Saab 9-3 2.3 TS Viggen Cabrio

Buscar la lógica del Saab 9.3 Viggen Cabrio es tarea casi más propia de los agentes de la serie de televisión. No hay otro coche sin techo tan «bruto» en el mercado. Quien de verdad quiera sentir la fuerza del aire podrá hacerlo con este singular descapotable.

Saab 9-3 2.3 TS Viggen Cabrio
Saab 9-3 2.3 TS Viggen Cabrio

Saab emplea el termino Viggen para las versiones más potentes de su gama 9-3. Para el Coupé y el Cabrio se recurre al motor 2.3 turbo que alcanza 230 CV. Ya en la versión cerrada comentábamos las pérdidas de tracción del eje delantero. En la versión cabrio este defecto se aprecia aún más, pues el bastidor se «retuerce» debido a su menor rigidez. Si nos empeñamos en pisar el acelerador a fondo para disfrutar del potencial del motor, el morro del Viggen tiende a «buscar» de un lado a otro, como si una cadena lo mantuviese sujeto por el paragolpes trasero. La verdad es que es una gozada notar la capacidad de aceleración que tiene este cuatro cilindros turbo. Pero lo mejor es aprovechar el elevado par (418 Nm a 3.150 rpm). Desde 1.500 hasta casi las 6.000 vueltas nos encontramos con una gran capacidad de respuesta. Sobre la carrocería cabrio, Saab nos ofrece cuatro niveles de potencia. El modelo que probamos en la versión más radical por sus 230 CV y su capacidad para transmitirlos al suelo. A esto hay que sumarle que cuesta algo más de ocho millones. Frente al resto, el Viggen incorporan cambios aerodinámicos. Lo que más destaca es el spoiler frontal, con el que se logra una menor distancia al suelo (hay que tener cuidado con los bordillos al aparcar de frente). Los estribos laterales que se enrasan con el frontal y parachoques trasero logran una imagen lateral compacta. Para rematar las ganancias aerodinámicas y estéticas, se instala un alerón trasero que muestra su efectividad a velocidades elevadas, pues logra un mayor aplomo. Aunque no encaja en un descapotable, curiosamente el terreno idóneo para el Saab 9-3 Viggen Cabrio son las autopistas. En ellas se pueden alcanzar velocidades de crucero muy elevadas y la respuesta del motor hace que recuperar la velocidad sea fácil, sin tener que reducir. Si la carretera se vuelve sinuosa hay que pisar el acelerador con extremada suavidad, de lo contrario, el 9-3 Viggen nos enseña sus carencias de bastidor y suspensiones. Al acelerar a fondo se aprecia que el morro se aligera y se producen pérdidas motricidad. En estas condiciones, el coche se vuelve brusco, impreciso e incómodo. Las altas velocidades no suponen problema ni con el techo plegado: aunque el velocímetro se acerque a los 200 km/h, los ocupantes delanteros pueden aguantar el efecto del viento. En estas condiciones, lo mejor es llevar los cristales subidos y el deflector que hay detrás del asiento trasero.