Renault Clio Sport 2.0 16v

A diferencia del Williams, el nuevo SuperClio (lo de Super con permiso del V6 24v), es mucho más tratable y cómodo. Los estándares de calidad y confort han subido en igual magnitud que los de prestaciones y potencia.

Renault Clio Sport 2.0 16v
Renault Clio Sport 2.0 16v

El habitáculo acoge más amablemente a conductor y acompañante que nunca en un deportivo Renault. Los asientos envuelven bien el cuerpo, pero son también más accesibles, no tan parecidos a los símil baquets de antaño (Williams). Si lo comparamos aquí con el nuevo Ibiza el Renault obtendría una mejor nota debido a que el respaldo es más anatómico y modulable. Por supuesto, no falta una inscripción también hasta ahora ausente «Renault Sport» en el respaldo de los mismos, ni un tejido y decorado específicos para la tapicería y, en general, el resto del interior. Detalles como el volante, que va forrado como los de carreras, o el pomo del cambio, que es de metal, le acercan al mundo de los automóviles más deportivos y radicalesLa postura al volante sigue siendo muy buena y los pedales son de los agujereados, con el acelerador sobredimensionado para poder hacer bien el punta-tacón. Por último, como detalle a tener en cuenta en el tablero de la instrumentación justo a la izquierda de éste se enciende un símbolo en color verde cuando sólo faltan 200 rpm para llegar al corte. Y es que el motor no corta siempre en el mismo punto. En primera y segunda llega hasta 7.250 rpm, mientras que en las tres últimas marchas alcanza «sólo» 7.000. Y la verdad es que este nuevo elemento de información es una gran idea, pues entre curva y curva el Clio Sport es un disparo y toda nuestra atención debe centrarse en el asfalto. De otro modo, en zonas muy viradas hay que mirar continuamente el régimen del motor para cambiar correctamente. Las últimas dos mil vueltas son un relámpago en este nuevo motor y el coche sale como un cohete, de forma que apenas podemos fijarnos en una aguja que sube hacia las 7.000 rpm a toda velocidad. La lucecita verde nos quita ese trámite de ir pendientes de la aguja. La vista puede mantenerse bien al frente, el motor empieza a «cantar» y miramos ligeramente de reojo la instrumentación: cuando se enciende la luz verde, una marcha más. No es fácil canalizar 172 CV en sólo las ruedas delanteras. Y la verdad es que Renault lo ha hecho realmente bien. Con este Clio nos encontramos más cómodos al volante que con cualquier otro inferior. Pisa el asfalto como si fuese un Laguna, tanto por capacidad para ir derecho como por el silencio, por lo menos hasta 5.000 rpm. Notamos algo flotante la dirección, aunque no es un gran problema, pues los 172 CV tiran muchísimo al acelerar en la salida de las curvas, y lo contrario (dirección muy dura) podría ser casi peor. No subvira casi nada y el tren trasero redondea las curvas sin brusquedad alguna si levantamos el pie del gas en pleno apoyo. Conducir este Clio entre curvas crea adicción. Frena sin cansarse, entra en el viraje casi plano y no vemos el momento de acelerar para oír el bramido de la mecánica y, poco después, la lucecita verde que nos anima a cambiar hacia arriba. Las autopistas son también de su agrado. Con tanta potencia rueda a 200 km/h fácilmente y no parece un coche pequeño a alta velocidad, pues apenas se mueve y digiere las curvas rápidas con aplomo. En Francia cuesta 3,4 millones de pesetas, aunque Renault España espera rebajar ese precio para ser más competitivos con respecto al Ibiza, que cuesta 2,9 millones. La comercialización empezará en marzo del 2000 y esperan vender unos 1.000 vehículos al año. Recordemos que del Williams vendieron sólo 900 desde el año 93 hasta el 96. Junto con este Clio Sport llegarán el Scénic RX4 y el dCi, así como dos nuevas motorizaciones para el Clio, una de 1,4 litros de cuatro válvulas por cilindro y 98 CV y otra Diesel (dTi) de 80.