vitoria. Twitter: @luismivitoria

Toyota Land Cruiser 180D: a prueba un auténtico todo terreno
Toyota Land Cruiser 180D: a prueba un auténtico todo terreno

Con su particular aplicación de la teoría de la evolución, incluso los todo terreno que se vieron obligados a ceder espacio a los SUV siguen adaptándose. Y lo hacen, no sólo a las necesidades que plantea el mercado, sino también a las normas. Continúan, eso sí, sobrellevando la maldición de los kilos inherente a su construcción o a su estructura mecánica, con tracciones totales pesadas, con diferenciales bloqueables y cajas de reducción. Enfrente, los SUV aportan estructuras de turismo, con chasis autoportantes, y livianas tracciones totales (cuando las tienen) con embragues multidiscos gestionados electrónicamente, pero no muy amigas de un funcionamiento agónico como el que soportan diferenciales de tipo Torsen como el del Toyota Land Cruiser.

Toyota Land Cruiser 180DHoy los SUV son, para muchos, el parche a esos todo terreno cuando se buscan opciones camperas. Pero, incluso el mejor, es eso: un remedo frente a la progresión en las condiciones más duras que ofrecen coches como el Toyota Land Cruiser, el más vendido de esta especie y, también, uno de los más recomendables. Además, ofrece muchísimo espacio hasta con siete plazas si se opta por la carrocería de cinco puertas. Sólo con esta configuración de siete asientos, el maletero es propio de un ciudadano. Pero con cinco es capaz de superar los 600 litros de capacidad. Y es mucho. Mientras que las plazas delanteras son regias, las tres traseras tienen la posibilidad de regular longitudinalmente el espacio. También son reclinables. Las de la tercera fila dan más que bien para salir del paso si se trata de que las ocupen adultos.

Toyota Land Cruiser 180D: cambios en el motor

Este nuevo Toyota Land Cruiser ofrece pocos cambios respecto a la generación presentada seis años atrás —y ésta, a su vez, respecto a la anterior—. Pero entre lo nuevo está que su motor de 3,0 litros de cilindrada y 190 CV de potencia ha sido sustituido por otro cuatro cilindros, éste de 2,8 litros y 177 CV. Denominada la versión 180D, se cumple así con la norma de emisiones Euro6, para lo que lleva un catalizador SCR. Pierde potencia, sí; pero gana par, en tanto que contaminantes y consumo bajan. Nuestras pruebas dicen que, de media, recorta casi 0,5 l/100 km. Aquí tiene gran incidencia la rebaja del gasto en ciudad: 1,2 l/100 km. Sus 9,9 l/100 km de media son pues una cifra como la que obtiene el Mitsubishi Montero 3.2 DI-D e inferior a la del Jeep Wrangler 2.8 CRD.

Valora tu coche gratisLa contrapartida está, claro, en las prestaciones, aspecto en el que el Toyota Land Cruiser 180D da un paso atrás: a igualdad de tipo de transmisión, acelera peor que su antecesor: pierde en el 0 a 1.000 metros, por ejemplo, casi 1 segundo al quedarse en 34,1 segundos totales, y también pierde terreno en las recuperaciones, si bien en menor medida (0,6 segundos). El paso de 80 a 120 km/h en D lo ejecuta en 10,1 segundos.

Esta versión 180D del nuevo Toyota Land Cruiser va asociada a una caja manual o a una automática, las dos de seis marchas. Ésta última, la caja 6 Super ECT, que es la que hemos probado, no es demasiado costosa (2.500 euros), pero sí que no se siente de última generación: resbala su convertidor en las arrancadas, reacciona lentamente al paso de una a otra marcha resulta dubitativa cuando tiene que elegirla si el motor está funcionando a media carga o, por ejemplo, embocamos una cuesta acelerando. Su mejor cualidad es la suavidad con la que, en general, funciona. Tiene, además, un modo Sport con el que se fija la marcha más alta que queremos que actúe y el cambio elige entre esa y todas las que están por debajo de ella: al estilo de las antiguas que usaba Mercedes.  No hay, por tanto, un modo de selección manual: en tanto que en D usa siempre la marcha más larga que soporta el par del motor. De ella, a cambio, valoramos mucho lo que permite desentenderse del manejo de las marchas o el embrague cuando las condiciones del recorrido empeoran.

Interior Toyota Land CruiserToyota Land Cruiser: modificaciones también de chasis

Con el nuevo motor 2.8 llegan también al nuevo Toyota Land Cruiser 180D algunas ayudas a la conducción, como la alerta de tráfico trasero que avisa de objetos en movimiento cerca del coche en maniobras de marcha atrás. También hay algunas modificaciones en la suspensión, incluyendo una amortiguación pilotada presente en algunas versiones. Con la estándar no sentimos variaciones en el comportamiento respecto a otros Toyota Land Cruiser inmediatos a éste. Sus maneras, como es lógico, no son asimilables a las de un turismo, algo que sí puede pasar con los SUV: en carretera, la pisada es más imprecisa y, por tanto, el ritmo de conducción más lento. Incluso el peso provoca que las asistencias ligadas a la frenada actúen más frecuentemente de lo que debieran.

Sin embargo, quien conduce este Toyota Land Cruiser 180D nota, inmediatamente, que esa torpeza en el asfalto (donde tanto cuesta que este todo terreno cambie de dirección, por ejemplo) se torna en suficiencia fuera de él. Aquí muchos argumentos juegan a su favor: su eficaz tracción total, tanta altura entre la carrocería y el suelo, contar con suspensiones de eje rígido, el sistema KDSS que interviene sobre las estabilizadoras para ganar aún más recorrido de suspensión, las ruedas aptas para firmes deslizantes y abruptos o ese chasis inmune a la flexión... Un todoterreno, en definitiva, difícil de parar.

Así, cuando surgen los terrenos problemáticos se entiende porqué algunos conductores, y en determinadas circunstancias, sacrifican la actitud en carretera que aporta un SUV por ese valor añadido que atesora este Toyota Land Cruiser. Difícilmente uno de aquellos SUV puede contemplarse como la completa herramienta que es hoy este Toyota, capaz de laminar dificultades y hacer la vida más fácil a quien lo conduce... siempre que hablemos de circular fuera del asfalto, claro.

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