Permíteme que te presente un vehículo muy especial: cuenta con toda la elegancia de las berlinas inglesas y con el empaque y la suavidad del modelo alemán mejor afinado. Se trata del Rover 75 Tourer, uno de los familiares de mejor cuna entre los que pululan por su segmento.
Nuestro primer encuentro fue en uno de los múltiples “stands" de un aeropuerto cualquiera. A decir verdad, no suelo prestar mucha atención a las carrocerías familiares, pero ésta hizo que me girara: aristocráticos cromados en la parrilla y los laterales, líneas definidas y limpias y unos grupos ópticos que recuerdan (no por casualidad, como enseguida veremos) a los de BMW. El rediseño que el 75 experimentó en 2004 también se extendió a las versiones Tourer y el resultado es un vehículo que, visualmente, ofrece un armonioso equilibrio entre la elegancia y la sobriedad. Apenas dos horas más tarde, me encuentro frente al modelo con mecánica 2.0 CDTi (y tampoco por casualidad: voy a estar al volante durante un largo fin de semana). De nuevo, sus faros y su distinción me hacen pensar en los automóviles de la casa de Munich y entonces caigo en la cuenta: BMW fue propietaria de Rover desde 1994, hasta 2000. La unión de ambas marcas no duró muchos años, pero consiguió productos tan sólidos como el que nos ocupa. La herencia de la casa alemana es patente, sobre todo, en su comportamiento. El 75 Tourer se desliza por la carretera ofreciendo una agradable sensación de control. El motor 2.0 CDTi, con 131 CV, emite un ronroneo que casi no se escucha en el habitáculo: sin esfuerzo, impulsa constantemente los 1.627 kilos de este Rover desde la zona baja del cuentavueltas. No hay saltos bruscos de potencia: ésta aparece de manera lineal y desfallece discretamente cuando la aguja alcanza las 4.000 revoluciones. Una vez lanzado, será difícil no abandonarse al aplomo que muestra el 75 Tourer y más de una vez nos encontraremos rebasando la velocidad de crucero que hayamos establecido en el control (de serie en las versiones Diesel). Un agudo pitido nos avisará de nuestra “falta" y nos devolverá a los límites que nos hayamos marcado.Lo cierto es que cuando comprobemos el buen hacer del Tourer, querremos que esos límites estén cada vez más altos. Aunque la potencia y el par que ha medido nuestro Centro Técnico (casi 128 CV a 3.530 rpm y 29,1 mkg a 2.810 rpm, respectivamente) son un poco más bajos que los anunciados por la marca, resultan más que suficientes para lograr que esta berlina familiar se mueva con soltura en cualquier trazado. La respuesta del turbo no se deja notar en forma de “patada" -cualquier lord inglés lo consideraría una vulgaridad-, pero sale a relucir cuando hablamos de aceleración (pasa de 0 a 100 km/h en 11,6 segundos, según los datos de nuestro Centro Técnico) o de recuperaciones. Eso sí, cuando aparece, lo hace envuelta en seda.Cuando notemos que el Rover “pierde fuelle", bastará con bajar una marcha para volver a recuperar toda la fuerza que llevábamos. Además, resultará una tarea muy grata, gracias a la rapidez y el buen tacto de la palanca de cambios. El 75 Tourer ni siquiera pierde sus buenas formas cuando la carretera se complica. Una suspensión firme y bien calibrada, con geometría McPherson en el eje delantero y multibrazo en el trasero, absorbe las irregularidades del terreno y se encarga de evitar que la carrocería se balancee en los giros acusados. En nuestra unidad de pruebas, unos neumáticos 215/55, montados sobre una llanta de 16 pulgadas, proporcionaban una pisada franca, lo que nos permitió enlazar las curvas sin descanso. Tampoco se quedan atrás las cubiertas 195/65 R 15 que monta el 75 Tourer de serie. El dócil manejo de este vehículo, con un amplia batalla y unas generosas vías, nos hará olvidarnos que estamos ante una carrocería con casi 4,80 metros de largo (por cierto, sus medidas aparecerán como por arte de magia cuando queramos encontrar aparcamiento).Sin darnos cuenta, hemos realizado una buena cantidad de kilómetros y no estamos cansados. Resulta fácil entenderlo, teniendo en cuenta todas las ayudas puestas a nuestra disposición: al mencionado control de velocidad de crucero se une el de tracción, también de serie, y un poderoso sistema de frenos con ABS, que puede detener en coche en sólo 71,4 metros desde 140 kilómetros por hora, según nuestras mediciones. Sólo haría falta un cambio automático (que ni siquiera existe como opción) para obtener la sensación de que el vehículo se conduce solo.No sólo las cifras de frenado son dignas de modelos más pequeños y ligeros: el consumo del 75 Tourer también es bastante frugal. Nuestras mediciones han revelado un gasto medio de combustible de 7,2 litros/100 kilómetros, lo que convierte a este vehículo en uno de los más ahorradores entre sus rivales.