Cuando vimos por primera vez el Altea en forma de concept car, pensamos que era un mero ejercicio de estilo y que, por su arriesgado diseño, no vería la luz con los trazos que lo contemplamos. Nos equivocamos. Posteriores tomas de contacto con un Altea real, que circulaba como cualquier otro automóvil, nos hicieron ver que la cosa iba en serio. El monovolumen de la marca española no se atiene a lo que teóricamente le marca el segmento en el que está ubicado. No es un coche que destaque por su habitabilidad y tampoco por su maletero es de los mejores de la categoría, sino todo lo contrario. Entonces, ¿qué es lo que aporta? Pues la idea era crear un modelo destinado a un tipo de cliente al que le gusta la conducción dinámica pero al que un compacto o una berlina se le quedan pequeños.La pena, o la suerte, según se mire, es que esta feliz idea también la tuvieron en Ford y el C-Max se ha convertido en uno de sus rivales más tenaces en pos de ser el monovolumen más deportivo a la vez que práctico del mercado.El Altea recibe ya desde el primer momento nuestra felicitación por lo valiente de sus formas y lo novedoso de su planteamiento. Desde fuera se le ve musculoso. El frontal lo preside una parrilla con el logotipo de la marca, que le da empaque, y unos faros que afilan sus rasgos. Lateralmente, observamos un esfuerzo por lograr un aire de dinamismo, con una estampa más deportiva de lo esperado y una línea de cintura bastante alta. La trasera, con un portón algo estrecho y las luces en la parte alta, es la que más delata que estamos ante un vehículo de carácter familiar, ¿o no? Es un monovolumen, pero más bien parece un compacto.Muchos pensaban que los conductores de monovolúmenes eran personas que, con la llegada de pareja e hijos, habían perdido las ganas de disfrutar al volante. Por eso, sólo compraban monovolúmenes de gran modularidad y espacio, pero de comportamiento más bien soso. En esta situación, con pocos vehículos de este tipo que ofrezcan diversión al conductor, llega el Altea. Su chasis, derivado del que monta la quinta generación del Golf, ya nos avisa de que nos encontramos con un coche diferente. Este bastidor incorpora la suspensión trasera multibrazo que tan bien se comporta en el compacto de Volkswagen y unos tarados de suspensión que, por su firmeza, son más típicos de un vehículo de otras características. Esto permite al Altea estar pegado a la carretera y dar la sensación y la tranquilidad al conductor de que así es. La carrocería oscila lo mínimo aunque esa oscilación es más notable en cambios de apoyo bruscos, cuando las inercias son más fuertes. En curvas abiertas, incluso a velocidades elevadas, este movimiento no se produce y la eficacia es la principal propiedad del modelo de Seat. La firmeza del sistema de suspensión hace que en algunas situaciones, sobre todo en terreno muy bacheado, la sintamos algo incómoda, o, más bien, no tan cómoda como cabría esperar. Hay que aclarar que esta suspensión deportiva es específica del acabado Sport Up, que es el que equipaba nuestra unidad de pruebas, siendo la de serie en el resto de acabados algo más bondadosa con los ocupantes del Altea. Las distancias de frenado están bien si tenemos en cuenta las características del vehículo, aunque podrían ser mejores, pues nuestra unidad contaba con neumáticos de medida 205 y unos discos delanteros y traseros generosos. Las pruebas de nuestro Centro Técnico han concluido que su mejor frenada desde 140 km/h se realiza en 72,2 metros. Aun así, son los mejores números del segmento. El comportamiento es de lo mejor. Divertido y seguro, aunque nos gusta más el del Focus C-Max, que tiene un nivel de adherencia superior y nos permite una velocidad de paso por curva mayor. Su buena aerodinámica, fruto de ese diseño agresivo, le ayuda a que el ruido en viajes a velocidades altas no sea muy elevado ni demasiado molesto. A esto también contribuye la novedosa colocación de los limpiaparabrisas, que se recogen en los montantes verticales de la luneta delantera y que, según la marca, reducen las turbulencias. Cuando vimos por primera vez el Altea en forma de concept car, pensamos que era un mero ejercicio