El Renault Clio que hemos probado dispone de un motor de gasolina de 1,2 litros de cilindrada y que desarrolla, según datos oficiales, 75 CV a 5.000 rpm y ofrece un par máximo de 10,7 mkg a 3.500 rpm. Sin embargo, en este modelo, lo más destacable no es el motor, sino la caja de cambios automática robozada que lleva. Una caja que nos dará todo tipo de sorpresas agradables…
La caja negra de los aviones registra lo que sucede con el aparato, exactamente lo mismo que hace nuestro Centro Técnico con los coches. Según los datos procedentes de sus análisis, este Clio tiene una aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora en 16,9 segundos, una marca un poco más lenta que la recogida en los diferentes rivales. Pero lo más importante no son las cifras, sino la impresión poco positiva que da en los primeros compases de nuestra relación: parece que no acelera. Es cuestión de acostumbrarse. Más adelante comprobamos que, cuando necesitamos acelerar de manera rápida (un carril de aceleración, por ejemplo), debemos tomar los mandos y decidir en qué momento preciso pasamos a una nueva marcha.Gestionar el cambio nosotros mismos no es lo más indicado, si lo que queremos es ahorrar. El Clio con caja de cambios robotizada consigue consumir, según Renault España, hasta 0,1 litros a los 100 kilómetros menos que utilizando el modo manual de la misma transmisión. De todas formas no hace falta ahorrar en combustible, ya que los consumos son muy contenidos y están entre los más moderados de todo su segmento. Este Clio consume, según nuestros datos, 4,8 litros en recorridos extraurbanos y 7,6 litros a los 100 kilómetros en ciudad. La autonomía es de 700 kilómetros. Esta cifra puede resultar un tanto sorprendente en un vehículo pequeño, sin embargo, hay que tener en cuenta que el depósito es de 50 litros, cuando sus rivales disponen de 45 litros.
Y siguiendo con los datos que nos ofrece nuestra particular caja negra, encontramos una de las frenadas más eficaces entre sus rivales. No es de extrañar, ya que con frecuencia Renault alardea de su sistema antibloqueo de frenos con distribución electrónica de la frenada y con asistencia a la misma. Tantos elementos de ayuda hacen pecar a este Clio de frenadas un tanto secas, pero, eso sí, instantáneas. Cuando el Clio circula a 140 kilómetros por hora, tardará 78 metros en detenerse por completo y empleará, siempre según los datos de nuestro Centro Técnico, unos cuatro segundos. Las cosas cambian de manera radical cuando la velocidad es de 120 u 80 kilómetros por hora, en ese momento, se recorren 40 y 14 metros, respectivamente, hasta quedar parado.
La dirección asistida permite que el Clio sea muy fácil y agradable de conducir en cualquier recorrido. En ciudad, su reducido diámetro de giro permite maniobras cómodas, mientras que la firmeza de la dirección consigue que los viajes a velocidades más altas no supongan desestabilización alguna. Esta dirección contagia al conductor una sensación de seguridad que en todo coche se agradece.
Un curioso ruido nos puede sorprender, cuando se abre el coche a distancia. Parece que algo se está inflando dentro del capó y, efectivamente, es eso. El dispositivo que gestiona el cambio y la bomba se están preparando para trabajar. El “robot", de ahí el nombre de caja de cambios robotizada, está formado por cilindros hidráulicos que se encargan de embragar, desembragar y seleccionar la marcha adecuada.
La sonoridad dentro del Clio no es destacable ni para bien ni para mal. Al ralentí se han registrado 43 decibelios, una cifra bastante baja, pero muy cerca de las obtenidas por el resto de vehículos en su segmento. A una velocidad media de 120 kilómetros por hora, nuestro sonómetro ha registrado un valor un tanto alto, 72 decibelios, pero en absoluto este ruido resulta desagradable cuando se viaja a esa velocidad.
La pérdida de buena acústica dentro del habitáculo llega con la apertura del techo eléctrico, que es un elemento opcional en nuestra unidad probada. Hay que sacrificar alguna conversación o la escucha de un buen disco a cambio de disfrutar de un rayo de sol o de una agradable brisa. Merece la pena.