Prueba: Opel Astra OPC, adrenalítico

Como cualquier experiencia extrema, el Astra OPC despierta emociones básicas por muy dormidas que estuvieran en tu interior. Sus 280 CV lo justifican

Óscar Díaz Fotos: Israel Gardyn

Prueba: Opel Astra OPC, adrenalítico
Prueba: Opel Astra OPC, adrenalítico

Este Opel Astra OPC ha sido creado para desbordar ríos de adrenalina. No en vano, cada detalle específico de la carrocería, su exclusivo interior, sus asientos ultradeportivos, su chasis con especial puesta a punto e intangibles difíciles de trasladar al papel como su sugestiva sonoridad aumentan la comunión con quien se sienta a su volante, antes incluso de poner en marcha el motor.

Opel Astra OPCPorque el Astra OPC es hoy por hoy el súper GTI más potente del panorama actual con sus 280 CV, por delante de rivales de tremenda entidad como el súper eficaz, Renault Mégane Coupé RS sellado por Renault Sport, y el satisfactorio Volkswagen Scirocco R.


Frente a ellos, el Astra ofrece una radicalidad extrema. Es más brutal en su entrega de potencia, aunque esto le lleva en ocasiones, al acelerar desde parado, a desbordar la inmensa adherencia de sus ruedas de 19 pulgadas (20 pulgadas, opcionalmente), lo que resulta en pérdidas de motricidad, mucho menores que en anteriores ediciones.

Y es que comparado con el anterior Astra OPC, el actual resulta más potente, rápido y eficaz y, como te decimos, aunque la motricidad ha mejorado, sigue teniendo dificultades para enviar semejante caballería a las ruedas delanteras. Para hacer frente a esos 280 CV, cuenta con un equipo de frenos de lo más fiable, capaz de detener el Astra OPC en unas cifras muy destacadas: desde 140 km/h menos de 70 metros.


Gracias a su chasis con amortiguación activa, puede pasar de un coche relativamente cómodo a dar la sensación de coche de pista, dada la precisión de sus trenes rodantes y la altísima velocidad de paso por curva que permite. Tres programas permiten elegir la firmeza de suspensión, respuesta al acelerador y rapidez de dirección.

En el lado menos positivo nos encontramos con un cambio de marchas que podía ser más rápido y con un tacto mejorable y con unos consumos algo elevados.


Este Astra OPC consigue llamar la atención tanto en lo que se ve como en lo que se escucha o se puede vivir al volante: prestaciones deportivas, velocidad, y todo ello rodeado de una impresionante sonoridad que abruma los sentidos y un equipo de frenos de inmenso poder de parada. Es algo más caro que el Mégane, sí, a pesar de los más de 5.000 euros de descuento. Pero su personalidad es diferente. Es la de un dragster.