Prueba: Jaguar XKR-S Convertible 5.0 V8 550 Aut.

En el mundo hay pocas marcas que combinen con tanta elegancia la deportividad y el lujo como lo hace Jaguar, y el XKR-S es un buen ejemplo. Rápido, potente, lujoso y, sobre todo, bonito y emocionante… ¿acaso es el cabrio perfecto?

Daniel Cuadrado. Twitter: @DanielCuadradoT

Prueba: Jaguar XKR-S Convertible 5.0 V8 550 Aut.
Prueba: Jaguar XKR-S Convertible 5.0 V8 550 Aut.

Dicen que la perfec­ción no existe, cosa que comparto y más si de lo que hablamos es el mundo del automóvil. No tienes más que fijarte en el co­che de tus sueños y verás que siempre hay algo que lo estropea; unas veces el espacio, otras el consumo, en algunos casos detalles de acabado y, casi siempre, el precio. Pero si te puedes permitir renunciar a los aspectos que tienes en contra, bien porque aceptes el sacrificio o bien porque tengas otro coche que los supla, y te centras sólo en lo que te gusta, un coche como este Jaguar XKR-S Cabrio, al que otros calificarían de capricho o, inclu­so, de inútil, para ti puede ser el mejor del mundo y eso es lo que le hace especial.

El XKR-S es una variante del XKR poten­ciada con 40 caballos más, endurecida con muelles y amortiguadores específicos y de­corada con distintos detalles estéticos en fi­bra de carbono. Sobre ella hay dos varian­tes, el tradicional coupé y el descapotable que ocupa esta prueba. Configurar 550 caballos en un descapotable y otorgarle un precio tan exclusivo puede parecer una exage­ración y más en los tiempos que corren, pero esto sólo es entendible desde la pa­sión. A mi me parece bien que se hagan coches exclusivos, si bien personalmen­te jamás entenderé un descapotable con suspensiones prácticamente de carreras y 550 caballos. Antes, mucho antes, pre­fiero la versión cerrada, estructuralmente más rígida y con un comportamiento más natural o, puestos a elegir un descapota­ble, conformarse con el también precioso XK convencional. Así entiendo yo la de­portividad, anteponiendo la eficacia de un bastidor al glamour de un súper descapo­table. Sin embargo, a pesar de lo firme de mis convicciones, todo esto se me olvida en cuanto me subo en uno de ellos.

Antes de entrar en el XKR-S no puedo evitar fijarme en sus aditamentos de car­bono, en el difusor, en el alerón. Estoy plenamente convencido que sirven para poco, pero me gustan y no me importaría tenerlos. Entro en el XKR-S y ya el olor de su cuero me dice que no es un simple coche, que es mucho más. Tiene el mismo diseño que otros XK, distintos materiales pero en el fondo es lo mismo, de nuevo pienso que no me importaría tenerlo. Asientos cómodos, todo a mano y ese característico selector del cambio firma de la casa se unen para integrarte en el habitáculo con el confort espera­do. Busco el botón de arranque, lo aprie­to y de golpe un bramido ronco y fuer­te del que se puede decir que es de todo menos discreto invade el entorno, sobre todo con el motor en frío y su exagera­do ralentí que supera las 1.000 vueltas; porque hay un catalizador que calentar y un aceite que dejar en su punto para que llegue a todas partes del V8 lo más rápi­do y en las mejores condiciones posibles. Si arrancas en un garaje público te ase­guro que volverás todas las cabezas que haya en la planta. En este punto mi teo­ría de los descapotables potentes pierde todo su sentido.

El inicio de marcha es suave sólo si tu lo eres con el acelerador, si bien éste se deja dosificar. Hay 550 caballos, suspen­sión dura y un autoblocante deseando hacerse notar, por lo que más te vale sa­lir suave, sobre todo si las ruedas están frías; aquí se nota que es un Jaguar y a pesar de que está todo en contra del con­fort, su calidad te permite llevarlo de pa­seo sin problema. La suspensión es dura, más que en un M6 o un 911, y hay que acostumbrarse, no queda otra. En este punto es donde me sobra la S, ya que el XKR tenía un gran compromiso entre deportividad y confort. Es un coche que puedes usar todos los días si te lo pro­pones, pero a la larga no querrás sacarlo nada más que con buen tiempo. Su dis­frute es otro, y tiene más que ver con la placentera sensación de conducirlo que con la efectividad real.

Tiene un buen tren delantero en con­diciones normales y una zaga que se insinúa de acuerdo a la potencia que tiene. Puedes conducirlo rápido con fa­cilidad, pero no al límite, ya que tiende a ponerse de costado en cuanto te des­cuidas. Aquí la versión coupé me gus­tó algo más. Lleva ayudas electrónicas que se encargan de evitarlo, pero esta­rás continuamente haciéndolas traba­jar. En definitiva se trata de un lujoso y rápido gran turismo con el que disfru­tarás mucho por su sonido, su calidad y su presencia. Quizá tu pienses dife­rente pero no es mi coche ideal para sa­car partido de los 550 caballos, para eso hay otros mejores, incluso en la propia gama XK, pero sí tiene ese algo especial que te hace disfrutar de él y que sólo los coches muy exclusivos tienen: transmi­te pasión.