Rover 45 2.0 V6 Club / MG ZS 180

De las variantes que ofrece MG sobre base Rover, esta es la más radical por concepto. El refinado 45 de imagen señorial con mecánica V6 y cambio automático, se convierte en el ZS 180 en un temperamental deportivo de pocos compromisos.

Rover 45 2.0 V6 Club / MG ZS 180
Rover 45 2.0 V6 Club / MG ZS 180

La recuperación de la históricamente deportiva marca británica MG utilizando como punto de partida a los actuales modelos de Rover —marcas de planteamientos antagónicos—, no deja de ser una solución política que incluso pudiera parecer por una cuestión de credibilidad, contraproducente.

El Rover 45 posiblemente sea la berlina más exclusiva y señorial de su segmento, por su propia elegancia y la utilización de un motor de 6 cilindros de gasolina de 150 CV combinado con un cambio automático con variante secuencial. Esta configuración llama aún más la atención por el cubicaje de su motor, de sólo 2 litros, cilindrada a la que se suele recurrir en el 99,9 por ciento de los casos con "vulgares" motores de 4 cilindros. Esto ya nos adelanta el planteamiento refinado que procura en todos los aspectos el Rover. Decimos que procura, porque el tacto del V6 está alejado de la finura propia percibida de los mejores 6 cilindros del mercado. Pero esto más que un problema de motor es, porque igualmente sucede en el MG, fruto de la veteranía del modelo. Una veteranía que se refleja, al margen del propio diseño y proceso constructivo del modelo, en un interior funcional y ergonómicamente desfasado, en el que no todas las tallas encontrarán una cómoda postura de conducción. Esto mismo es aplicable al ZS, en el cual sus asientos específicos sólo aportan una mayor sujeción. Lastra igualmente un volante que sólo se regula en altura, interruptores de elevalunas incómodos, una nula iluminación de los mandos, e incluso una radio de formato antiguo que obliga a extraer todo el frontal para evitar el robo. La fea integración de la tapa del airbag del pasajero, o los mandos mecánicos giratorios del aire acondicionado —no pueden disponer de climatizador—, terminan por empobrecer la imagen de estos dos coches, peor llevado en el MG que se ha presentado recientemente al mercado como una novedad y sólo aporta, básicamente, al margen de los asientos, otro tapizado, el fondo blanco de los relojes y un diferente pomo del cambio. Al menos, por fuera, los cambios recibidos le aportan al MG algo de frescura, con las rejillas delanteras metálicas, unas generosas llantas de 17 pulgadas y un alerón posterior de gran tamaño.