Prueba: Skoda Octavia 1.6 TDI, el espacio hecho berlina

Un inmenso maletero y unas generosas plazas traseras impropias de una berlina de su talla ponen las bases del nuevo Skoda Octavia. Mucho coche, buena calidad, máxima racionalidad... al precio justo.

Lorenzo Alcocer

Prueba: Skoda Octavia 1.6 TDI, el espacio hecho berlina
Prueba: Skoda Octavia 1.6 TDI, el espacio hecho berlina

Si te fijas en la gama Skoda, verás que hay poco de con­vencional en la concepción de sus modelos propios (no en los com­partidos con su Grupo automovi­lístico: Citigo y Rapid); y mucho de estándares atípicos en esos Yeti, Roomster, Superb y en su momento Fabia, precursor allá por el año 1999 con sus casi 4 metros de lon­gitud, de los grandes utilitarios de hoy día. Y tampoco falta esa personalidad de marca en el Octavia. En su caso, si no por una cuestión de formato, sí de planteamiento técnico. Aun con hechuras de berlina que tu razón te podría lle­var a pensar incluso en el segmento D (Passat, C5, Mondeo, etc), la primera generación se sus­tentaba sobre la plataforma compacta del Grupo (Golf y León contemporáneos... y aquélla añora­da segunda generación Toledo), así como la se­gunda y esta tercera generación, que utiliza la moderna plataforma modular MQB que igual­mente comparten los contemporáneos Golf y León de nueva factura (y Audi A3).

 

En este sentido, el Octavia siempre ha resultado algo más que una compacta berlina de 3 volúmenes, en cier­ta medida más coche, que no necesariamente mejor, que esos Ford Focus, Volkswagen Jetta, Opel Astra, Renault Fluence (antes Mégane), etc, con maletero separado. Por concepción me­cánica, tecnología disponible y filosofía de mar­ca, un coche de calidad a muy buen precio y con una relación tamaño/espacio incomparable en el mercado. Y por todo ello, objetivo número uno de cierto gremio del transporte público.

 

Skoda OctaviaLa nueva generación sigue el mismo guión, lógicamente puesto al día. Crece 9 centímetros para, con sus 4,66 metros de longitud, seguir pareciéndose por empaque a las berlinas del segmento D, cuando por habitabilidad, vuel­ve a estar incluso por encima de todas ellas. Curiosamente, no hemos apreciado que su ma­yor estampa mejore su espacio interior, pero, aun así, su inmenso maletero de 635 litros ve­rificados sigue siendo uno de los más amplios y diáfanos del mercado y hay que fijarse en los grandes monovolúmenes para encontrar algo parecido. Hemos comprobado hasta 100 litros más que en el nuevo Mazda6 de 4,9 larguísimos metros y además es más versátil ese inmenso espacio por la accesibilidad que per­mite su amplio portón.

 

Si hace unas semanas decíamos del sofisticado Mazda6 que no solo era un motor, pero sí su 2.2d su mejor carta de presentación, del Octavia habría que decir que no es solo un maletero, pero sí su mejor ar­gumento. Lo sorprendente es que, además, el espacio reservado para las piernas de los pa­sajeros traseros es casi tan amplio como ese mismo Mazda 6: 81 centímetros que no todas las berlinas medias llegan a ofrecer. La cota de altura es igualmente tan generosa como en el mejor y sin "trampas" de bajar descarada­mente la banqueta. Parece magia, porque no carga con un voluminoso voladizo trasero, ni en los asientos delanteros te sientes desplaza­do. Delante te encuentras un coche igualmen­te amplio, respiras tamaño superior; de hecho me atrevería a decir que solo el impactante Insignia se siente más ancho.

 

Tanto por fuera como por dentro, no hay grandes alardes estilísticos, pero sí una supe­rior percepción de calidad y vistosidad. En gran medida, por aquí el Octavia saliente te indi­caba cuál era su posicionamiento real. El nue­vo parece más refinado, tiene grandes detalles funcionales y acabados de calidad, por mejo­res materiales y ajustes y una lista de opcio­nes equiparable a la mejor berlina del segmen­to, o dicho de otra manera, casi personalizable como si fuera un Audi A4, la berlina premium del Grupo Volkswagen.

 

Skoda Octavia 1.6 TDIEn marcha

Dinámicamente te transmite también "seriedad", de ser un coche bien resuelto y creíble incluso en su estatus de berlina compacta con mayores aspiraciones. Estrena el eje torsional en detrimento del mul­tibrazo posterior del Octavia anterior, solución común para las versiones básicas del Grupo VW y que no supone dinámicamente un demé­rito apreciable es esta versión 1.6 TDi de 105 CV. En todo caso, sí me ha sorprendido cier­ta firmeza de suspensión, que si bien te trans­mite aplomo, encontraría un mejor equilibrio si filtrara mejor el bache pequeño. No sé has­ta que punto perder cierto control geométrico de las ruedas traseras con el eje torsional lleva a endurecer todos los elementos de la suspen­sión para compensar algunos movimientos, re­flexión a la que llego por lo que me comentaron en su día los responsables de Opel cuando in­corporaron una timonería de Watt al eje torsio­nal del Astra: que con mayor control geométri­co se podía suavizar la suspensión y por tanto ganar confort de rodadura.

 

No te hablo de que sea incómodo el Octavia, pero sí le echo en fal­ta más suavidad para lo que pesa y anda esta ver­sión. O quizá sea fruto de unas leyes de suspensión preparadas para traducir con garantías dinámi­cas esos litros de male­tero en kilos de carga. En cualquier caso, es un coche que se guía muy bien. Buena dirección, buenos apoyos y buenas trayectorias en curva. No tiene la connotación deportiva de un chasis Focus, ni la calidad de rodadura de un Peugeot 308, pero sí se muestra equili­brado y transparente en sus reacciones.

 

 

Esta versión 1.6 TDI refleja la racionalidad del Octavia. Esta mecáni­ca de 105 CV te da todo lo que puedes esperar de una fuente motriz moderna para impulsarte. Y no le falta su punto de calidad y refinamiento en su cuidada acústica y aislamiento de vibra­ciones. En este sentido, se siente un motor mo­derno. Como moderno se siente por lo completo que es a bajo régimen. Su disposición a empu­jar bien empieza desde que lo pones en marcha. No es un motor de grandes sensaciones, pero empuja siempre con decisión. Se atreve con una generosa 5ª que sólo con ella no debes descui­dar el régimen de giro por debajo de las 2.000 rpm. Esto nos lleva a acordarnos que cuando disponemos de una potencia aún buena, justa, un escalonamiento de 6 velocidades aporta su granito en prestación y confort por el desarrollo final que puede mover en carretera. No parece un problema para su economía de uso, porque los consumos verificados son sobresalientes: 5 litros de media dan para mucho en carretera y en ciudad un buen Stop-Start ajusta el consumo a las duras circunstancias del tráfico.

 

La estrategia téc­nica del Octavia sirve para poner sobre el asfalto casi una berlina media a precio de compacto. La fórmula parece insuperable y sobre todo en estos tiempos. El equipamiento de este acabado inter­medio no pide más, pero puedes invertir algo de lo que te "ahorras" y, o bien un asistente de pérdi­da de carril, una pantalla táctil o unos faros bixe­nón direccionales, y te dejas un Octavia con tanto contenido como continente.