de estilo y que, por su arriesgado diseño, no vería la luz con los trazos que lo contemplamos. Nos equivocamos. Posteriores tomas de contacto con un Altea real, que circulaba como cualquier otro automóvil, nos hicieron ver que la cosa iba en serio. El monovolumen de la marca española no se atiene a lo que teóricamente le marca el segmento en el que está ubicado. No es un coche que destaque por su habitabilidad y tampoco por su maletero es de los mejores de la categoría, sino todo lo contrario. Entonces, ¿qué es lo que aporta? Pues la idea era crear un modelo destinado a un tipo de cliente al que le gusta la conducción dinámica pero al que un compacto o una berlina se le quedan pequeños.La pena, o la suerte, según se mire, es que esta feliz idea también la tuvieron en Ford y el C-Max se ha convertido en uno de sus rivales más tenaces en pos de ser el monovolumen más deportivo a la vez que práctico del mercado.El Altea recibe ya desde el primer momento nuestra felicitación por lo valiente de sus formas y lo novedoso de su planteamiento. Desde fuera se le ve musculoso. El frontal lo preside una parrilla con el logotipo de la marca, que le da empaque, y unos faros que afilan sus rasgos. Lateralmente, observamos un esfuerzo por lograr un aire de dinamismo, con una estampa más deportiva de lo esperado y una línea de cintura bastante alta. La trasera, con un portón algo estrecho y las luces en la parte alta, es la que más delata que estamos ante un vehículo de carácter familiar, ¿o no? Es un monovolumen, pero más bien parece un compacto.Muchos pensaban que los conductores de monovolúmenes eran personas que, con la llegada de pareja e hijos, habían perdido las ganas de disfrutar al volante. Por eso, sólo compraban monovolúmenes de gran modularidad y espacio, pero de comportamiento más bien soso. En esta situación, con pocos vehículos de este tipo que ofrezcan diversión al conductor, llega el Altea. Su chasis, derivado del que monta la quinta generación del Golf, ya nos avisa de que nos encontramos con un coche diferente. Este bastidor incorpora la suspensión trasera multibrazo que tan bien se comporta en el compacto de Volkswagen y unos tarados de suspensión que, por su firmeza, son más típicos de un vehículo de otras características. Esto permite al Altea estar pegado a la carretera y dar la sensación y la tranquilidad al conductor de que así es. La carrocería oscila lo mínimo aunque esa oscilación es más notable en cambios de apoyo bruscos, cuando las inercias son más fuertes. En curvas abiertas, incluso a velocidades elevadas, este movimiento no se produce y la eficacia es la principal propiedad del modelo de Seat. La firmeza del sistema de suspensión hace que en algunas situaciones, sobre todo en terreno muy bacheado, la sintamos algo incómoda, o, más bien, no tan cómoda como cabría esperar. Hay que aclarar que esta suspensión deportiva es específica del acabado Sport Up, que es el que equipaba nuestra unidad de pruebas, siendo la de serie en el resto de acabados algo más bondadosa con los ocupantes del Altea. Las distancias de frenado están bien si tenemos en cuenta las características del vehículo, aunque podrían ser mejores, pues nuestra unidad contaba con neumáticos de medida 205 y unos discos delanteros y traseros generosos. Las pruebas de nuestro Centro Técnico han concluido que su mejor frenada desde 140 km/h se realiza en 72,2 metros. Aun así, son los mejores números del segmento. El comportamiento es de lo mejor. Divertido y seguro, aunque nos gusta más el del Focus C-Max, que tiene un nivel de adherencia superior y nos permite una velocidad de paso por curva mayor. Su buena aerodinámica, fruto de ese diseño agresivo, le ayuda a que el ruido en viajes a velocidades altas no sea muy elevado ni demasiado molesto. A esto también contribuye la novedosa colocación de los limpiaparabrisas, que se recogen en los montantes verticales de la luneta delantera y que, según la marca, reducen las turbulencias.
Seat Altea 2.0 TDI Sport Up
El Altea no es un monovolumen al uso. Potencia sus cualidades dinámicas y prestacionales sobre lo que deberían ser sus virtudes principales: espacio y modularidad.